Inicio Foros Historias y aportes Peregrinación al Lago de Cristal: Camino a Anduar (Capitulo 2)

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    • ryland
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      Con los primeros rayos de sol, Ryland se levantó de la cama con todo el cuerpo dolorido, la paliza recibida la noche anterior había hecho mella en su anciano cuerpo, aun así, hizo un esfuerzo y de un pequeño salto, se puso en pie preparado para afrontar el nuevo reto que se había propuesto la noche anterior.

      Se dirigió a un antiguo baúl en un rincón de la habitación y poco a poco lo fue abriendo hasta dejar que la luz del sol iluminara por completo las vestimentas allí guardadas… A su cabeza le llegaron recuerdos de mejores épocas, en donde su sola presencia presagiaba grandes acontecimientos pero el paso de los años había hecho perder esa carisma que siempre había acompañado al viejo de Ryland… empezó a remover las armaduras, y poco a poco, se fue vistiendo con sus mejores galas, por último, se ajustó a su cinturón su vieja y mellada espada Inspiración y se ajustó su yelmo para salir a la calle como un verdadero caballero… al pasar por delante de un antiguo espejo, se dio cuenta, que viajando sólo y con esa ropa, difícilmente llegaría muy lejos, por lo que, cogió una de las enormes capas que tenía y se cubrió el cuerpo entero metiendo el yelmo en una extraña mochila que había conseguido en una de sus aventuras por el temido y lejano reino de Golthur Orod. En su lugar, cogió una vieja capucha para pasar desapercibido por los caminos de Eirea.

      Salió de su casa, y pasó por una pequeña taberna para comer algo y coger fuerzas. Acto seguido se dirigió a las cuadras donde recogió su caballo. Ya estaba listo, estaba a punto de empezar un viaje que le llevaría a su salvación o bien… a las puertas del olvido. Su primer objetivo sería llegar a Anduar, para lo cual, debería ir hacia el oeste hasta la gran urbe de Takome, luego hacia el sur hacía Orgoth y de allí seguir hacia el oeste hasta llegar a Anduar.

      Ryland que no había salido de Aldara desde que abandonó la Guardia marina de Takome por discrepancias con los altos mandos durante un ataque del capitán Tan, salió por la puerta echando la vista atrás varias veces para poder ver la ciudad desde fuera y recordar esa bella imagen. El camino de Aldara a Takome, era un camino relativamente seguro, sólo algún que otro pequeño grupo de bandidos trabajaban en esa ruta comercial. Fuera de esto, no había grandes peligros. Ryland adelantó varias carretas con mercancías que se dirigían al gran mercado de Takome y poco más. Se pasó durante los dos días que tardó en llegar a las murallas de Takome sin ver a nadie más.

      En las inmediaciones de Takome, la proliferación de mercaderes, aldeanos y viajeros era muy alta. Debido a que no tenía intención de entrar en Takome en el cruce que lleva a Takome se dirigió en dirección contraria. Decidió no entrar en Takome debido a que aún tenía muy abiertas las heridas sentimentales con la ciudad y con cierta dama que ahí residía y era mejor dejarlas cicatrizar mejor. Se decidió dirigirse hacia Veleiron, en el reino de Orgoth, donde tenía viejos amigos y desde allí podría decidir que ruta coger para llegar a Anduar, ya que debido al aumento de los grupos de renegados que malvivían por los caminos, hacía muy peligroso seguir las rutas comerciales convencionales por lo que Ryland quería pensar bien cómo ir hacia la ciudad de Anduar.

      Después de varios días cruzando el bosque de Orgoth y los caminos de Earmen. Ryland por fin alcanzaba y cruzaba el puente de Veleiron y se encaminaba a las puertas del poblado. Veleiron había cambiado desde la última vez que había estado en él, pues, las defensas habían sido claramente aumentadas y renovadas. La vista del muelle desde el puente era impresionante pues Veleiron, era uno de los puertos de Eirea con más movimiento comercial debido a la gran fama que tenían sus inmensos viñedos. Al llegar enfrente la entrada del poblado, un viejo amigo le saludó…

      • Bienvenido viejo amigo! – le dijo Laren al reconocerlo –
      • ¡Saludos! – respondió Ryland mientras desmontaba de su caballo –
      • Pasa, pasa. Las puertas de Veleiron estarán siempre abiertas para tu y los tuyos. – siguió Laren mientras ordenaba a los guardias abrir las puertas mientras éste caminaba junto a Ryland –
      • ¿A que debemos esta visita? – pregunto Laren –
      • No estaré mucho tiempo, sólo estoy de paso para recoger algunas provisiones y pedir consejo sobre el camino a seguir para llegar a Anduar. – explicó Ryland –
      • Los caminos, como bien deduces, no son nada seguros últimamente. Un grupo, cada vez más numeroso, de renegados los recorre cada día en busca de víctimas. – comentó Laren –
      • Lo mejor es que hables con el nuevo alcalde. – sugirió Laren –
      • Yo haré que cuiden a tu caballo en los establos. – dijo Laren mientras le invitaba a dirigirse a la casa mayor –
      • Bien, así lo haré. Muchas gracias Laren. Nos vemos luego – se despidió Ryland –
      • Hasta luego. Y no te preocupes por las provisiones. Me encargaré de todo. – terminó Laren –

      Ryland asintió y se dirigió hacia el edificio del consejo cruzando la plaza del Edhelorn en donde vio al viejo alcalde dando una aburrida charla a unos pobres lugareños que simplemente estaban pasando por allí en ese momento…

      Al llegar a la casa pidió permiso para ver al alcalde y se le fue concedido casi al instante, debido a la poca actividad de la época, el alcalde no tenía mucho trabajo.

      • Bienvenido Ryland – dijo Elarin, el alcalde –
      • Saludos – respondió Ryland con una leve reverencia –
      • ¿Qué buenas nuevas trae tu visita a este humilde poblado? – preguntó Elarin –
      • Vengo para pedir consejo, debo llegar a Anduar y quería conocer el estado del camino hasta allí… – preguntó Ryland –
      • Bufff… no hay semana, que nuestras carretas sean asaltadas por bandidos, cada vez son más y quiere más. Por lo que ya hace varias semanas, se decidió enviar protección con la mercancía y sólo sale una caravana comercial a la semana… – explicó Elarin –
      • ¿Podría unirme a uno de esas caravanas pues? – preguntó Ryland –
      • Podrías, pero … deberás esperar a que vuelva. Salió hace tres días, y si todo va como tiene que ir, faltaran aún cuatro días o uno más, para su vuelta. – replicó Eralin –
      • Sin la protección de un convoy, la ruta a Anduar es muy peligrosa actualmente y te desaconsejo ir tu sólo, mejor ir en barco…
      • ¿En barco? – preguntó Ryland –
      • Sí. – afirmó Elarin –
      • Desde que empezamos a tener tantas pérdidas a causa de los mercenarios, decidimos incorporar más barcos destinados a cubrir la ruta entre Veleiron y Alandaen. – continuo Elarin-
      • ¿Y los piratas del Orthos? – preguntó Ryland –
      • Viajamos bordeando la costa con barcos de poca envergadura mucho más rápidos y esto, nos proporciona lo necesario, para no ser objetivos de sus barcos. – contestó Elarin-
      • ¿Cuándo podría partir en uno de esos barcos? – preguntó Ryland –
      • Mañana mismo, cada tres días, sale un pequeño grupo de barcos. – contestó Elarin-
      • Haré preparar una habitación para que puedas descansar esta noche y mañana mismo, podrás ir a Alandaen en nuestros barcos. – dijo Elarin –
      • Muchas gracias – contestó Ryland –

      Elarin hizo llamar a su secretario, el cual indicó el camino a Ryland. Iba a dormir en unas dependencias algo alejadas del centro del poblado y muy cercanas al templo de Eralie donde podría descansar con mucha mayor facilidad al no haber mucho ruido de noche.

      De camino a los aposentos, las campanas del pueblo resonaron con insistencia y el secretario insto a Ryland a seguirlo hasta la plaza de pueblo para ver que ocurría. Al llegar al mismo, encontraron un campesino con la cara ensangrentada explicando cómo unos bandidos le habían atacado en los viñedos y que una vez lo dejaron malherido en el suelo, pudo ver donde se refugiaban.

      Sólo decía una y otra vez, que se escondían en el espantapájaros del sombrero rojo de los viñedos. Debido a que las fuerzas militares de Veleiron eran muy escasas, el consejero Herdimel pensó que era mejor esperar que regresase parte de la guardia del poblado, pero Laren, que había llegado con el campesino, no estaba dispuesto a esperar más, por lo que reunió un pequeño grupo de guardias y algunos campesinos para ir en busca de ese grupo de bandidos que llevaban una buena temporada acechando una y otra vez a los campesinos del poblado. Ryland viendo que algunos de los acompañantes de Laren, nunca habían empuñado un arma, decidió acompañarlos y poder así, contribuir de alguna manera a la amabilidad recibida hasta el momento.

      Durante el camino de Veleiron a los viñedos, Laren estuvo hablando con Ryland…

      • Gracias por venir amigo, contigo en el grupo, me siento más seguro. Muchos de estos muchachos que nos acompañan, no han tenido que levantar una espada nunca. – dijo Laren, refiriéndose a alguno de los voluntarios –
      • ¡No hay de qué viejo amigo! – dijo Ryland –
      • ¿Cómo quieres actuar? – pregunto Ryland a Laren –
      • Pues bien, hay dos espantapájaros con sombrero rojo según me dijeron, y viendo que Elshaveht no dijo en cual exactamente se escondieron, nos dividiremos en dos grupos y el primero que encuentre alguna cosa, se espera a que el otro grupo venga a reunirse para ir todos juntos a por el grupo de bandidos. – dijo Laren –
      • Me parece buena idea. – dijo Ryland –

      Siguieron galopando hacia los viñedos y una vez llegaron a la entrada, dejaron los caballos atados para moverse sin hacer demasiado ruido. Poco a poco avanzaron sin ver nada hasta el cruce donde tenían que dividirse para revisar los espantapájaros. Laren dividió el grupo en dos y se fue con uno de ellos hacia el espantapájaros de la derecha, Ryland, cogió el resto y se fue hacia el de la izquierda. Quedaron en que quien viera algo, enviara a uno de los chicos a por el otro grupo.

      Ryland llegó rápidamente con su grupo formado por cuatro hombres y una mujer, tres eran guardias del poblado y los otros dos, eran jóvenes campesinos cansados de tantos robos de este grupo de bandidos. Estuvieron examinando los alrededores del espantapájaros sin ver ni oír nada extraño hasta que, por una casualidad, al tocar una de las manos del espantapájaros se escuchó un ruido en una roca próxima y acto seguido se abrió lo que parecía la puerta a una cueva.

      • ¡Atentos! – dijo susurrando Ryland –
      • Elhond ve a buscar al otro grupo. Parece que hemos dados con la guardia. – dijo Ryland al más joven de todos ellos –

      Acto seguido, el joven Elhond empezó a correr hacia el cruce para ir en busca del otro grupo, instante en el cual, un golpe seco hizo que todo el grupo se fijara en la entrada a la cueva, parecía que empezaba a cerrarse. Ryland, temeroso de no saber volver a abrirla, corrió hacia la misma e intento mantenerla abierta bloqueándola con su cuerpo mientras el resto del grupo se disponía a ayudarlo, pero no llegaron a tiempo y Ryland resbaló hacia el interior de la cueva. La cueva se cerró…  Ryland intentó abrir la roca pero no había forma, así que, a la espera que pudieran volver a abrir el acceso a la cueva desde fuera, Ryland se dispuso a explorar algo el túnel.

      Ryland bajó por unas escaleras y de golpe, al girar una esquina se encontró con varios bandidos que se sorprendieron por el encuentro y se dispusieron a atacarlo. Ryland que iba ya con la espada en la mano, ensarto la misma en el hígado de uno de ellos y con su escudo, golpeo fuertemente la cabeza del otro haciendo que perdiera el equilibrio. El pobre bandido, tambaleándose, se golpeó la cabeza con una roca que sobresalía y Ryland aprovechó el momento para noquearlo con un golpe de escudo en la nuca. Ryland estaba nervioso y aunque no hacía nada de calor, su cuerpo sudaba como si estuviera en un desierto. Se miró las manos y vio como las mismas le temblaban de los nervios… respiró profundamente y levantando la mirada hacia el interior del túnel, vio varias sombras acercándose. Como era de suponer, su presencia en la guarida de los bandidos ya no era un secreto, así que, debía prepararse y aguantar hasta que llegaran el resto de grupo con Laren.

      Ryland retrocedió varios metros en el momento en que un grupo de no más de cuatro bandidos llegó enfrente de él. Era cuatro para uno, Ryland en sus buenos tiempos no hubiera tenido ningún problema en enfrentarse a ellos a la vez, pero ahora, con más primaveras en su cuerpo que las de todos esos sumadas hacían que la pelea pudiese terminar en tragedia… Ryland levantando su espada, realizó un grito de los suyos en honor a Eralie buscando obtener el don de Eralie, pero nada ocurrió y tras unos segundos de perplejidad, apretó los dientes y entabló un duelo desigual enfrente esos bandidos. Por suerte, la parte del túnel en donde estaba, era bastante estrecha y eso ayudaba a poder mantener a raya el grupo de bandidos al no poder estar más de dos personas en fila. Tras un breve cruce de golpes, Ryland ensartó su espada en uno de los brazos de uno de ellos, provocando que el mismo soltase su espada. Cuando se disponía a volver a golpear al mismo, vio como el grupo de bandidos retrocedía y entonces se dio cuenta que detrás suyo aparecía Laren con los guardias de Veleiron y rápidamente, empezó una lucha entre los dos grupos que terminó con los cuatro bandidos tendidos en el suelo con heridas de más o menos consideración. El grupo con Laren y Ryland a la cabeza, avanzó varios metros por el túnel de la cueva hasta llegar a una zona mucho más ancha en donde había una vieja puerta de madera.

      Al abrir la puerta, se encontraron un reducido grupo de bandidos y al que parecía el jefe. Parecía que estaban esperándolos pues de detrás de la puerta saltaron varios bandidos más rodeando al grupo. La lucha empezó y mientras varios bandidos se centraron en atacar a Laren, Ryland se encaró al jefe de los bandidos. Éste sin poder de Eralie en su cuerpo se dispuso a enfrentarse al bandido usando solamente sus dotes con la espada. La lucha estaba equilibrada dado que el bandido tenia buenas dotes para el manejo de las armas y Ryland que era superior técnicamente, tenía en contra la fuerza y velocidad de su oponente, muy superiores a la suya, por bien que Ryland le doblaba en edad seguramente. En cierto momento, Ryland tiró de manual y bloqueo con su espada una estocada del bandido y en el mismo movimiento, hundió la misma en las entrañas del bandido provocando una muerte casi instantánea. En ese momento, Laren lograba deshacerse de uno de los bandidos que le habían bloqueado en su intento de ayudar a Ryland y el resto del grupo acorralaba a los pocos bandidos que aún se mantenían en pie.

      Fue una lucha corta pero intensa. Ryland, agotado, encontró una carta entre los restos del jefe de los bandidos y pensó en mostrarla al consejero Herdimel, pues según Laren, llevaba muchos días detrás de este bandido. Encadenaron entre sí al pequeño grupo de bandidos que se habían rendido y bloquearon el acceso a la cueva antes de partir hacia Veleiron. Al llegar a Veleiron, Laren se despidió de Ryland, convocándolo para mañana para informar a Herdimel de la noticia del fin de los bandidos en los viñedos. Así pues, Ryland, entumecido y algo desconcertado por cómo había ido la batalla con esos bandidos cogió el camino hacía sus aposentos …

      Ryland, antes de irse a dormir y muy preocupado, decidió ir a orar unos minutos al templo, notaba que lo necesitaba ya que desde los acontecimientos ocurridos en Aldara, no había vuelto a notar la presencia de Eralie en su cuerpo y esa noche, la falta del poder de Eralie en su cuerpo provocó una sensación que hacía años que no sentía… Ryland, a la luz de Argan, se acercó al altar junto a una pequeña fuente de agua y rodilla al suelo, empezó su oración a Eralie:

       

      «Protector del bien, luz de mi camino, predecesor de Paris, dios del bien» – Ryland rezaba –

      “Amo y señor de la palabra divina, portador de las llaves al paraíso» – Ryland rezaba –

      «En tus brazos nos acogiste para mostrarnos la senda correcta» – Ryland rezaba –

      «Oh, antiguas hazañas recuerdan tu nombre, cuando el mal y la destrucción poblaban nuestros corazones» – Ryland rezaba –

      «Nos diste la fuerza, nos diste la vida, tú, ¡solo tú!, hiciste lo imposible, pues salvaste a tus humildes servidores» – Ryland rezaba –

      «Oh, dios misericordioso soy tu fiel servidor» – Ryland rezaba –

      «La grandeza de tu nombre, no tiene parangón» – Ryland rezaba –

      «En esta tierra o en el más allá, tu nombre no tendrá competidor» – Ryland rezaba –

      «Soy tu paladín, el portador de tu fe» – Ryland rezaba –

      «Por todos los caminos, sean de este mundo o de otros» – Ryland rezaba –

      «Tu estandarte al viento, mi mano sustentará» – Ryland rezaba –

      «Un gran golpe, fue el tuyo para Seldar derrocar» – Ryland rezaba –

      «En momentos oscuros, tu gran victoria en nuestros corazones está» – Ryland rezaba –

      «No fue fácil la hazaña, tal y como todos cantan» – Ryland rezaba –

      «¡Es por ti este rezo!» – Ryland rezaba –

      «¡Postrado ante ti me tienes, rodilla al suelo y mirada al cielo implorando tu ayuda!» – Ryland rezaba –

      Ryland salió de su estado de trance sin notar ningún cambio aparente. Al levantarse y mirar el cielo, le pareció escuchar una voz que le decía que bebiera de la fuente y así lo hizo. Al momento, un haz de luz recorrió todo su cuerpo, sanando algunas pequeñas heridas y notando como su cuerpo se recuperaba del cansancio acumulado por la pequeña aventura que había vivido hacía poco tiempo.

      No tenía claro que había ocurrido, pero su fe en Eralie se vio fuertemente reforzada después de tal hecho, el cual, le permitió descansar mucho mejor esa noche.

      Al día siguiente, junto a Laren, fueron a ver a Herdimel y le hicieron entrega de la carta que encontraron junto al jefe de los bandidos conocido como Archan. Este se puso muy contento y les invito a informar ellos mismos a Elarin de la buena noticia. Ryland confió esa tarea a Laren ya que no deseaba retrasar la partida del barco hacia Alandaen.

      Fue así, como Ryland acompañado por Laren, caminó hacia el muelle y allí encontraron a Jendhellar junto a su caballo. Laren había mandado esperar a uno de sus hombres en el muelle junto con el caballo de Ryland y hacerle entrega de un buen paquete de provisiones de los elfos para el largo camino que le esperaba.

      • Viejo amigo, espero verte pronto de vuelta. – dijo Laren –
      • No sé si será pronto o no, pero volveré. – contestó Ryland –
      • Te he puesto varios paquetes de provisiones, guárdalas para los momentos críticos. – explicó Laren –
      • ¡Vale, gracias! – dijo Ryland mientras le daba un fuerte abrazo –
      • ¡Nos vemos a la vuelta! – dijo Ryland –

      Ryland, cogió fuertemente las riendas de su caballo y subió al barco que le debía llevar a Alandaen y Laren volvería a su lugar, la puerta del poblado, no sin antes hablar con Elarin sobre el fin de los bandidos de los viñedos.

      La travesía de Veleiron a Alandaen fue rápida y sin complicaciones, al ir muy cerca de la costa, no tuvieron ningún encontronazo con barcos piratas ni otros enemigos y a la llegada a Alandaen, al ir sin emblemas, se camuflaron rápidamente entre la gran multitud de barcos llegados de decenas de puertos de todo Eirea.

      Ryland se despidió de los marineros que lo habían llevado a Alandaen y bajo unas ropas oscuras, que escondían parte de sus armaduras, salió del pequeño poblado pesquero dirección a Anduar. Por el camino, muy transitado por carretas de comerciantes y algún que otro grupo de chacales salvajes, no vio ni notó nada raro, por lo que, al cabo de casi dos días enteros y cuando el sol empezaba a ponerse por el horizonte del segundo día, logró ver a muy poca distancia, los enormes muros de Anduar, la ciudad comercial por excelencia de todo Dalaensar.

      El silencio se esfumó de golpe y escuchó algo que se le acercaba a paso deliberadamente rápido, por lo que, viéndose a poca distancia de Anduar y en teoría minoría, espoleó a su caballo para alcanzar las puertas de Anduar y con ellas, la protección de la guardia Nivrim. Sin mirar hacia atrás en ningún momento, llegó enfrente las puertas y entonces y sólo entonces, freno y miró hacia atrás… entre gotas de sudor frío, escudriño con la mirada hacia el camino y sólo alcanzó a ver oscuridad y nada más. Esperó unos segundos antes de entrar y nada, nada ni nadie se acercó por el camino del cual había venido, así que, tras bajar del caballo y ser revisado por los guardias y explicadas las normas de la ciudad, puedo entrar libremente por fin, a Anduar.

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