Inicio Foros Historias y aportes Peregrinación al Lago de Cristal: Renacer e inicio del camino de vuelta a casa

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    • ryland
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      Ryland estaba tendido en el suelo cuando empezó una plegaria a Eralie, Workragh a escasos dos metros de él, levantó ligeramente su hacha y cuando iba a ejecutar a Ryland con el golpe de gracia, éste se elevó ligeramente del suelo y un haz de luz lo rodeó por completo haciendo que Workragh retrocediera varios metros hacia atrás sintiendo como una fuerza le abrasaba el cuerpo entero. El cuerpo de Ryland fue rodeado de una brillante luz y cientos de pequeños destellos de luz empezaron a penetrar por sus heridas provocando que éste recuperara su color natural y todas sus heridas sanaran por completo.

      Workragh estuvo contemplando como Ryland se elevaba y su cuerpo sanaba por completo desde el suelo, después de ser empujado por un haz de luz. Workragh fijó su mirada en Ryland y vio cómo le habían desaparecido las heridas y no quedaba rastro del enorme agujero que le había hecho en el costado hacia breves instantes. Workragh no salía de su asombro cuando escuchó como Ryland empezaba a murmurar unas palabras… Workragh se levantó y envainó su hacha otra vez a la vez que desenvainaba su estoque a sabiendas que tendría que volver a luchar.

      Ryland elevó su espada Inspiración y pudo contemplar maravillado como esta empezó a brillar y brillar. Acto seguido lanzó un alentador grito de guerra y señaló con la punta de su arma hacia adelante… hacia Workragh.

      • La vida enseña muy poco a quien no sabe soportar el dolor, a quien tiene miedo y le falla la voluntad de sacrificarse por el bien… – decía Ryland –
      • ¡Hoy te enseñaré como combate un héroe! – gritaba Ryland mirando a Workragh –
      • ¡Sin miedo, sin dolor, guiándose únicamente por la voluntad de Eralie! – terminó dirigiendo una desafiante mirada a Workragh –

      La adrenalina y el fervor justiciero invadieron a Ryland cuando lanzó su grito de batalla. Después, cerró los ojos y se llevó la mano al pecho mientras se concentraba en abrir un canal de comunicación con Eralie. Tras varios segundos, Eralie parecía aceptar su petición y con dócil mirada le arropó en una de sus caricias, dándole a su cuerpo una vitalidad fuera de lo humana y un valor más allá de lo imaginable.

      Una fuerte luz se manifestó alrededor de Ryland y sus ojos se envolvieron en haces de luz plateados, ¡Ahora Ryland era uno con Eralie!

      • Grgrgrgrgr – grito Workragh –
      • ¡Cómo has hecho esto! – maldijo Workragh –
      • ¡Yo te maldigoooo!!! – grito Workragh –

      Aunque estaba un poco conmocionado por lo que había ocurrido, Workragh seguía seguro de sí mismo y fijó su mirada en Ryland. Ryland no esperó a que atacara el orco, sino que fue él el que empezó a correr hacia el orco lanzando una carga contra él. Workragh, algo confiado, intentó esgrimir el golpe, pero falló y Ryland consiguió golpear de lleno contra el cuerpo de Workragh provocando un ligero gemido de dolor por parte del orco. Éste contraatacó lanzando varias estocadas rápidas que fueran bloqueadas todas por Ryland, éste, haciendo uso de su escudo, golpeó el brazo de Workragh y provocó que bajara la guardia por ese lado lo que aprovechó Ryland para lanzar un golpe redentor que dio de lleno en el costado al orco haciendo que soltara otro gemido. Workragh retrocedió varios pasos y un reguero de sangre lo siguió desde donde estaba Ryland.

      Sin dar tiempo a respirar, Ryland saltó hacia Workragh con su escudo por delante y en vez de atacarle con la espada al cuerpo, se agachó y le hizo un profundo corte en una de las piernas mientras que con el escudo se protegía el cuerpo del intento de Workragh de lanzar un nuevo golpe. Tras el corte en la pierna, Ryland empujó con su escudo a Workragh e hizo que este cayera al suelo. La mirada de Workragh indicaba impotencia, miedo… Ryland, rodeado de esa aura de color dorado, estaba imparable y todos los golpes que realizaba golpeaban una y otra vez al grande y oscuro cuerpo del orco. Ryland sabía que debía aprovechar ese momento y lanzó otro golpe redentor hacia el orco, el cual, no pudo parar y dio de lleno en su pecho. Workragh empezó a escupir sangre por la boca… Ryland golpeó con su escudo en la boca al orco y varios dientes saltaron de su sucia mandíbula, un vistoso corte en el labio empezó a escupir sangre a borbotones. Ryland pegó una patada al brazo del orco que provocó que éste soltara el estoque sin ninguna dificultad.

      • ¡Me rindo! – dijo Workragh –
      • No sé si creerte… – contestó Ryland –
      • Por favor… estoy… desarmado – dijo con voz de falsete un malherido Workragh –

      Ryland bajó el arma y recordando sus inicios en la orden de caballería, entendió que el combate había terminado. Luchar contra alguien desarmado no tiene honor alguno, es por ello, que decidió perdonar la vida al orco, aún a sabiendas que las palabras del orco eran mentira.

      • Vete antes que me arrepienta… – dijo Ryland mientras se giraba dando la espalda al orco con su espada firmemente agarrada en su mano derecha –

      Workragh, con la rabia y vergüenza de haber sido derrotado por un humano, tenía los ojos inyectados en sangre y su mirada estaba fijada en su estoque. Su mandíbula mordía su labio inferior provocando que la importante herida que tenía allí sangrase irremediablemente mucha más cantidad de sangre. Al girarse Ryland para abandonar el lugar, Workragh alcanzó su estoque, se levantó en silencio y blandiendo el arma con sus dos manos, levantó los brazos y se dispuso a lanzar un tajar a Ryland por la espada.

      Por suerte, Ryland estaba pendiente del orco sin él saberlo y giró sobre sí mismo y haciendo un pequeño salto hacía Workragh, levantó la espada por encima de su cabeza y seccionó ambas manos, haciendo que estas cayeran al suelo cogidas al estoque. Workragh bajó los brazos y se miró los brazos, fue a levantar su mirada de ira hacia Ryland cuando el filo de la espada de Ryland le secciono el cuello y provocó que la cabeza del orco cayera rodando por el suelo hasta los pies del mismo. El cuerpo inerte de Workragh se mantuvo en pie unos segundos para acto seguido, caer tal cual a los pies del mismo Ryland.

      La sangre negra del orco empezó a ensombrecer la tierra del alrededor a una velocidad vertiginosa, y al igual que la tierra, la espada de Ryland perdió su brillo a causa de las manchas de sangre que impregnaron la misma y que parecían que habían penetrado en ella. Las pocas hierbas que crecían alrededor del claro, fueron muriendo a medida que la sangre del orco las alcanzaba.

      Ryland miró el cuerpo inerte del orco y entonces sí, bajo sus brazos y fijó su mirada hacia el cielo. El silencio se apoderó del ambiente y Ryland realizó una breve oración. Ryland había logrado su propósito, su peregrinaje por las tierras de Dalaensar había terminado y la fuerza de Eralie volvía a circular por sus venas. La fe perdida por todos esos años había vuelto a su vida junto con el amor, por eso entendió, que el amor era también parte del problema y ahora que lo tenía… debía cuidarlo. Sabía que debía cerrar los temas pendientes que tenía en Takome, pero antes, deseaba volver junto a su amada Eldheasiera, pues desde que la salvó de la muerte, era su fuente de vida. Ryland entendía que podía lograr cualquier cosa y muy cerca, tenía la oportunidad de demostrarlo…

      Se giró hacia donde yacía el cuerpo sin vida del viejo caballero cuando de repente una flecha le rasgó el brazo derecho provocando una pequeña herida. Ryland dirigió su mirada a su derecha y vio varios orcos acercándose rápidamente.

      • ¡Vengaremos a nuestro caudillo! – gritaban los orcos –
      • Grgrgrgr – gruñían otros –

      Ryland levantó la espada y realizó un golpe redentor sobre el primer orco, cayendo éste muerto mientras que con su escudo golpeó la mandíbula del segundo haciendo que éste cayera al suelo. Desde el suelo, empezó a revolcarse hasta alejarse unos metros de Ryland, momento que aprovechó para levantarse y empezar a correr en dirección al bosque junto con otros jóvenes orcos.

      • Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrr – sonido de cuernos –
      • Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrr – sonido de cuernos –

      Al cabo de unos segundos, gran cantidad de sonidos de cuernos se oían por todas partes. Ryland sabía que eso no era bueno, nada bueno. En esos momentos, seguramente, sería parte del ejercito negro de Golthur Orod que viajaba con el caudillo el que se acercaba a su posición. Debía salir de allí rápidamente o seria vilmente asesinado por una gran multitud de orcos sedientos de sangre. Ryland, recordando viejos tiempos, trepó a un árbol cercano y se escondió entre las ramas del mismo justo en el momento que un grupo de no menos de cincuenta orcos armados hasta los dientes llegaron en donde hacía nada, había matado al caudillo. Los orcos se dijeron algo entre ellos y se dispersaron en pequeños grupos que se fueron alejando rápidamente de la zona. Un pequeño grupo de seis individuos, levantó el cuerpo del caudillo y se lo llevaron de allí rápidamente para ser incinerado seguramente según las costumbres orcas.

      Ryland, deseoso de salir con vida de esa situación, decidió pasar la noche en ese árbol y por la mañana, a primera hora, volvería sobre sus pasos por el rio Derebar. En esos momentos, creía que era su mejor opción pues, aunque se sentía fuerte y poderoso, no debía ser temerario. La noche llegó y pasó muy rápidamente y a la mañana siguiente, sin signos de que estuvieran patrullando la zona, Ryland descendió del árbol y empezó su camino de vuelta a la cascada de Derebar. Le costó un día entero llegar a las cercanías de la cascada, pues tuvo que ir sorteando algunas patrullas orcas que merodeaban por el bosque. Poco a poco, volvió sobre sus pasos y escaló la cascada del rio Derebar para volver a cruzar el rio. Esta vez, el viaje fue mucho más rápido y no tuvo problema alguno más que algunas flechas de algún poblado bárbaro que no le alcanzaron, ya que al viajar en la dirección de la corriente se aprovechó de la velocidad vertiginosa del rio a su favor.

      Al llegar al viejo embarcadero, no vio por ninguna parte al viejo encapuchado, por lo que, sin perder un minuto, se metió en el túnel que cruzaba la cordillera de Cyr. Durante muchas horas estuvo andando por los pasadizos que formaban el túnel y en varias ocasiones tuvo que rehacer parte del camino pues llegaba a túneles sin salida. Se detuvo lo mínimo posible para descansar un poco, pero su cuerpo en alerta máxima durante todo el trayecto no era capaz de dormir un poco. Durante todo el trayecto anduvo buscando la puerta de piedra, pero no logró dar con ella ni con los extraños seres que vivían detrás de ella. Después de bastante tiempo, llegó al final del túnel.

      Según sus cálculos, había tardado más de un día o dos en cruzar el túnel, pues al salir, vio que el sol estaba a media altura ya. Debía descansar pues estaba muy cansado, pero no estaba en un buen lugar para hacerlo, así que haciendo un esfuerzo heroico saltó fuera de la cueva y se encontró en el lado interno de la cascada hasta donde ya hacía varios días que Shiredd lo había acompañado. Siguiendo el mismo camino que siguió durante la subida, empezó el camino de bajada hasta la base de los Riscos del Ocaso. El calor y el cansancio estaban afectando a Ryland, el cual, ya había caído varias veces y resbalado otras tantas. Cuando llegó a la base de los riscos, el sol ya estaba empezando a ponerse y decidió hacer noche allí mismo, pues en ese estado, poco podría hacer más. Se acurrucó a una pequeña cueva que había y tapándose con su capa, quedó invisible a miradas indiscretas y quedó dormido al poco de cerrar los ojos.

      La noche pasó y con ella, Ryland recuperó las fuerzas. Había llegado al desierto, ahora lo veía diferente, desde su estancia con la gente de Eldheasiera, el desierto era su aliado. Se puso su turbante de las arenas y ante sus ojos se vislumbró la majestuosidad del desierto en todo su esplendor. Empezó a andar y sin casi esfuerzo podía andar por entre las dunas sin alejarse en ningún momento de la dirección a donde quería ir. Era como si las dunas trabajasen las unas con las otras, para guiar por un camino imaginario a Ryland… Ryland anduvo por el desierto varios días, su estancia con la tribu de Eldheasiera le había permitido conocer los secretos del desierto y no le había faltado ni agua ni comida. Al cuarto día, vio a lo lejos la famosa sabana.

      En esos momentos se dio cuenta que, sin el turbante, seguramente hubiera muerto en el desierto y nada ni nadie hubiera podido evitarlo… Allí, en la basta sabana estaría Eldheasiera y su pueblo, esperando su vuelta. Tenía ganas de volver a verla, de abrazarla… al final, su vuelta seria mucho antes de lo que él mismo pensaba… según sus cálculos, había estado poco más de dos semanas fuera… tenían que estar allí.

      Poco a poco, fue entrando en la sabana. Los animales empezaban a dejarse ver con mayor frecuencia y pequeños arbustos brotaban del suelo ahí y allí. A los pocos días de andar por esas tierras…

      • Ryland? – dijo una voz –

      Ryland se paró al momento y levantando su arma, escudriñó el horizonte sin ver nada ni nadie, al momento, de detrás de unas rocas, apareció Shiredd con varios de sus hombres. Ryland sonrió. Los dos hombres se abrazaron con efusividad y después uno a uno, fue saludando a todos los miembros de la cuadrilla de Shiredd. Tenía muchas cosas que explicar, pero en su cabeza sólo tenía sitio para Eldheasiera, quería ir a verla rápidamente. Shiredd indicó a Ryland el camino hacia el campamento y durante el trayecto pudieron hablar un poco sobre la gran aventura de Ryland.

      A su llegada al poblado, todos se pusieron muy contentos por tener otra vez a Ryland entre ellos y cuando Eldheasiera lo miró, unas lágrimas de felicidad inundaron sus ojos. Ambos empezaron a correr el uno hacia el otro y se fundieron en un fuerte abrazo y un largo y apasionado beso. Esa noche hubo fiesta en el poblado en honor a la vuelta de Ryland. Tardó horas y horas en explicar y volver a explicar a Eldhareim sus aventuras por los túneles de la cordillera de Cyr, su travesía por el bosque de Golthur, su encuentro con el caudillo en el bosque y su rápida huida a causa de la persecución iniciada contra él.

      Esa noche, cuando por fin estuvieron a solas en su tienda, Ryland y Eldheasiera se desnudaron el uno al otro. Con cuidado de no lastimar a Eldheasiera, el vigor de Ryland la hizo estremecer de placer una y otra vez hasta que, extenuados por el esfuerzo, ambos se fundieron en un abrazo que les llevó a un sueño reparador…

      Ryland se acopló perfectamente a la vida con Eldheasiera. Aunque sabía que debía volver a Takome, quería disfrutar de un descanso bien merecido y creyó que allí podría disfrutarlo. La vida en el poblado fue muy buena. Entró a formar parte de la patrulla de vigilancia con Shiredd y cuando tenía descanso, ayudaba en tareas de aprendizaje de los más pequeños en la escuela. Ryland, aún casado con Eldheasiera y debido a problemas de consanguinidad del poblado, tuvo entre sus piernas a varias jóvenes del poblado con las cuales estuvo yaciendo durante noches alternando entre ellas con su mujer para fecundarlas y otorgar al poblado de una mayor variedad sanguínea para asegurar el futuro del poblado. Esto que en otros lados de Eirea hubiera provocado tensiones en el matrimonio, no fue mal visto por Eldheasiera, pues conocía las costumbres de su pueblo y, además, conocía perfectamente la problemática de la consanguinidad entre miembros del poblado. Eldheasiera era una de las comadronas del poblado y por sus manos habían pasado más de una decena de bebes que nacieron muertos por causas difíciles de explicar hasta que se dieron cuenta que sólo tenían problemas los bebes de parejas que tuvieran la misma sangre corriendo por sus venas.

      Ryland y Eldheasiera tuvieron varios hijos y cuando el más pequeño de ellos cumplió los tres años, decidieron que era el momento adecuado para realizar el viaje que Ryland había estado postergando una y otra vez. Ryland tenía entre ceja y ceja volver a Aldara a cerrar varios temas pendientes. Fue así como decidieron abandonar el poblado temporalmente antes de la llegada del invierno, justo cuando el poblado estuviera en las cercanías del reino de Anduar. El padre de Eldheasiera, se entristeció un poco cuando conoció la noticia, pero entendió que Ryland debía hacer ese viaje. Eldhareim estaba muy contento de tener a Ryland en el poblado, pues desde su llegada, todo había ido a mejor.

      Pasaron varios días hasta que el centenar de camellos que formaba parte de la comitiva del poblado llegaron a las cercanías de Anduar. Esa era la última noche en el poblado de Ryland, Eldheasiera y los pequeños. Esa noche se hizo una gran fiesta en honor a ellos y como la primera vez que presenció Ryland tal acto. Con la llegada de la oscuridad de la noche y la salida de las estrellas, todo el poblado se reunió alrededor de Eldhareim que pronunció una leve oración a las estrellas. Al terminar, todos se fueron dirigiendo a sus respectivas tiendas. Eldheasiera y Ryland se quedaron cogidos de la mano mirando las estrellas mientras Eldkheka llevaba los niños a dormir, por una noche, los niños dormirían con una de las esposas de Eldhareim y dejarían la noche libre para ellos dos.

      Ryland entró de la mano con Eldheasiera, hacía varios días que por una cosa o por otra, no habían tenido la oportunidad de estar juntos. Traspasaron el umbral de la tienda y al cerrarse las cortinas detrás de ellos, Ryland paró en seco, se giró hacia Eldheasiera y la abrazó con sus fuertes brazos mientras la besaba. Eldheasiera se agarró al cuello de Ryland y este la alzó del suelo y con ella en brazos se dirigió directamente a la cama. La dejo caer suavemente y mientras Ryland se sacaba la túnica tradicional ella hacía lo propio con la suya. En un momento, Eldheasiera quedó desnuda en la cama y Ryland de pie completamente desnudo con una notable erección. Ryland se acercó a Eldheasiera poco a poco, besando una a una, todas las partes del cuerpo por donde iba pasando: primero lo pies, luego los tobillos y las rodillas, luego siguió por los muslos, donde se detuvo unos instantes al escuchar un leve gemido de Eldheasiera, siguió besando con suavidad su pubis y después de juguetear un poco con sus labios menores, siguió besando su cintura, luego su barriga para pasar a sus senos, Ryland se entretuvo en morder y lamer sus pezones. Para entonces, estos ya estaban duros. Eldheasiera sin ofrecer resistencia alguna, estaba predispuesta para recibir todo el placer que Ryland le pudiera dar. Ryland se detuvo unos instantes más en sus generosos pechos, eran grandes y robustos y pese a la edad de Eldheasiera, se mantenían bien erguidos. Las manos de Ryland masajeaban uno mientras que con su lengua lamia el otro. Otro gemido salió de la boca de Eldheasiera. Ryland miró a Eldheasiera y la vio con la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados y la boca semi abierta. Al tener los brazos en cruz, dejaba a disposición de Ryland todo su cuerpo para que éste hiciera y se moviera a su antojo. Pasaron unos minutos, Ryland subió un poco y su lengua buscó la lengua de Eldheasiera que rápidamente encontró y primero uno y después el otro fueron jugando con sus lenguas. Ryland ansioso por penetrar a Eldheasiera, fue sorprendido con un cambio de rol por parte de Eldheasiera, que tomó el mando de la relación. Eldheasiera volteó su cuerpo encima de Ryland y éste quedó tumbado en la cama con Eldheasiera a horcajas sentada encima suyo. Ryland quiso agarrar a Eldheasiera, pero ésta se lo impidió y sin mediar palabra alguna, se levantó lo suficiente para introducirse el pene de Ryland entero en su interior y empezó un sube y baja que muy pronto provocó un orgasmo brutal en Ryland que fue acompañado por el grito de Eldheasiera que también tuvo un orgasmo.

      Eldheasiera se dejó caer encima del pecho de Ryland y aun jadeando por el esfuerzo realizado, besó una y otra vez a Ryland. Tal esfuerzo, había hecho mella en ambos, Eldheasiera se levantó de la cama para coger algo de beber, momento en el cual, Ryland pudo observar el sensual anduviera de su esposa. Eldheasiera no tardó demasiado en volver con una gran copa de vino fresco en su interior que fueron bebiendo a pequeños sorbos entre los dos. Ryland cogió la copa de vino y la tiró a un lado.

      • Te quiero – dijo Ryland –
      • Y yo a ti … – contestó Eldheasiera –

      Ryland se abalanzó a Eldheasiera y ésta se revolvió quedando de espaldas a él. Ryland sabía lo que quería y se lo iba a dar. Le besó primero una oreja y luego el cuello mientras que con un su pene le iba frotando la vagina. En un momento dado, cuando escuchó un leve gemido por parte de Eldheasiera, Ryland presionó ligeramente y el pene de éste entró sin demasiado esfuerzo en el cuerpo de Eldheasiera. Ahí empezó un baile donde el cuerpo de Eldheasiera y Ryland se hizo uno. La noche era mágica, la noche era de ellos y de nadie más.

      A la mañana siguiente, a primera hora, un grupo de carretas procedentes de las colinas de Ostigurth se acercaron al poblado por una senda dispuesta para tal uso y un espectáculo de compras y ventas, con sus respectivos regateos impregnó de ruido la plaza central del poblado durante toda la mañana. Al mediodía, cuando casi todos los mercaderes ya se habían ido, Ryland y su familia se unieron a la carreta de Yhijabb, uno de los últimos mercaderes que quedaban en el poblado. Por un módico precio, habían conseguido que les llevaran a Anduar. La despedida fue triste y emotiva pues, aunque Eldhareim y todo el poblado sabían que volverían, no sabían cuando seria y eso, les entristecía.

      • ¡Cuídala hijo mío! – dijo Eldhareim –
      • Así lo haré – contestó Ryland –
      • Aunque no lo seas, para mi eres como un hijo, volved pronto… vuestro sitio está aquí. – dijo Eldhareim –
      • ¡Volveremos… lo prometo! – contestó Ryland –
      • ¡Adiós padre! – dijo Eldheasiera entre lloros –

      Eldheasiera se abrazó a su padre y después cogió en brazos al pequeño de la familia y subieron a la carreta, detrás de ellos, Ryland subió junto a sus otros hijos. Todos juntos se giraron para despedirse de su familia, no se habían ido y ya querían volver… Las lágrimas de los niños hicieron que Eldheasiera se los llevara hacia dentro y Ryland hizo lo mismo. Al cabo de pocos minutos, las carretas ya estaban entrando por el camino arenoso que les debía guiar hasta Anduar. Ryland pasó a sentarse junto a Yhijabb, que conducía su propia carreta.

      Al cabo de varias horas y justo al llegar a las colinas de Ostigurth, paso obligado para llegar al lago Tangara, Ryland advirtió la presencia de tres enanos fuertemente armados se unían a la comitiva. Iban montados en una especie de caballos más pequeños que los usados por los humanos.

      Yhijabb los saludó.

      • ¿Y ellos? – pregunto Ryland –
      • Últimamente, todos los caminos que llevan a Anduar son muy peligrosos. Y como llevamos una serie de materias primas muy caras para el reino de Kheleb… – explicó Yhijabb –

      El polvo del camino se levantaba a causa del fuerte viento que empezó a soplar del este y provocando que más de uno, empezase a toser.

      • El rey Darin ha enviado un pequeño grupo de valientes enanos para protegernos a nosotros y su carga de posibles ataques. – terminó de explicar Yhijabb después de toser varias veces –

      El grupo de enanos, se dispuso en fila detrás de la última carreta y levantando el hacha dirigió un movimiento con ella hacia lo que parecía otro grupo de tres enanos a la cabeza del gran grupo que formaban los mercaderes.

      Durante el trayecto, Ryland se enteró qué en varias de las carretas de la comitiva de mercaderes, habían depositados varios baúles llenos de piedras preciosas. Como no, ¡piedras preciosas tenían que ser!! Por eso, había expertos luchadores de Kheleb protegiendo el cargamento… Ryland observó como algunos de los enanos del inicio de la comitiva de carretas se turnaban con varios que iban en los carruajes que debían llevar los diferentes baúles… Parecía que cada baúl iba custodiado por otro enano…

      La noche que descansaron en el lago Tangara, Ryland pudo hablar con uno de los enanos que viajaban dentro de una de las carretas.

      • Hola, soy Ryland Tyr’Laein. Viajo con mi familia hacia Takome. – se presentó Ryland –
      • Un placer. Yo soy Thandorgrim, guardia de piedra de Darin. – contestó el enano –
      • Me han dicho que llevan un cargamento para Kheleb. – dijo Ryland –
      • Sí. Así es. Hace poco que se han descubierto por el norte grandes minas de gemas preciosas y la venta de estas piedras ha aumentado considerablemente. Nuestro rey, gran aficionado a las piedras preciosas no se cansa de pedir más y más gemas. – dijo Thandorgrim –
      • Pensé que tenían sus propias minas los enanos. – dijo Ryland –
      • Así es, pero visto cómo está el negocio. El rey Darin prefiere comprar y salvaguardar la riqueza de nuestra montaña para momento más difíciles. – contestó Thandorgrim –
      • .. una cosa. Si no es molestia, quería preguntar si conoce a un tal Thraarth. – preguntó Ryland –
      • Thraarth? – pregunto el enano –
      • No conozco su apellido… – dijo Ryland –
      • Tenemos un Thraarth en Kheleb si… – dijo Thandorgrim –
      • Pero hace meses que no tengo noticias suyas, ¿Por qué preguntas por él? – preguntó el enano –
      • Tenemos un tema pendiente, nos hicimos un favor mutuo. – contestó Ryland –
      • Quizá tendrás suerte, y se encuentre en Anduar. Allí nos espera un grupo de enanos para hacer el viaje de vuelta a Kheleb. – dijo Thandorgrim –
      • ¡Oh! Que Eralie escuche tus palabras y pueda encontrarlo en Anduar pues. – terminó Ryland –
      • Que vaya bien, y pase buena noche. – dijo Ryland mientras re retiraba a descansar con su familia –

      Después de varios días de travesía, vieron a lo lejos las enormes murallas de Anduar. Durante la travesía, hubo días para todo. Algunos días fueron más alegres que otros, pues para Eldheasiera era la primera vez que se alejaba tanto de su pueblo. La compañía de Ryland y sus hijos era lo único que le permitía olvidarse de tal hecho. A pocos metros de ellos, iban siempre los enanos atentos a cualquier extraño movimiento.

      • ¡Por Darin! ¡Al fin llegamos a Anduar! – exclamó uno de los enanos –
      • Aún no viejo Durgan… nos falta un último esfuerzo – dijo otro de los enanos –
      • ¿Viejo? ¿A quién has llamado viejo? – gruño el enano conocido como Durgan –
      • Seré mayor que tu Rhomdur… pero… – empezó a decir Durgan –
      • ¡Pero yo por lo menos me veo por donde meo! – dijo Durgan mientras golpeaba la gran barriga de Rhomdur con una gran hacha –
      • ¡Siempre estáis igual! – terció el tercer enano –
      • ¡Calla Siky! – dijeron Durgan y Rhomdur a la vez –
      • Por favor, ¿pueden bajar la voz? – dijo Eldheasiera con su suave voz –
      • Se me ha dormido el pequeño y con sus gritos, se despertará… – dijo Eldheasiera –
      • Perdone mi señora, ya callamos – dijo Siky con autoridad mientras miraba a Durgan y Rhomdur –

      Los tres enanos siguieron hablando, pero muy bajito y la comitiva encaró el último trecho hacia la gran puerta oeste de Anduar en silencio. Habían dejado atrás el desierto y sus peligros, ahora sólo necesitaban algo de suerte para llegar rápidamente a Takome pues Anduar, no era tan segura como antes y Ryland no quería estar más tiempo del necesario…

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