«Disculpa Lesfora…» – Dagor hizo una pausa intentando asimilar las palabras que la censora de Keel le acaba de decir. – «¿Que los mate?»

Lesfora se dio media vuelta para mirar al capitán de los Corsarios con un visible gesto de enfado en su rostro. Clavando su mirada en él antes de contestarle. – «¿Que parte no has entendido de la frase: Quiero que mates a todos los putos leprosos que veas fuera de la calle?» – Lesfora no se espero a que el capitán pudiera reaccionar y volvió a hablar rápidamente.

«Mira… Vienes aquí… A molestarme… En mitad de la noche… » – El tono de voz de Lesfora se incrementaba conforme pronunciaba lentamente las frases acusatorias. – «Para decirme que algunos leprosos se han vuelto locos… Que están atacando a otros ciudadanos… Y que hay rumores de seres sobrenaturales y casos de canibalismo… » – Lesfora se situó justo enfrente de Dagor quien intentaba mantener su porte firme ante sus palabras. – «Pues ahora tienes que cerrar la boca, entender y escuchar por ultima vez las palabras que te voy a decir.»

Lesfora continuo hablando mientras golpeaba molestamente con su dedo la frente del capitán de los Corsarios de Keel. – «Parece que TU no sabes hacer TU trabajo… Trabajo por el cual YO te pago una buena suma de dinero… Y ahora vienes AQUÍ a preguntarme a MI como tienes que hacer TU trabajo…» – Parecía como si un puñal se clavara en la cabeza de Dagor cada vez que el dedo de Lesfora golpeaba su frente. – «Pues bien, escúchame… Quiero que busques a todos los putos leprosos que veas por Keel y los encierres en esa mierda de calle… Haz que tus chicos construyan una barricada y sellen la única entrada a la zona… Y corre la voz que a partir de este momento… TODO Corsario de Keel tiene orden de atacar y matar a todo leproso o a cualquier otro enfermo que se encuentre fuera de esa calle.»

El dedo de Lesfora golpeo por ultima vez la frente de Dagor y este, ante la presión se vio obligado a retroceder dando un paso atrás. El capitán trago saliva antes de contestar – «Así se hará Censora.»

Lesfora se dio media vuelta y volvió lentamente a su escritorio. «Los ciudadanos de Keel me pagan impuestos para que los proteja y mantenga el orden en la ciudad…. Así que no pienso permitir que esos condenados enfermizos que se van desmontando a trozos me causen el mas mínimo problema… ¿Me has entendido? » – Lesfora pudo ver como Dagor asentía con un rápido movimiento de cabeza. – «Ahora saca tu culo de mi despacho, coge a tus Corsarios, encierra a esos leprosos allí dentro y no permitas que nadie infectado salga de allí.»

Las ultimas palabras de la censora provocaron que un escalofrió recorriera la espina dorsal de Dagor. «Y que sea la ultima vez Capitán, que tenga que decirte cual es tu trabajo.»

Lesfora ni se molestó en mirar como Dagor abandonaba a toda prisa su despacho…