Inicio Foros Historias y aportes La historia de Raiduan

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    • Cras94
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      —PARTE I—
      ……….
      Os voy a contar mi historia y lo voy a hacer como lo hacen todas las historias, por el principio.
      Me llamo Raiduan, de padre humano y de madre elfa, nací en Thorin el 14 de Angthe del 58 Era 4ª y me he criado en el dolor por aquellos que mataron a mis padres. He pasado mi vida entrenándome en el arte de sigilar y matar de un disparo certero a la yugular. Pero, como dije, empecemos esta historia por el principio.
      La primera vez que abrí los ojos vi un gran ojo y parte de otro, cuya luz me abrigaba mientras yo trataba de respirar por primera vez. Luego se me aclaró la vista y me di cuenta que había 2 pares de ojos más pequeñitos observándome con cierta sonrisa. Más tarde me enteré que era la curandera del claro y mi querido padre, al que amaba con devoción.
      Transcurrí mi infancia como cualquier niño en el claro. Me apasionaba el bosque, sus animalillos, sus sonidos, sus olores. Sin embargo, abrí literalmente los ojos a la realidad 2 días después de mi vigésimo cumpleaños.
      La noche anterior los druidas estaban tensos, los animales nerviosos, los pájaros no cantaban. Se respiraba algo en el ambiente, algo que descubrí al despertarme por el grito desgarrador de mi madre.
      Salí corriendo de mi cama y quedé pálido al ver como mi padre vomitaba sangre. Su piel estaba podrida, sus ojos apagados, no se movía y apenas respiraba. Sentía que las piernas me fallaban y caí de bruces contra el suelo mientras lágrimas asomaban a mi rostro infantil e inocente.
      -¡Raiduan! ¡Raiduan! ¡Levanta! ¡Te van a picar a ti también!. Era mi madre gritándome desesperadamente pero yo solo pensaba en llorar y llorar.
      -No madre, ¡Déjame!
      -¡Raiduan por todos los dioses de Eirea! ¡Levanta si no quieres acabar tú también como tu padre! ¡Todavía puede haber alguna por aquí!
      -¿Alguna qué? ¿Qué le ha pasado a padre?
      Con mucho esfuerzo pude incorporarme. Las lágrimas ya no brotaban, habían sido sustituidas por una nueva sensación dentro de mí que jamás había experimentado. Era inexplicable, solo quería salir al bosque y matar a todo lo que me encontrase. Me agarró de los hombros para no caerme.
      -Unas arañas envenenadas por la peste de Seldar han salido de su cueva y han atacado a padre. No logré llegar a tiempo. Para cuando lo hice, ya le habían inyectado su terrible veneno.
      -No, no, no, ¡No puede ser! ¡Eso es mentira! ¡Las arañas nunca salen de la cueva ni están envenenadas por Seldar!
      -Lo siento hijo mío. No te miento, de verdad.
      -No te creo madre, ¡No te creo! ¡Suéltame! ¡Me quiero ir de aquí!
      -Las vi salir de la ventana rezumando un líquido burbujeante ¿Y quién si no les ha podido envenenar y desquiciar para que salgan de su guarida y hagan tal atrocidad?
      -¡Suéltame! ¡Avisemos al Gran Druida! ¡Él tiene que tener la cura! ¡No te quiero oír más!
      Inmediatamente salimos corriendo hacia las llamas de Thorin. No pude controlarme y derribé la puerta de una patada, despertando al Gran Druida.
      -¡Gran Druida! ¡Perdona esta intrusión pero venga a ver lo que le ha pasado a padre! ¡Vamos! ¡Ya! ¡No hay tiempo que perder y tienes que curarle!
      Lo que pasó a continuación lo recuerdo de forma borrosa. Recuerdo a mi madre llorando, a mi gritando, al Gran Druida con la cabeza gacha y rezando una oración inaudible. Pero si que recuerdo bastante bien el día siguiente.
      Amaneció como cualquier otro día, pero para nosotros no era lo mismo, para mi no era lo mismo. Salí corriendo hacia el bosque, me encaramé a un árbol y grité. Grité tanto que se me encogió el pecho. Una punzada en el corazón paró mi berrinche. Entonces, en ese momento, otra vez resurgieron las lágrimas recordándome el dolor de lo sucedido esa fatídica noche.
      Con lágrimas nublando mi visión, hubo una rama hueca que llamó mi atención. La arranqué, le pasé mis dedos de medio elfo medio humano por la corteza. Froté la rama contra el árbol, le quité impurezas por dentro hasta que al final tuve una rama hueca semi limpia y con una idea en mente.
      Centré mi atención en buscar una bellota perfecta para mi idea…y la encontré.
      -¡Perfecta! ¡Esta bellota será perfecta!
      Introduje la bellota alargada dentro del tubo y, a continuación, me esforcé en buscar un objetivo. Allí estaba, debajo de mí un ciervo comiendo hierba tranquilamente, aunque no lo hizo durante mucho tiempo. Puse mis labios en un extremo del tubo, miré al ciervo con mis ojos azules, y soplé con todas mis fuerzas.
      Solo se oyó un pequeño estruendo al caer el ciervo en la hierba que pastaba. Primero pensé que se hacía el muerto pero enseguida sangraba justo por la herida que le hizo mi bellota dardo en el cuello.
      Y así fue como con mi cerbatana casera empecé a entrenarme día tras día con un objetivo en mente, vengar a mi padre.
      Diez años más tarde la vida me dio otra bofetada. Esta vez mi otro ser querido, mi madre. Regresaba al claro de los Nyathor después de un duro entrenamiento en el bosque. Al llegar al claro estaban todos reunidos alrededor de la losa en la que se reza a Eralie. Y allí estaba, mi madre tumbada con una herida sangrante abierta en el pecho. Tenía un aspecto horrible. Eran 3 rasguños de las garras tóxicas de un hombre lagarto. Supuraba veneno por todas partes y solo podía respirar. Hacía tiempo que se le había ido el color de la piel, estaba más blanca que la leche. Al sentir mi presencia pudo hacer un enorme esfuerzo.
      -¡Madre! ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo te has hecho eso? ¿Quién ha sido?
      -Rai, escúchame por favor. No sufras por mí como lo hiciste con tu padre. Él no hubiera querido eso. Ahora tienes que ser fuerte, estás solo en este mundo. Ya casi eres mayor de edad, sal fuera del bosque y busca a los culpables de nuestra desgracia. Solo prométeme una cosa…
      -Si, ¡Madre! ¿Madre? ¡Madre!. La vida se le iba por momentos y yo paralizado del shock sin poder hacer nada.
      -Hijo…
      -Madre, madre, ¡No te vayas tú también!
      -Escúchame hijo… Ahora debes ser fuerte y prométeme…
      Con una última bocanada de aire, por fin terminó la frase.
      -…Prométeme que serás libre…
      -Lo haré madre, Te lo prometo. También prometo vengarme de nuestra desgracia, lo prometo.
      ……….
      Un año más tarde preparé mis atuendos de viaje y me encaminé al sendero que lleva hasta la mismísima senda de las arañas. Caminé varios días hasta que desesperado me arrodillé y volví a gritar, como 11 años atrás. Caí al suelo agotado y allí estaba. Una cueva escondida tras unos matorrales con multitud de ojos rojos acechando. Descansé un poco y con valor entré en la boca del lobo.
      Mi sorpresa fue que todas las crías de arañas estaban envenenadas, lo cual significa que la reina madre era la envenenada, la causante de la muerte de mi padre. Recorrí el siniestro tumulario hasta una bifurcación. Por un lado un sendero sin arañas, por otro lado, una cueva aún más oscura y peligrosa.
      Decidí tomar el sendero sin arañas, pensaba que no me iba a costar retomar el camino de vuelta y volver a seguir las arañas. Además, necesitaba un descanso, un poco de aire limpio. El sendero transcurrió de forma tranquila, demasiado tranquilo en mi opinión. Otra gran sorpresa me llevé cuando al final del sendero estaba una gruta llena de osos, aparentemente tranquilos. Entré sin hacer ruido, siguiendo el camino de osos que me llevó hasta un bloque de piedra.
      Mi asombro fue mayúsculo. Algunos osos parecían como si le rezaran al bloque de piedra. Bloque, que por cierto, despedía un brillo misterioso. Restos de vísceras y sangres estaban por todas partes, como alimento y ofrenda al bloque. Más estremecido me quedé cuando un oso se dirigió a mi y me habló con una voz gutural.
      -Eh, tú. Sé que estás ahí. Ven, no tengas miedo. No voy a hacerte daño, de momento. Puedo olerte, oigo tu respiración, siento tu miedo….¡Sal de tu escondite!
      Temblando, despacito y con cautela me descubrí, dejando a mi lado la formación rocosa en la que me ocultaba.
      -Ho…ho…¡Hola? ¡Puedes hablar? No, los osos no hablan. Han sido imaginaciones mías. Me estoy volviendo loco. ¡Tengo que salir de aquí!
      Me disponía a salir pero un zarpazo, mortal de haberlo querido, me retuvo.
      -Si, te estoy hablando yo.
      En ese momento el oso empezó a cambiar de forma. Poco a poco se le quitó el pelo del cuerpo, se hizo más pequeño, le salieron dedos donde antes tenía garras…y finalmente se transformó en un druida…algo raro.
      Me tendió la mano con una sonrisa pacificadora y unos ojos cálidos. Finalmente accedí. Total, si no me ha matado ya es porque no ha querido.
      -Hola Raiduan. Me llaman Thruth. Lo sé todo sobre ti. Sé tu desgracia. Tenemos inquietudes en común. He estado ayudando a Ruthrer con la investigación de las arañas envenenadas por la peste de Seldar. Pero no te he hecho venir hasta aquí por eso.
      -E…e…e…¡Entonces?
      -Sé que pretendes salir del bosque. Sin embargo, es un suicidio. No puedes ir solo vagando por Eirea. Hay mucho fuego en ti. Lo veo en tus grandes ojos azules. Pero necesitas de ayuda, y aprender a controlar tus emociones.
      -Tú…¿Tú vas a venir conmigo? ¿Alguno de estos osos me acompañará en mi misión?
      -Siento decirte que no, mi querido Raiduan….Sin embargo, te vas a llevar contigo algo mucho mejor, algo mucho más grande.
      -¿Más grande que un oso? ¿Y qué es?
      -Paciencia, paciencia Raiduan. Todo llegará en su momento. Ahora ven, sígueme. Necesitas descansar y reponer fuerzas. Tu entrenamiento solo acaba de empezar. No te preocupes por los osos, no te harán daño mientras estés conmigo.
      Pasaron un par de noches en las que descansé en algo parecido a una habitación. En un lateral de la cueva, dentro de una pequeña grieta, Thruth con su magia me hizo una cama de hojas frescas, me dio un cuenco de agua y algunas bayas para comer.
      Justo el sol me daba en la cara por los huecos que dejaban filtrar la luz del techo cuando Thruth, con su habitual aspecto, me sirvió una manzana y otro cuenco de agua como desayuno.
      -Venga Raiduan, despierta. Ya es hora de desayunar y te espera un día largo.
      -Voy…voy…
      -Como no te levantes te tiro el agua a la cabeza y luego no tendrás más hasta el final del día, cuando el sol despunte por las montañas.
      De un salto apresurado me levanté de la cama de hojas, comí la manzana y caminé tras él, siguiendo sus pasos. Procurando pisar donde el pisaba. Me condujo hasta la salida de la gruta donde el sol me dio de lleno obligándome a cerrar los ojos de dolor.
      -Señor…¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Cómo sabes que yo vendría hasta aquí?
      -Paciencia Raiduan. Cada respuesta en su momento. Ahora ven aquí y observa. ¿Ves aquel sendero que se dirige a unos montes?
      Afinando la vista pude distinguir el sendero que me indicaba con su mano huesuda.
      -Si, lo veo.
      -Pues tu camino está en la otra dirección. Sigue ese sendero dejando los montes a la espalda y llega hasta una ciudad llamada Takome. Ten cuidado, pues en el bosque no solo hay lobos, sino bandidos que no dudarán apuñalarte para robarte tus míseras pertenencias. Ahora ven, quiero enseñarte algo.
      Con paso firme regresamos hasta el bloque de piedra. Todavía cada vez que me voy me asombra la luz misteriosa que desprende. Thruth se paró delante del bloque, se giró, me señaló a mi primero, luego al bloque y finalmente a un oso.
      -¿Sabes que es esto?
      -No…No…No sabría decir con exactitud…
      -Relájate Raiduan. Estás conmigo, no te va a pasar nada, ¿Recuerdas? Ahora concéntrate y dime, ¿Qué crees que es este lugar?
      -Parece como una especie de altar…parece que los osos le rezan al bloque.
      -¿Bien! ¡Este es el altar del Dios Ralder, el Dios de la fuerza animal. Recuerda que lo sé todo sobre ti, y sé que no eres devoto de Eralie. Piensas por qué Eralie ha permitido tal desgracia sobre ti, sobre tu familia. Pero también sé que no eres malo, hay bondad en ti. Tus ojos azules te delatan. Si estás dispuesto a oírme, te lo enseñaré todo sobre Ralder.
      -Increi…increi…¿Cómo sabes todo eso de mí?
      -No es la respuesta a la pregunta que te hice. ¿Estás dispuesto a oírme? Luego serás libre de tomar a Ralder o no. Sólo tú puedes decidir.
      -Si, por favor.
      Thruth pasó de ser un druida raro a ser un maestro para mí. Me enseñó la doctrina de Ralder, sus oraciones y su poder. Tal era las impresiones que tenía que acabé por creer en algo después de tanto tiempo. Poco a poco un vacío que tenía dentro de mí se fue rellenando con cada oración, con cada día, con cada consejo. Finalmente, me consagré en vida y alma a Ralder, como más tarde descubriría mi maestro.
      ……….
      Tras nueve años, por fin era mayor de edad. Nueve años en los que seguía entrenando sin descanso con mi cerbatana, aprendiendo de la sabiduría de mi maestro, aprendiendo sobre Ralder, cazando y llevando comida a la cueva y al claro. Sin embargo, mi aventura no había hecho más que empezar.
      Un día…
      El sol comenzaba a filtrarse por los huecos del techo y cuando abrí los ojos allí estaba, mi maestro. Notaba algo diferente en él. Algo hoy iba a ser distinto.
      -Buenos días Rai. Vamos, toma el desayuno. Tenemos cosas de las que hablar.
      Bajo su cálida sonrisa desayuné lo más aprisa que pude. No se por qué, pero estaba nervioso. Al rato volvimos al templo. Lugar que para mi significaba más que un templo, era mi hogar, mi nuevo hogar. Nos volvimos a sentar en nuestras piedras como de costumbre, dejando la piedra grande y lisa en nuestro centro a modo de mesa.
      -Bien Raiduan. Es hora de que te cuente algunas cosas y de que tomes una decisión.
      -Dime maestro.
      -Ya eres mayor de edad y te toca tomar una decisión…¿Estás dispuesto a consagrarte en cuerpo y alma a Ralder?
      -Si maestro. Ya hace tiempo que creo en el y además…
      Con una fuerte voz me interrumpió.
      -Lo sé lo sé. Recuerda que lo sé todo sobre ti. Pero tenía que oírlo de tu boca aquí, en este lugar. Sabes que no estamos solos, aquí te oye Ralder también. Ahora ven, acércate.
      Nos levantamos con paso firme pero lento hacia el bloque de piedra. Me hizo poner mi mano hábil en el altar y agarrándomela hizo unos extraños movimientos mientras canturreaba una oración apenas audible.
      Inmediatamente sentí un gran pinchazo en mi espalda, como un latigazo, que me hizo retorcerme de dolor. Aturdido me levanté y descubrí una herida en mi pecho que mi maestro no tardó en cicatrizar. Estaba terriblemente agotado. Me quedé ahí, un buen rato, descansando bajo sus atentos cuidados.
      Por fin pude levantarme con las piernas temblando.
      -Maestro…maestro…¿Qué ha pasado? ¿Qué ha sido eso?
      -Has hecho el rito de inicialización. Ahora Ralder irá contigo allá donde vayas. Descansa un poco, tenemos que seguir hablando.
      Después de unos minutos…
      -Como iba diciendo, ya eres mayor de edad. Eres diestro con tu arma y tienes a un Dios de tu parte. Ahora debes partir a Takome. Pero tienes que hacerlo sin mí. Yo tengo que seguir aquí ayudando a Ruthrer con las arañas y la investigación. Quiero adentrarme en la cueva oscura que hay antes de coger el camino al templo. Esa cueva a la que nunca te he permitido entrar.
      -¡Pero maestro! ¡No puedes entrar solo a esa cueva ni me quiero ir de aquí! ¡Este es mi nuevo hogar!
      -Raiduan, tranquilízate. No te pongas en modo infantil y madura de una puta vez. Recuerda la promesa que le hiciste a tu madre y aquí no la vas a cumplir. Te quedan muchas cosas buenas y malas que pasar por tu vida. Mira, tengo esto para ti.
      De un bolsillo de su atuendo se sacó una bolsa llena de platinos. Me quedé asombrado por la cantidad de dinero, nunca antes había visto tanto dinero. Volví a la realidad nuevamente con la voz de mi maestro.
      -Ahora coge este dinero y ve a Takome. Tienes que ir a la taberna. Allí hay una cofradía que tiene un objeto especial reservado para ti. Era una reliquia de tu padre que guardaba para ti cuando tuvieras suficiente edad. Lamentablemente él no sabía usarla, pero tu sí. Es el último recuerdo que nos queda.
      -Pero…pe…¿Pero y que es? ¿Y cómo voy a poder entrar en la ciudad?
      -Paciencia muchacho, déjame terminar. Se trata de una cerbatana ígnea con forma de dragón. No se cómo la consiguió tu padre, pero sus poderes mágicos son impresionantes. Y este dinero es para pagar los servicios de la cofradía. No te preocupes por el dinero. Yo no lo necesito. Con respecto al acceso a la ciudad no te preocupes, hace tiempo envié un mensajero avisando de tu llegada, tan solo di que vas de mi parte. Ahora salgamos fuera.
      Salimos hasta la entrada de la gruta y, como aquel día, me volvió a repetir.
      -¿Ves aquel sendero hacia las montañas?
      -Si, maestro.
      -Pues recuerda que Takome está en la otra dirección. Solo sigue el sendero dejando las montañas atrás. Pero ten mucho cuidado, son múltiples los peligros. Jamás olvides que ningún camino es seguro. Duerme en las copas de los árboles, viaja solo por el día, no hagas fuegos y no llames la atención. Ahora prepara tus cosas y disponte a partir inmediatamente.
      Con la sabiduría de mi maestro rondándome por la cabeza preparé mis escasas pertenencias. Sentía algo. Sentía que tenía que hacer algo más antes de partir. De repente lo vi claro.
      -Maestro.
      -¡Si?
      -Quiero que me hagas una cosa antes de partir.
      -Cuéntame.
      -Quiero que con tu daga encantada me hagas unas cicatrices en el hombro derecho. Tienen que dibujar una calavera que represente el mal y una espada que la atraviese que me recuerde en todo momento por lo que lucho, a quienes mataron a mis padres. Que la gente cuando me vea sepa quien soy solo con verme, que recuerde a toda Eirea que no descansaré hasta ver a todos los seldaritas muertos, que no descansaré hasta erradicar el mal de este mundo.
      Mi maestro se quedó asombrado con la boca abierta. Sin embargo, accedió. El fuego de mis ojos y mi determinación le convencieron al momento. Sabía que no iba en broma.
      Puse mi brazo en el bloque de piedra. Sacó su daga encantada y se dispuso a la tarea. La sangre salía de mi hombro y caía al bloque desapareciendo bajo este. Sin duda Ralder la estaba tomando en su seno. El dibujo quedó perfecto, pero tenía algo extraño..¡Brillaba!
      -Maestro, muchas gracias. ¿Pero por qué brilla?
      -Esta daga está encantada y, además, has puesto el brazo en el templo. La fe de Ralder siempre estará contigo.
      -Me encanta maestro. Así sabrán quien soy hasta en la oscuridad. Ahora si que puedo partir en busca de mi destino y a recoger el regalo de padre.
      -¿Alguna otra cosa Rai?
      -N…no…Bueno si. Hay una cosa más.
      -Te escucho.
      -El primer día que vine a este lugar me dijiste que partiría de aquí con algo mucho más grande que un oso, algo que me ayudaría en esta vida…
      -Si, si. Ya lo tienes mi querido Rai. Tan solo piensa un poco…
      -No entiendo maestro. No llevo nada más grande que un oso conmigo. Sólo tengo algunos atuendos y enseres.
      -Piensa hijo mío. Llevas contigo la fe de Ralder, la fe en ti mismo. La fe es lo que te dará fuerzas en momentos de debilidad. Cuando creas que no exista nada por lo que luchar ten fe en ti mismo, recuerda tu promesa, recuerda el dibujo que me has pedido hacerte. Ten fe en la bondad del mundo. La fe es lo más grande de todo el universo, pues nos da fuerzas cuando nada más nos la da.
      -Todavía me asombra tu sabiduría maestro. Ahora lo entiendo todo. Prometo una cosa más. Regresar y averiguar el mal que aquí se halla.
      Con una inclinación de cabeza me fui a mi cuarto a terminar de arreglar las cosas y prepararme para el día siguiente.
      ……….
      Despuntaba el amanecer cuando salía de lo que había sido mi hogar. Me hallaba emocionado y nervioso por lo que se venía a continuación. Pero tenía dos cosas claras. Una, recoger el regalo; y dos, regresar y descubrir el misterio de los extraños sucesos.
      Estuve caminando una semana al margen del sendero. Fue relativamente tranquilo, solo un par de lobos y un bandido con aires de superioridad. Llegué a un cartel que me indicaba el camino a Takome. Tan solo quedaban unos pocos días más de camino. El sendero lo dejé en seguida atrás y comencé a andar por un camino empedrado. Me uní a un grupo de viajeros y mercaderes que iban en la misma dirección. Pero sus motivos eran muy diferentes a los míos. Unos iban de visita, otros a vender mercancía, otros al muelle de Aldara…
      Por fin llegó la caravana a la puerta sur de la gran Takome. Me situé detrás de un mercader gordo y moreno. Tenía el pelo corto y rizado, no parecía de esta parte del mapa. Tras unos minutos que fueron eternos llegó mi turno.
      Uno de los guardianes de la puerta me cerró el paso con su fornido brazo. No podía ni avanzar ni retroceder, me acorraló.
      -A ver, tú. Pasaporte. ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿A qué vienes? Nunca te he visto por esta ciudad y no queremos intrusos por aquí. Suficiente tenemos con los dichosos famaritas.
      Me erguí todo lo que pude y le miré directamente a los ojos.
      -Soy Raiduan de Thorin, he venido por un tema personal. Parto con la bendición de Thruth, mi maestro. Me dijo que había enviado un mensajero avisando de mi llegada.
      Para mi sorpresa el guardián cambió totalmente su actitud a una mucho más simpática y calurosa. Dibujó una sonrisa como cuando ve a un amigo que no ve en siglos. Me estrechó la mano con tanta fuerza que di un pequeño respingo.
      -¡Hola Raiduan! perdona mi actitud agria. Últimamente estamos teniendo disturbios con unos que dicen seguir el ejemplo de no se qué ladrón. Y también se rumorea que los hombres lagartos del pantano nos van a atacar. Por lo visto Tritux ahora es el nuevo patriarca y planea un ataque en masa. Pero no tienes nada que temer, la ciudad por dentro es segura. Mi familia ha defendido esta puerta durante generaciones y mírame, aquí sigo de una pieza. Ven, te acompaño a la posada, necesitas descansar y tenemos mucho de que hablar.
      Sorprendido por la reacción tan inmediata le seguí adentro de la ciudad. La puerta sur era enorme, pero si la puerta sur era enorme, más lo era la ciudad. El mercado estaba lleno de gente, compradores, vendedores, viajeros, sastres, herreros…todo un sin fin de oficios y de todas las razas.
      El amable guardián me pagó una estancia por una noche en la posada del mercado y me invitó a cenar. La noche transcurrió tranquila pero ahora conozco un poco más de la historia de esta ciudad. Cenando me contó muchas historias sobre Takome y sobre su pasado. Se llama Togborad y lleva aquí toda su vida defendiendo la puerta en cuerpo y alma. Ha visto toda clase de enemigos, desde hombres lagartos hasta semi-drows, mis hermanos malvados.
      Esa noche dormí como nunca antes había dormido. La habitación era de un noble. Sin duda Togborad quería que yo descansara para el día siguiente. Me dijo que me iba a presentar a otros amigos suyos en la taberna. Justo donde tenía que ir.
      A primera hora vino con un buen desayuno a mi habitación. Desayunamos amigablemente mientras me seguía contando sus batallitas. Sin duda, algún día tengo que agradecerle todo lo que hizo por mí por aquellos días. Tras finalizar el desayuno me llevó hasta la taberna. Sentados en una mesa ya con unas cervezas en la mano se hallaba un enano, algunos hombres, una mujer, ¡Y hasta un halfling! No niego que formaban una pandilla de amigos algo curiosa.
      -Buenas muchachos, os presento a Raiduan de Thorin. Tiene la bendición de Thruth. Togborad los fue señalando uno a uno. Raiduan, estos son Thualin, Eumenide, Seraph, Essel, y la anciana de allí de la esquina, Aldamare, la mejor barda del reino.
      Les hice una reverencia a cada uno aunque me sentí un poco vergonzoso cuando se la hice al enano y al halfling, pues me puse a su misma altura y parecía que les quería besar. Tras una palmada en la espalda Togborad me sentó y antes de que pudiera reaccionar ya venía con 2 cervezas en las manos. Pasamos toda la mañana. Les conté un poco mi historia, el por qué de mi dibujo luminoso, el como he llegado hasta aquí, pero una cosa no le conté. El verdadero propósito de mi viaje. Por fin pude acercarme a lo que parecía un cofrade y tan solo con decirle mi nombre se giró, entró dentro de una habitación más bien viejucha y sacó algo envuelto en un trapo.
      -Toma Raiduan. Esto es lo que buscas. No me interesa nada de su historia ni que vas a hacer con ella. Solo quiero cobrar mis servicios.
      Lanzándole la bolsa de platinos la cogió al vuelo y desapareció sin dejar rastro. Expectante me aparté del local y abrí con suma cautela el regalo de mi difunto padre. Era una cerbatana alucinante. Sin duda sería muy letal con ella disparando desde las sombras.
      Volví junto a mis nuevos amigos y antes de sentarme llegó en un parpadeo un despeinado halfling algo apresurado.
      -¡Venid! ¡Venid! ¡He visto a Ziska queriendo entrar a la ciudad!
      -Inmediatamente vamos Gurlen.
      -Gurlen, así se llama ese halfling traviesillo pero es el mejor espía que tenemos. Me dijo Togborad levantándose de un salto mientras ya se preparaba, una vez más, a defender Takome. Los demás también preparaban sus armas y yo, no podía ser menos. Sin embargo, en vez de usar mi nueva arma, usé la vieja, pues tenía que entrenar mucho con la nueva.
      Así transcurrió el primer día en Takome. Nuevos amigos, nueva misión, nueva vida, nuevas aventuras.
      ……….
      En otro capítulo de mi historia os contaré más de mis aventuras, queridos amigos. Son muchas las que me quedan por contar. El viaje que hice con Essel a la Isla de Naggrung; el viaje al bosque impenetrable con Seraph en busca de unos dardos mortales; el día que me encarcelaron en la prisión de Galador por un demonista loco, lo sucedido en Naggrung ..Y muchas muchas más que os contaré. Muchas incursiones a Galador, muchas batallas defendiendo Takome y Thorin, y por supuesto, muchas risas y debates en mi nuevo hogar, la taberna de Takome.

      Que no te engañen las letras.
    • Cras94
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      —PARTE II—
      ……….
      Mi vida cambió totalmente después de aquel día.
      Desperté bañado en sudor frío con la cara en una mueca de horror y una extraña sensación. A mi mente solo venía la imagen y la palabra de Ralder, sin duda me estaba llamando, pero ¿para qué?
      Tras el desayuno me dirigí, como de costumbre, a la taberna a reunirme con mis amigos. Sin embargo, fui por otro camino menos transitado sin saber exactamente el por qué del cambio.
      Miraba las piedras del camino y los animalillos cuando una sombra gigantesca tapó por completo el Sol. Intuitivamente miré al cielo y lo vi. Allí estaba Ralder entre nubes dirigiéndose hacia Naggrung.
      Fue tal el impacto de ver al avatar mezclado con la incesante llamada a mi cabeza que caí de espaldas, aunque por suerte me dio tiempo a reaccionar y apoyarme sobre las manos.
      Al alzar la vista apareció un portal luminoso frente a mí. Algo, o alguien, me impulsaba a cruzarlo y cuanto más me acercaba, más fuerte era la llamada de Ralder. No obstante, antes de tocarlo, cogí una piedrecita del suelo y la lancé dentro del portal, desapareciendo la misma tras él.
      Agarrando mi cerbatana y mis dardos del carcaj me dispuse a cruzar el portal…
      Primero un brazo, luego el otro, luego el cuerpo entero…
      No sentía nada, todo estaba blanco, la gravedad no existía, no había suelo, no había cielo…
      ……….
      ¡Ploff!
      Caí de bruces en mitad de un bosque. Miré a mi alrededor y los animales, todos gigantes, se dirigían todos en la misma dirección, como una única manada compuesta por diferentes especies.
      Sacudí la cabeza para quitarme el aturdimiento. Después, cogí mi cerbatana que se hallaba tirada delante mía.
      Observé con espanto como se había roto. Justo en ese momento, ¡cuando más la necesitaba!
      -¡No puede ser! El único recuerdo que me quedaba de mi padre…te repararé nada más regresar a casa…
      Me maldije por mi mala fortuna y sin pensarlo dos veces, la guardé con sumo cuidado en la mochila y saqué mi cuchillo de artesano. Rebusqué una rama acorde, dura pero flexible y resistente. La moldeé, le puse forma de media luna y le hice unos agujeros en los extremos y en el centro.
      Ahora, fue el turno de buscar una liana flexible.
      Anudé la liana en ambos extremos del arco y comprobé la perfección de mi arco casero. No era perfecto, pero serviría al menos de momento.
      De repente, un jabalí gigante me arrolló, lanzándome varios metros por los aires. El impacto fue tal que me hice múltiples heridas por el cuerpo, con suerte de no ser graves.
      Me apliqué un par de Alhovas por las diversas heridas a la vez que buscaba las ramas adecuadas para afilarlas y hacerlas de flechas.
      Por fin estaba listo para la llamada de Ralder. No fue difícil encontrarlo pues su figura es gigantesca y todos los animales acudían a su llamada.
      A unos 200 metros de mi, Ralder se giró y de un salto cayó en otra parte de la isla. El impacto fue tal que tembló la isla entera, acompañado de un estruendo de millones de cristales rotos.
      A toda velocidad adelantaba los animales gigantes de Ralder, atravesando bosque, las cornisas…
      Tras una larga carrera, finalmente llegué al lugar de los hechos. Allí estaba Ralder luchando con un demonio gigante. A cada golpe todo el suelo temblaba y cada vez más y más en ambos frente se reunían animales gigantes y extraños seres deformes.
      Con un rugido de Ralder, ambos frentes se encontraron llenándolo todo de vísceras, sangre, huesos…y comenzó la batalla.
      No podía quedarme quieto, necesitaba ayudar a mi Dios. Con una determinación increíble, me subí a la copa de un árbol y fui saltando de árbol en árbol hasta tener a tiro al demonio.
      Disparé flechas, una tras otra, pero no tenían efectos. Rebotaban en su piel sin inmutarse. Ni se dio cuenta que yo estaba allí.
      Volví a crear rápidamente más flechas y dispararlas pero nada, no podía ayudar a Ralder. Entonces me centré en ayudar a los animales. Subido en las copas de los árboles, saltaba y abatía a los seres creados por el demonio.
      No dejaban de aparecer, cada vez eran más y más fuertes. hasta que, con un rugido, todo terminó.
      En el último instante pude ver a Ralder lleno de heridas pero desafiante y al demonio moribundo…
      ……….
      Parpadeé tan solo una vez y volvía a estar en el sendero hacia la taberna. Con paso veloz me dirigí hacia allí, cicatrizándome las heridas por el camino y comiendo algunas bayas silvestres.
      Me encontré con algunos de mis amigos con la cara tan pálida como la leche, algunos con heridas y otros en buen estado. por suerte, no faltaba ninguno, al parecer.
      Fue interesante oir lo que le sucedieron a los demás en la isla aunque mi mente pensaba en otra cosa. Me sentía decepcionado por Ralder, no fue ese el Ralder que me enseñó mi maestro Thruth en la caverna de los osos.
      Esa noche vino a mi habitación mi mejor amigo, Togborad. Sin duda, no sé que hubiera sido de mi en esta ciudad. Aún recuerdo el día que me cerró el paso en la puerta sur…
      Le conté mi inquietud sobre Ralder y mi fe durante toda la noche, hasta que rendidos de cansancio nos quedamos dormidos.
      Al abrir los ojos, allí estaba Togborad, colocándose su armadura y la espada al cinto.
      -Vamos amigo Rai. Desayunemos y luego te enseñaré unas cosas sobre Eralie que tal vez no sepas. Es posible que encuentres una nueva fe. Y puedas perdonar el pasado.
      ……….
      Así fue como en menos de una semana mi vida dio un giro de 180 grados. Esta vida es peligrosa pero también te ofrece infinidad de diversión y sobretodo amigos leales, por los que merece morir si es preciso.
      Como siempre digo, en otra ocasión os contaré más de mis intrepidantes aventuras por Eirea.

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      -PARTE III-
      Raiduan nació y creció en Thorin, aunque siendo muy pequeño, sus padres le fueron arrebatados repentinamente. Desarrolló sus artes en la lucha por la necesidad de supervivencia entre animales peligrosos y personas, no menos peligrosas. Una noche, cuando Raiduan, oculto en las sombras, trataba de dar caza al animal que le serviría de cena, comenzó a oír a lo lejos un dulce canto que no tenía nada que envidiar al de las míticas sirenas. Olvidó su objetivo, perdió la adrenalina acumulada por la persecución inacabada y comenzó a dirigirse hacia la fuente del sonido. A medida que se acercaba, se le erizaba el pelo y se sentía revitalizado, hasta que allí la vio. Era una humana, que sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco de un árbol, interpretaba con su violín una melodía mística. Raiduan permaneció ausente, hasta que finalizó y ella se levantó, se dirigió a él y con un movimiento rápido lo derribó. Colocó su daga en el cuello del chico y le preguntó qué demonios hacía allí y que quería. Raiduan, con toda la tranquilidad que pudo dijo: «No sé que hago aquí y ahora mismo, lo único que quiero, es no separarme de ti jamás». La chica, con una sonrisita, retiró la mano como para coger impulso para apuñalarle, pero en su lugar hizo un fugaz gesto y se retiró de un salto hacia atrás. Tomó su violín, gravó un mensaje en la corteza del árbol con la punta de la daga y desapareció.
      A la mañana siguiente, Raiduan narró la historia a Glymorsk, su hermano pequeño y ambos acudieron al árbol del grabado. Al descifrar el mensaje, vieron que era un acertijo que ninguno de los dos pudo descifrar. Glymorsk, era uno de los guardianes de Thorin, algo torpe pero siempre muy servicial y presto a ayudar. Tras la muerte de sus padres, fue acogido por Bylider, un druida solitario que vagaba por los bosques con el único fin de obtener conocimientos de las plantas y conocer los secretos ocultos en cada bosque. Raiduan y Glymorsk, acudieron a él para preguntarle sobre el acertijo. Raiduan le dijo que el mensaje decía: «cuando las lunas sean llenas, estaré entre los elfos de la selva húmeda». Bylider sin dudar un solo instante les dijo que al sur de Takome había una selva húmeda y que allí la encontrarían seguro. Tras esperarlo, Llegó la noche indicada. Raiduan acudió donde le había indicado y fue fácil encontrarla. Allí estaba, apoyada en otro árbol, con su violín y la mirada perdida. Al finalizar su interpretación se levantó de un salto, guardó su violín, le tendió la mano y sin mediar palabras, comenzaron a andar hasta el borde de un pantano, donde permanecieron hablando y riendo durante horas, hasta que amaneció. Raiduan se despidió e iba a marcharse cuando Mirena lo detuvo y le preguntó si podía acompañarle a lo que el chico contestó: «quiero que me acompañes siempre».
      Desde aquella cita, pasaron a verse solo cuando la luna del bien estaba llena. Cada vez con más insistencia y pasión comenzaron a citarse sin importar la luna. Por fin, el corazón de Raiduan no se encontraba solo.
      Hubo una noche en la que dieron un paso más. Allí, bajo la luna llena, Raiduan sacó una flor a la que previamente le dio forma de anillo e inclinándose le preguntó si estaba dispuesta a casarse con él, a lo que Mirena sin titubear le respondió con un largo y profundo beso en señal de aprobación.
      A partir de esa noche, en la casa Krintel no faltaron cenas abundantes y jugosas, conseguidas por Raiduan, sonrisas provocadas por la torpeza de Glymorsk, alegrías por las canciones de Mirena, ni energías por las plantas de Bylider.

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      -PARTE IV-

      Hace mucho que no os cuento nada sobre mí, y hoy os contaré por qué algunos me llaman “El Preso”.

      Todo comenzó un día normal cuando iba por el mercado de Takome y me encontré a Lord Wack en la plaza. Estuvimos hablando un rato y me contó que había unos bandidos que estaban dando problemas alrededor, por los caminos.

      Tras despedirme de él prometiendole eliminar a esos indeseables que molestaban al Bastión del Bien, dispuse mis armas mientras enfilaba la puerta sur.

      No me llevó mucho tiempo encontrarme a unos pocos de esos indeseables, pues se ocultaban cerca del linde de Orgot tras unos matorrales esperando asaltar a algún pobre desgraciado. Pero no contaban con mi capacidad de sigilo y de matar desde las sombras, como llevo entrenándome años.

      Me escondí, me agaché, preparé mi arco de ysym. Saqué una flecha vampírica y tensando la cuerda se la puse mientras apuntaba a mis objetivos.

      Fueron unos segundos inaudibles tras los cuales hayaban en mis pies varios de esos asquerosos. Sin embargo, uno quedó aún con suficiente vida como para plantarme batalla.

      Con la flecha clavada, se la arrancó y se giró hacia mí con una cara indescriptible, tal vez fuera la mugre, el odio o ambas cosas.

      No obstante, lo peor vino en unos segundos después. Sin tiempo a reaccionar apareció como de la nada un ser medio humano medio demonio. Aún no me explico que clase de ser … criatura … o lo que fuera era eso. Púas en su espalda, manos entre garras y dedos, varios ojos por su cara, mirada de locura, dientes afilados como tiburones …

      Ya muchos deducireis lo que pasó. Si, efectivamente, aprovechando mi distracción con el bandido que me plantaba lucha comenzó a formular un rito en una lengua incomprensible para mí. De repente una fuerza invisible me impedía realizar movimiento alguno.

      Empecé a desesperarme … cada vez me encontraba más debil por la paliza que me estaba dando y yo sin poder moverme …

      Cuando por fin la fuerza invisible desapareció, con un movimiento magistral sacó unos grilletes, los cuales inmediatamente intentó ponerme. Forcejeamos un rato, pero yo débil y cansado, mis fuerzas flaquearon. Ahora era un total títere a su voluntad.

      Arrastrándome a tirones me alejaba de Takome. Era imposible realizar movimiento alguno o resistirse a sus tirones de los grilletes. Eché una última mirada atrás, viendo como se alejaba mi segunda ciudad.

      No podía imaginar lo que me haría ese ser endemoniado … ¿Tal vez yo acabaría cómo él? ¿Tal vez me mataría sin más en un sacrificio de sangre? ¿O tal vez sería su juguete?

      Con mis últimas fuerzas pude contactar con mis amigos telepáticamente sin muchas esperanzas de que pudieran oirme. Por suerte, la vieja Sheerinive, sabia en sus años, hayó mi vibración telepática y pudo leer el mensaje que rezaba así:

      “Ayuda a todos mis amigos. Estoy siendo arrastrado con unos grilletes por un ser o criatura medio humana medio demonio. No se dónde me lleva, aún estamos camino a Anduar. Por favor, daros prisa. Tengo mucho miedo. No puedo hacer nada por liberarme.”

      Inmediatamente, en busca de ayudarme, Sheerinive se puso en marcha … aunque … por desgracia … no llegó a tiempo.

      El camino se me hacía eterno. Yo no podía sin hacer más que arrastrar los pies viendo como se habría camino delante mientras se cerraba el de atrás.

      Antes de ver sus muros, ya sabía donde me llevvaba. ¡A Galador! ¡Hasta el mismísimo corazón seldarita!

      Pasamos por la puerta sin problemas. Entonces fue cuando oí como se llamaba mi verdugo, pues era reconocido por estos lares y los guardias le saludaron al pasar. Surok.

      Sin fuerzas, trataba de fijarme en todo mi alrededor. Pobreza, mugre, basura, ruinas … era como una ciudad apocalíptica, donde solo los poderosos y fuertes tienen cavida.

      Volvieron a saludarle cuando entramos en la gran catedral de Seldar, pues era mas reconocido aún si cabía. Sin embargo, estos defensores no tenían piedad ninguna y no les importaba que fuera el preso de Surok e intentaron agredirme.

      Me llevó hasta la carcelera, con la que tras hablar en un idioma que yo no comprendía, abrió una celda y me dejó allí a solas, pudiendo descansar un rato para mi suerte.

      Aunque no fue tal cuando a los pocos minutos apareció ese lo que fuera cargando en sus manos un látigo con el cual sus intenciones era desollarme la espalda por puro placer … lo único que pude hacer fue escupirle en la cara pero de nada sirvió sino de enfurecerle aún más …

      Creo que volví a tener suerte, pues dejó el látigo y volvió a coger los grilletes, sin darme ni un azote. Mientras yo pensaba en Sheerinive … ¿Vendría a mi rescate? ¿Estaría cerca? ¿Moriré?

      Pero, no. No volví a tener suerte …

      Tras coger mis grilletes salimos de la catedral y … como os dije antes … estos guardias no les importaba que fuera el preso del tal Surok. Así que uno de ellos, no se si por maldad, placer, o por piedad (que no creo), invocó una columna de fuego … con la que acabó con mi vida de una vez por todas …

      Muchos os preguntareís “Si moriste, ¿cómo que estás vivo?

      Pues son recuerdos difusos en mi mente … Lo primero que sentí fue un frío espasmo recorrerme la espina dorsal, mientras se me nublaba la vista. A los pocos segundos me sentía bien, sin dolores … ¡y sin cuerpo!

      En mi mente oí unos pasos en mitad de la nada, y alguien al que no pude distinguir rasgos ningunos, me dijo que mi corazón era noble y no me merecía morir aún, que mi camino era largo y debía seguir cumpliendo la promesa de mis padres.

      De repente aparecí en mi ciudad, en mi hogar, en Thorin.

      Me encontraba algo aturdido, como cuando te despiertas de una pesadilla que parece real. Mi sorpresa fue cuando comprobé … que no fue un sueño, sino real.

      Tuve que sentarme en una piedra del camino. Poco a poco se fue despejando mi mente mientras trataba de organizar los recuerdos. Al poco, aunque malherido y cansado, fui corriendo a Takome, en busca de mis amigos.

      Siento deciros que esta historia llega a su fin. Con mis amigos y los recuerdos organizados excepto los entre la columna y cuando aparecí en Thorin, se fortaleció mi promesa echas a mis padres: “ser libre y acabar con el mal de Seldar”.

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      -Parte V-

      Había un silencio extraño en la reunión. Todos reunidos en la Cruzada formándo un círculo perfecto. Algunos con cerveza, otros con agua, otros con nada. Pero todos se miraban entre sí, menos uno.

      Corría una ligera brisa que se colaba por las ventanas que alborotó unas hojas secas más allá de la cruzada. Nadie pareció darse cuenta, excepto Raiduan que estaba en tensión con los sentidos a flor de piel. Entonces, este alzó la mirada y miró uno a uno a los ojos.

      Sacó valor y entonces dijo:

      -Gracias señores y señoras por venir. Quisiera contaros algo muy importante para mi-
      Tragó saliva.
      -Voy a irme de la fortaleza del bien durante un largo viaje. Necesito buscar respuestas y cumplir la promesa que les hice a mis padres-
      Dicho esto, Raiduan llevó la mano a la mochila y sacó una cerbatana con forma de dragón que desprendía un misterioso calor.
      -Como ya sabeis esta cerbatana me la regaló mi padre y quisiera partir en busca de respuestas. Saber como la consiguió y averiguar más de su pasado.-
      Una breve pausa.
      -También les hice una promesa a mis padres en su lecho de muerte. Es una hazaña imposible para mi solo erradicar todo lo que concierne a Seldar, así pues mi objetivo en este viaje será también el de obtener información para tal fin. Encontrar los puntos débiles de sus fieles, así como del mismo Seldar y cualquier otra cosa en nuestro beneficio-
      Todos se miraron nerviosos entre sí.
      -Ahora he de preparar las cosas de mi viaje y despedirme de algunas personas. No teneis que temer por el bastión del bien, pues está bien protegido incluso sin mi. Y yo se cuidarme de mi solito durante mis aventuras. ¿Acaso habeis olvidado cuando Ralder regresó enfurecido? … –
      Todos asintieron ligeramente, con una expresión de tristeza y preocupación.
      -Sin embargo, aún estaré por aquí unos días más. Pues no hay nada que me apremie y me podré despedir de todos vosotros como es debido-
      La mayoría de los presentes, incluido Raiduan sonrieron ligeramente.

      Si alguien en ese momento hubiera mirado por la ventana se habría dado cuenta que el día estaba llegando a su fin, pero todos estaban en sus pensamientos y en el semi-elfo que estaba de pie en el círculo de la reunión.

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      -Parte VI Presecuela-

      Raiduan llegó al nivel de los oficiales, comprobó la hora de su cita y tocó en la puerta del cruzado supremo.

      Toc, toc.

      La puerta norte se abre.

      Al abrir la puerta, Raiduan entró.

      Cruzado Templario hace una reverencia ante ti.
      Cruzado Templario exclama: ¡Saludos noble Raiduan!

      -Nirnesil (Melf)- está aquí.
      [-sur-] Cruzada de Eralie: Aposentos del Supremo Nirnesil

      Haces una reverencia a Nirnesil.

      Nirnesil dice: Buenas, cierre la puerta y tome asiento.

      Cierras la puerta sur.

      Raiduan se sienta en la silla frente a Nirnesil

      Nirnesil se sienta en su mesa y se pone a revisar unos papeles.

      Nirnesil pregunta: Dígame ¿que le trae por aquí?

      Raiduan carraspea

      Dices en adurn: verás señor, quisiera enseñarle primero algo.

      Nirnesil dice: Sí, dejeme ver.

      Raiduan rebusca en su mochila y con delicadeza saca una cerbatana ignea

      Raiduan se la enseña

      Nirnesil observa fijamente la cerbatana de Raiduan.

      Nirnesil pregunta: Preciosa cerbatana ¿de dónde la ha sacado?

      Nirnesil dice: Seguro que le vendrá bien para su nuevo puesto Cruzado Raiduan.

      Nirnesil dice: Será destinado a las almenas de la puerta sur de Takome.

      Raiduan abre la boca sin decir nada

      Raiduan tartamudea

      Nirnesil sonrie cálidamente.

      Dices en adurn: oh … oh .. no sabia nada …

      Preguntas en adurn: como es eso, señor?

      Nirnesil dice: Claro, son nuevas órdenes de parte del General, hacen falta refuerzos en esas almenas durante un par de semanas.

      Asientes con la cabeza comprensivamente.

      Nirnesil dice: Uno de los arqueros destinados a la zona fue gravemente herido y se encuentra recibiendo nuestras atenciones.

      Raiduan se sorprende

      Dices en adurn: disculpad, mi señor, no sabía nada.

      Preguntas en adurn: se curará?

      Nirnesil dice: No hay problemas, como cruzado no es su deber saber de estos asuntos.

      Suspiras.

      Asientes con la cabeza comprensivamente.

      Nirnesil dice: Si, la verdad que se recuperará pronto, o eso esperamos.

      Raiduan acaricia la cerbatana distraidamente

      Raiduan sonríe ligeramente sin mucho entusiasmo

      Dices en adurn: espero que así sea, por el bien de todos

      Nirnesil dice: Si sólo venía a enseñarme la cerbatana, enhorabuena por esa adquisición.

      Raiduan nega rapidamente

      Dices en adurn: no, mi señor. pero no se si ahora pueda pediros lo que quería.

      Dices en adurn: no pensaba molestarle solo por mi cerbatana

      Suspiras.

      Nirnesil pone cara de cierta sorpresa.

      Nirnesil dice: Pues dígame que es lo que quería.

      Dices en adurn: verás, señor.

      Raiduan alza un poco la cerbatana y la acaricia

      Dices en adurn: esta cerbatana me la regaló mi padre en su lecho de muerte.

      A Raiduan le brillan un poco los ojos

      Nirnesil dice: Oh, lo lamento Cruzado Raiduan…

      Dices en adurn: no se si vos sabeis, pero mi padre fue enviado al más allá por culpa de Seldar y sus fieles.

      Exclamas en adurn: por unas dichosas arañas envenenadas!

      Nirnesil dice: La verdad, no tenía idea.

      Raiduan respira profundamente y se relaja un poco

      Nirnesil pregunta: ¿Esas arañas de Thorin?

      Asientes con la cabeza a Nirnesil.

      Dices en adurn: bueno, el caso es…

      Nirnesil dice: Tendremos que mandar una expedición a la zona, hay muchos reportes sobre el tema.

      Nirnesil dice: Sí, dígame, perdone por interrumpirlo.

      Suspiras.

      Dices en adurn: disculpadme vos, señor cruzado.

      Dices en adurn: es cierto los reportes, yo mismo envié algunos.

      Dices en adurn: pero lo que nos concierne en esta cita.

      Dices en adurn: es la promesa que les hice a mis padres.

      Dices en adurn: verás, señor.

      Raiduan se pone algo nervioso

      Nirnesil escucha atentamente.

      Dices en adurn: me gustaría viajar a las tierras del norte.

      Dices en adurn: en busca de respuestas.

      Dices en adurn: déjame un momento que le explique.

      Raiduan suspira ligeramente

      Nirnesil dice: Tiene todo el tiempo que quiera para explicarse cruzado.

      Raiduan carraspea y saca valor

      Preguntas en adurn: quisiera buscar respuestas sobre mi padre. ¿cómo consiguió esta cerbatana? ¿de dónde?

      Dices en adurn: averiguar todo lo que pueda de mi padre y esta cerbatana.

      Raiduan tiembla un poco

      Dices en adurn: y también.

      Nirnesil pregunta: Entiendo, y ¿donde piensa empezar a buscar? ¿tiene alguna pista?

      Dices en adurn: me dirigiré a Anduar.

      Dices en adurn: vos sabeis que es zona de mucho comercio. quizás alguien pueda darme una pista de dónde buscar.

      Dices en adurn: también, mi señor.

      Dices en adurn: intentaré averiguar debilidades sobre Seldar y sus fieles. Mi deseo es también erradicar el mal de Eirea.

      Raiduan suspira y se sienta mejor en la silla

      Nirnesil dice: Bueno, eso siempre está bien, conseguir toda la información posible sobre Seldar y sus ejércitos.

      Raiduan asiente con la cabeza gacha

      Nirnesil pregunta: ¿Cuándo pensaba partir Cruzado?

      Dices en adurn: quisiera primero reunirme con mis amigos para comunicar la noticia. luego necesitaré unos días para despedirme mejor uno por uno y preparar las cosas de mi viaje.

      Dices en adurn: calculo que una semana y media.

      Dices en adurn: pero…

      Dices en adurn: no sabía de la baja de nuestro compañero en las almenas.

      Nirnesil interrumpe de nuevo a Raiduan.

      Raiduan se calla

      Nirnesil dice: Mire Cruzado, tendrá tiempo de despedirse de sus compañeros. Podrá incorporarse mañana en las almenas de la puerta sur, y estará allí durante la semana y media que prepare sus cosas de viaje.

      Raiduan se emociona

      Nirnesil dice: Hablaré con el General para poner a otro en su puesto cuando termine la semana y media.

      Nirnesil dice: Otra cosa, antes de marchar, deposite en nuestros almacenes todo lo relacionado con la Cruzada de Eralie que pueda portar.

      Raiduan contiene las lágrimas de emocion

      Nirnesil dice: Es un viaje personal, por lo que espero que comprenda que no involucrará a la Cruzada de Eralie en sus asuntos.

      Dices en adurn: si..si por supuesto.

      Dices en adurn: gracias, señor cruzado. mil gracias.

      Dices en adurn: os prometo contar mi pasado al regreso de mi viaje, si vos lo deseais.

      Nirnesil dice: No tiene que darlas, siento mucho la muerte de su padre Cruzado, espero que este viaje de descanso a su espíritu.

      Dices en adurn: espero que así entendais mejor mi marcha.

      Raiduan llora ligeramente de la emocion

      Nirnesil golpea levemente la espalda de Raiduan.

      Dices en adurn: no se como os lo puedo agradecer, de verdad, maese Nirnesil.

      Nirnesil dice: Ya le he dicho Cruzado, no tiene que darlas.

      Nirnesil dice: Haga bien su trabajo esta semana y media.

      Raiduan sonríe con lágrimas en los ojos

      Nirnesil dice: Y vuelva de su viaje sano y salvo, necesitamos a Cruzados como usted aquí.

      Dices en adurn: no lo dudes, señor.

      Nirnesil hace una reverencia.

      Raiduan alza el brazo pidiendo palabra nuevamente

      Nirnesil dice: Sí digame.

      Preguntas en adurn: si no os importa y algún thorinya quisiese venir conmigo. podría venir?

      Dices en adurn: claro que os avisaremos antes de partir.

      Nirnesil dice: Sino pertenece a la Cruzada de Eralie, no me importa quien le acompañe.

      Asientes con la cabeza comprensivamente.

      Nirnesil dice: Si pertenece, dígale que pase por aquí, valoraré su puesto y cargo.

      Nirnesil dice: Y si todo está bien tendrá mi visto bueno.

      Raiduan sonríe emocionado

      Raiduan se enjuga las lágrimas

      Nirnesil pregunta: ¿Algo más Cruzado?

      Dices en adurn: no, mi señor.

      Raiduan con delicadeza guarda la cerbatana en la mochila y la cierra

      Nirnesil dice: Tómese el resto del día libre para así poder realizar mejor sus preparativos.

      Nirnesil dice: Recuerde presentarse mañana en las almenas de la puerta sur.

      Dices en adurn: gracias señor. si, ahí estaré.

      Nirnesil dice: Ahora, si me permite, tengo más citas que atender en el día de hoy.

      Asientes con la cabeza comprensivamente.

      Raiduan se echa la mochila a la espalda

      Preguntas en adurn: puedo marcharme, pues?

      Nirnesil dice: Por supuesto.

      Nirnesil dice: Espero que todo vaya bien.

      Haces una reverencia a Nirnesil.

      Nirnesil te hace una reverencia.

      Abres la puerta sur.

      Raiduan se dirige a sur.

      Tres Fanáticos de la Cruzada, Cruzado Guerrero y Cruzado Templario están aquí.
      Cartel.
      [-sudoeste-, sudeste ,-norte-, este ,arriba,abajo] Cruzada de Eralie: Nivel de los Oficiales

      Cierras la puerta norte.

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    • Cras94
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      -Parte VII Comienzo del viaje-

      Y por fin pasó la semana y media. Tiempo el cual Raiduan se despidió de sus mas allegados, no sin unas lágrimas de tristeza y emoción.

      Raiduan estaba sentado en la sombra del Paso de los Héroes mientras por última vez revisaba sus cosas de viaje. Dentro de la mochila se hayaban dos cepos, una trampa de fuego, su apreciada cerbatana, comida y agua en odre, plantas de todo tipo, ropa para cambiarse, y por supuesto pequeños recuerdos que le ofrecieron en sus despedidas.
      De su cinturón colgaba oculto por el pantalón una bolsa llena de platinos, aunque a Raiduan no le cabía la menor duda que necesitaría muchos más para completar con éxito su viaje.
      En el momento que nos encontramos a raiduan en esta parte, se encontraba con el carcaj entre las piernas revisando una de las cosas más importantes para él, y para su viaje, las municiones. Dentro del carcaj había infinidad de dardos, infinidad de flechas, y unas pocas de saetas. Las agrupaba por grupos, y a su vez en grupos más pequeños. Dardos a un lado, flechas a otro, y saetas apartadas. En el grupo de dardos, venenosos a la izquierda, verdugos a la derecha de estos, ejecutores a continuación, luego dardos mentales, en penúltimo lugar vampíricos, y tan solo 5 dardos mortales al final del grupo. Algo así iban las flechas también. Sin embargo, como no tenía muchas saetas ni iba con ballesta en su viaje estaban todas agrupadas en el mismo montón.

      Tras revisar sus enseres, se puso de pie, dió unos pasos y fijó la mirada en la puerta sur de Takome que se alzaba imponente al frente del cruce con la catedral y la cruzada de Eralie. No sin antes suspirar, se puso en marcha hacia la salida, con la cabeza bien alta y determinado a cumplir sus promesas.

      Allí en la puerta estaba haciendo guardia su gran amigo Togborad, el primero que tuvo cuando llegó al bastión del bien. Se detuvo un momento para despedirse por segunda vez y tras un fuerte abrazo, volvió a girar al sur y comenzó a caminar por el suelo empedrado.

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    • Cras94
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      -Parte VIII Llegada a Anduar-

      La primera parada que Raiduan hizo fue al final de la senda en una columna de piedra que marcaba direcciones, conocida como monolito en otros lares. Sin embargo, no paró por cansancio, ni mucho menos paró por que le fallase su férrea determinación. Paró sin más por nostalgia. Muchas veces había pasado por esta columna para ir a su pueblo, y otras tantas defendiendo el reino de Takome. Allí estaba Raiduan, con una mano apoyada en la piedra pensativo mirando al suelo.

      Al cabo de unos segundos, alzó la mirada y continuó caminando. No obstante, no lo hizo mucho tiempo, pues un par de kilómetros más allá había un sucio bandido queriendo robar, y lo único que consiguió fue que Raiduan le robara la vida de forma limpia en el cuello. Revisó Raiduan unos segundos las escasas pertenencias del pobre desgraciado y, a continuación, entro en el linde del bosque de Orgoth.

      Otro par de kilómetros más allá hizo su siguiente parada. Se encontraba en el cruce con Ëarmen. Se secó con la camiseta el sudor mañanero y con paso firme cruzó el puente. No tardó mucho en cruzarlo, pues algunos rumores decían que era hábitat de un Troll. Además, era también paso de hombres lagartos. Entonces Raiduan descansó unos segundos y comenzó sigilosamente el camino de Ëarmen al sur.

      El camino fue tranquilo pero largo hasta el cruce con Veleiron. Raiduan se apoyó en una piedra del borde del camino y miró al cielo. El sol ya empezaba a ocultarse y el estómago le hacía rum rum. No es la primera vez que Raiduan visitaba Veleiron, pero esta vez no podía entretenerse con otras cosas que no se ciñieran a su viaje. Aún así, sabía que de vez en cuando un campamento nómada se hallaba en la senda de Ëarmen, cáuce oeste. Y todavía le quedaba 1 hora de buena luz.

      Tuvo suerte. Un poco más allá se encontraba el campamento. Los nómadas le dejaron un rincón en el cual Raiduan pudo comer y dormir hasta el día siguiente.

      A primera hora, Raiduan tomó un desayuno ligero y tras despedirse de los nómadas volvió al cruce. Allí, se dirigió al oeste hacia Anduar.

      Raiduan tardó medio día en terminar el camino de Ëarmen, llegar al linde de Orgoth por la otra parte, y cruzar un largo puente. Sin embargo, el camino fue muy tranquilo, pues ya hizo este viaje muchas veces y siempre caminaba sigilosamente. Cuando llegó a Páramos orientales se tomó un descanso. Se sentó oculto tras unos matorrales viejos del camino y comió un muslo de pollo, una blaulegit y un poco de agua. Con fuerzas renovadas, se ajustó el arco y el carcaj y se adentró en los páramos.

      Los páramos era un paisaje agotador, y difícil caminar sigilosamente, pero Raiduan era un experto en ser sigiloso, y como bien ya sabemos, muchas veces viajó a Anduar. En los páramos no había mucho destacable, solo lo que parecían las ruinas de una vieja torre. Luego llegó a la meseta, aunque esta parte también la hizo de forma tranquila. Empezó a preocuparse cuando llegó al cruce con Naduk. La noche ya comenzaba a notarse y todavía le quedaba un poco de la meseta y todo el campo de cultivos.

      con paso veloz, Raiduan atravesó lo que le quedaba de meseta y sin entretenerse apenas con los cultivadores del campo ni los comerciantes que también iban a Anduar, allí estaba al anochecer, frente a la puerta este esperando su turno para entrar.

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    • Cras94
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      -Parte IX Anduar-

      Era noche cuando Raiduan llegó a la taberna El Dragón Verde. Todavía no había muchos borrachos, aunque no tardarían en venir. Extrañas razas y seres amorfos se encontraban aquí y allá, unos desperdigados, otros en mesa, otros hablando en coro. Tan solo había un hombre solitario allí en la entrada, y sin embargo, tenía todos los ojos clavados en él.

      Raiduan se acercó al posadero y tras un breve negocio y palabras, este le dió una llave de plata, mientras tanto, los ojos y las voces volvieron a su cauce habitual. Raiduan y el posadero permanecieron unos instantes mirándose inténsamente de abajo arriba.

      -¿qué me ofreceis de comer, amable tabernero?-
      El tabernero abriendo mucho la boca y enseñando sus asquerosos dientes dijo -Hoy tenemos este maravilloso asado de ciervo. Te lo recomiendo sin duda, está recien hecho-
      Raiduan asintió con la cabeza y dejó otras monedas en la barra. Acto seguido, el tabernero trajo una cerveza y puso ambos por delante. Raiduan, con toda la tranquilidad del mundo se alejó y se sentó a disfrutar de su cena en un rincón solitario.

      La cena fue tranquila, nadie parecía darse cuenta del semi-elfo. Antes de irse a descansar, devolvió el plato y la cerveza al tabernero. Nadie pudo oír lo que se dijeron en esos segundos, pero sería vital para el viaje de Raiduan, aunque él todavía no lo sabía.

      Simplemente, Raiduan subió a la posada, entró en su habitación, dejó las cosas de aquella manera en un rincón y se hechó a dormir de inmediato.

      Entraba el sol por la ventana cuando Raiduan se despertó. Poco a poco fue abriendo los ojos y se fue desperezando. En breves instantes, bajaba las escaleras con sus cosas. La taberna ofrecía un escenario típico. Sillas por el suelo, un par de borrachos en las esquinas, un diente por aquí, un vómito por allá, y ahí se encontraba el tabernero limpiando este último con una fregona mugrienta.

      Sin muchas palabras, Raiduan desayunó y salió al mercado de Anduar, era hora de empezar a investigar sobre su padre.

      Un niño escondido vigilaba la herrería por la cual acababa de entrar Raiduan…

      En la herrería, Raiduan compró algunas flechas de hielo y fuego, pero no obtuvo información sobre su padre. Al salir, no se dio cuenta que estaba siendo vigilado por un par de diminutos ojos. Tampoco obtuvo información en los demás comercio que visitó, ni en la sastrería, ni en el taller, ni siquiera los guardias más ancianos. Tampoco compró nada más que comida en la tienda de Elrich Jr., unos muslos de pollo y un coco.

      Cansado, aburrido y casi desesperado se pasó todo el día en el mercado.

      Otro par de ojos le espiaban al anochecer, cuando Raiduan entraba en la posada…

      Con un suspiro, se acercó al tabernero. Al ver que Raiduan se acercaba, el tabernero sonrió ampliamente y puso cara de picardía con esa boca llena de dientes mugrientos.

      -Saludos, Raiduan. ¿Ha sido productivo vuestro día?-
      Raiduan, con la cabeza gacha, negó ligeramente.
      -Oh lo lamento, pero tengo algo que os alegrará-
      Raiduan alzó la mirada con curiosidad.
      El tabernero se acercó más a él y discretamente le dió un trozo de papel arrugado. Raiduan asintió con la cabeza y se dirigió a toda prisa a su habitación, dejando un par de monedas en la mano del tabernero que antes tenía la nota.

      Nerviosamente se sentó en la cama y leyó la nota, que tan solo tenía una palabra y una hora.

      MYSTIC 00:00

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    • Cras94
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      -Parte X El desconocido-

      Podeis imaginar como Raiduan pasó aquella noche y día previo a su cita. Nervioso y dando vueltas sin sentido. Algunos por Anduar ya comenzaban a pensar que se estaba quedando, o que ya lo era, loco.

      -¿Quien sería?-
      -¿Qué querrá?-
      -¿Y si es una broma?-
      -¿Y si me quieren robar la cerbatana?-

      Estas y mil preguntas más se hacía Raiduan mientras lentamente se acercaba la noche, y en consecuencia, su cita.
      Raiduan cenó en una esquina de la taberna El dragón verde ajeno a todos y todas las miradas. Cuando salió al exterior se alejó entre las sombras y volvió a revisar la nota, ya arrugada.
      La nota era clara de entender: MYSTIC 00:00

      Aún eran las 22 pasadas, así que Raiduan comenzó a caminar distraidamente. Observó los comercios cerrados, las casas con luz en su interior, escuchó lloros de bebé, y mientras, él se absorvía más y más en su mundo…

      Más nervioso estaba si cabe cuando dieron las 23:30. Comenzaba a mirar a su alrededor, veía sombras donde no las había, veía ojos en lo que eran luces de velas, escuchaba ruidos donde solo pasaba el viento…

      Para serenarse un poco se dió un par de bofetadas y respiró hondo un par de veces. Tras unos momentos, volvió a ser él. Se dirigía sigilosamente hacia donde le habían dicho, a la sala de juegos de Mystic. Lo único que tenía claro Raiduan es que la sala estaba practicamente vacía estos tiempos, ya solo los niños jugaban Mystic, pero no últimamente y mucho menos a esas horas. -Un lugar idóneo para hablar lejos de oídos y miradas indiscretas- pensó Raiduan. -Y también un lugar para asesinar sin testigos- volvió a pensar, esta vez más tristemente.

      Llegó a dicho lugar a las 23:50. Miró todo alrededor del pequeño edificio y no encontró nada sospechoso, lo que aumentó más aún su nerviosismo. La puerta, lógicamente, se encontraba cerrada, así pues, Raiduan se escondió cerca de la misma, de tal forma que la vigilaba perfectamente, como también sus alrededores.

      Pasados unos minutos …

      Dicho y hecho. A las 00:00 Raiduan vigilaba la puerta, cuando una mano se le posó sobre el hombro. El bote que dió fue sorprendente, más lo fue la velocidad con la que preparó el arco, pero lo bajó en seguida al ver la figura que tenía delante. Un ser con aspecto muy anciano le miraba con ojos escrutadores. Iba envuelto en una túnica y una capucha de color negro, unas botas desgastadas, un zurrón viejo, y una llave en la mano.

      Con actitud solenme, el viejo desconocido pasó por el lado de Raiduan y con la llavé abrió la sala de juegos en lo que fue un ligero click. Con un gesto de la mano, este le indicó al espectante semi-elfo que pasara dentro. Cumplido esto, volvió a cerrar la sala por dentro, y girándose, se quitó la capucha.

      No cabía duda, un humano muy muy anciano. Toda su cara era arrugas, el poco pelo que disponía era blanco como la leche, unos ojos hundidos, así como sus hombros, y algo jorobado. No obstante, se movía con bastante rapidez para su aspecto físico.

      Se sentó en una de las sillas e indicó con la cabeza a Raiduan que se sentara en la otra silla, dejando un tablero en medio a modo de mesa.

      El anciano dejó caer un objeto envuelto en una tela sobre la mesa y dijo -Tenemos que hablar-

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    • Cras94
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      -Parte XI La historia del padre-

      Con delicadeza y sin dejar de mirar al anciano a los ojos, Raiduan desembolvió el paquete tirado en la mesa. Descubrió una pequeña cajita de madera en perfecto estado. Con un gesto de la cabeza, el anciano le indicó que la abriera. Un segundo después, Raiduan extraía un documento de su interior.

      No tardo mucho en leerlo, pues su contenido no era extenso. Con la boca abierta, Raiduan dejó el documento a un lado y sacó otro papel, que le sorprendió aún más. Era un papiro perfecto cuyo dibujo era su padre representado haciendo unos gestos mágicos con las manos.

      Dejó el dibujo y miró al anciano directamente a los ojos..

      -Bienvenido Raiduan, como puedes observar, estos documentos son el contrato de la cerbatana que tu padre os dejó en herencia-
      Una breve pausa.
      -Vuestro padre era un druida espectacular, su conocimiento de la naturaleza y todo lo concerniente a ella era mucho superior a los mercaderes habituales de Anduar-
      Raiduan cerró la boca y prestó atención al anciano.
      -Siento deciros que no se mucho más de vuestro padre, y respecto a mi, será mejor que no digamos que nos hemos visto. ¿Me entiendes?-
      Raiduan asintió ligeramente.
      -¿De verdad quereis averiguar más sobre vuestro padre?-
      Esta vez con más entusiasmo, Raiduan asintió.
      -Solo os puedo comentar que teneis que buscar a un cazador en un bosque maldito, al sur de Galador. Él os podrá contar más sobre vuestro padre y creo que con eso, podriaís iniciar vuestro viaje de regreso. Has de tener cuidado, ya lo sabrás, es zona hostil, de mal y enfermedad-
      Al oir Galador, a la mente d Raiduan recordó la ciudad. Fue hace muchos años…con un ser medio humano medio demonio llamado Surok cuando…
      Raiduan se sacudió la cabeza para borrar los recuerdos y volver a prestar atención al anciano.
      -Mirad lo que aún no habeis visto de la cajita. Es un amuleto que os traerá suerte. Eso es un regalo de mi parte, en honor a vuestro padre y al bien que aquí hizo. Ahora nos iremos sin dejar rastro y nunca nos habremos visto. ¿Comprendes?
      Raiduan asintió.

      Terminada la plática, el anciano se levantó y Raiduan guardó todos los papeles en la cajita y la cerró, se colocó el amuleto en el cuello y siguió al anciano a la puerta. En dos segundos, Raiduan se encontraba solo fuera del edificio. Sorprendente como el anciano había cerrado la puerta con llave y había desaparecido entre las sombras.

      Daban las 01:38 cuando se dirigía a su habitación en la posada, con la cajita bajo el brazo, y la mente dándole vueltas. Solo tenía una cosa clara, no demorar el viaje.

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    • Cras94
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      -Parte XII El bosque y el cazador-

      Podrían escribirse varios diarios enteros desde aquella cita hasta el encuentro con el dicho cazador. Sin embargo, no pasó nada durante los meses posteriores a su salida de Anduar, el viaje fue tranquilo y el narrador de esta historia comienza a tener poco tiempo. Ante todo, recordamos que Raiduan es un sigilador nato y un tirador de primera, junto a el mapa y las indicaciones que recogió de Anduar antes de partir, encontró el bosqe sin problemas. Encontrar al cazador … eso fue otro cantar.

      Raiduan se limpiaba el sudor de la frente junto al cartel que indicaba la entrada al bosque. Lo contemplaba con determinación, interés y, por supuesto, con algo de miedo y precaución. Justo pensaba Raiduan en que saben bien los bardos que la precaución salvan vidas.

      Descansando un poco alejado de la entrada, comió, bebió, y durmió algo. Al amanecer preparó sus cosas, empuñó el arco con flechas preparadas, y entró.

      El bosque era totalmente espeso, los animales todos eran salvajes, los árboles retorcidos en una especie de mueca. Sin duda, lo más peligroso eran unas arañas viudas que asomaban de vez en cuando, aunque Raiduan las esquivaba o las mataba con bastante facilidad. Al cabo de unos pasos perdió la noción del tiempo y la orientación. Tenía la sensación de caminar en círculos, a veces veía sus propios animales muertos, y otras veces veía otros bastante salvajes.

      Al anochecer, los animales se iban a no sabe Raiduan donde, y surgían de la nada unos muertos vivientes y unos seres amorfos babeantes. Raiduan pasaba entonces a flecha de fuego qe les hacía más daño a dichos muertos. Tras caminar otro rato indeterminado durante la noche, se detuvo en un pequeño claro, limpió su alrededor de criaturas y se puso a descansar. Medio durmió, pues aunque un ojo estaba cerrado, el otro estaba bien atento y los oidos muy sensibles al más mínimo ruido.

      Nadie sabría decir cuanto tiempo pasó en aquel bosque, a Raiduan le parecía la repetición de una obra de teatro que nunca terminaba. Podrían ser días, semanas, o incluso meses.

      Ya casi al borde de la desesperación, un día cambió la escena.

      Alguien le observaba mientras limpiaba de monstruos el camino. Con cautela de que no se le fuese una flecha hacia su cabeza, el ser misterioso habló tras un árbol.

      -¡Deteneos por favor! No pretendo haceros daño, aventurero.
      Raiduan pegó un salto de sorpresa y alarma. Miró a sus alrededor pero no vió a nadie.
      -¡Salid de vuestro escondrijo! Si no quereis hacerme daño, ¿Por qué os escondeis pues?
      La voz misteriosa salió a su encuentro tranquilamente.
      -No pretendía que una de vuestras flechas se dirigiese a mi, espero que lo entendais.
      Raiduan asintió con la cabeza. Hechó un último vistazo enrededor y como no observó peligro, guardó su arco y se relajó. Ambos se dieron la mano con cautela.

      -Saludos, aventurero. ¿Qué os trae por este bosque maldito?-
      -Estaba pensando que no habría nadie vivo por aquí y ya casi daba por fallida mi misión-
      -¿Misión?-
      -Si. Creo que sois vos a quien llevo buscando durante tanto tiempo.
      Unos segundos de pausa.

      El ser tenía rasgos humanos y rasgos drow. Su pelo era blanco recogido en una coleta elevada sobre su coronilla. Su piel oscura relucía infinidad de cicatrices que sin duda contaban millones de historias. Su vestimenta no era muy reseñable, lo más era su sable y un pendiente hecho a base de azabaches.

      -¿Qué tal si empezamos por nuestros nombres? Me llamo Drazzar, aunque hace años que nadie me llama por ningún nombre-
      -Yo soy Raiduan de Thorin, muy al sur de estas tierras dueñas de nadie-
      -Ven, vayamos a un sitio más seguro donde parlamentar-

      Drazzar le llevó cerca de allí, a un claro donde podían refugiarse y protegerse de intrusos con bastante facilidad.

      -¿Conoceis Anduar?
      Drazzar asintió.
      -Un anciano me dijo que buscase un cazador en este bosque maldito, y puesto que sois al primero que veo, imagino que sois vos.
      Drazzar asintió.
      Raiduan depositó la mochila a sus pies y extrajo la cerbatana agarrándola fuertemente.
      -He venido en busca de respuestas sobre mi padre. Me dejó en herencia esta cerbatana y necesito saber para estar en paz. También quizás pueda aprender alguna debilidad de Seldar-
      Drazzar asintió nuevamente.
      Tras unos instantes que Raiduan le explicó como era su padre Drazzar habló.
      -Si, le conocí. Era un maravilloso hombre. Vino aquí en busca de unas plantas parecidas a las amapolas de color parecido al ópalo. Decía vuestro padre que sus propiedades curativas eran extraordinarias, lo mejor de este mundo-
      Raiduan asintió.
      -Sé que mi padre tenía un gran dominio sobre toda clase de hierbas, aunque yo no heredé su don. En nuestro pueblo recibimos animales enfermos y le curamos por igual. Esa planta, winclamit, serviría para curarlos, y curarnos-
      Raiduan suspiró profundamente.
      -Vereis, entablé buena relación con vuestro padre, así que me ayudó a hacer un encargo. No sabeis lo agradecido que estuve con él por ayudarme. Me contó que encontró un templo en ruinas y que lo estuvo explorando. Lo que encontró, nunca me lo dijo-
      Raiduan asintió comprensivamente.
      -Seguro que encontró vuestra cerbatana en ese templo, aunque dudo que encontreís más respuesta que la mía, pues lo que allí estuvo ya no estará. Solo mira el mal que hay a tu alrededor. Las huellas de tu padre fueron borradas hace muchísimo por estas criaturas, si no las borró la lluvia antes-
      Con lágrimas en los ojos, Raiduan empezaba a comprender.
      -¿Sabes? Encontré el templo, cuando tu padre se fue. No quise entrar en su interior, pues se presiente un aura maligna muy poderosa, y los ruidos de su interior no ayudan al ánimo-
      Raiduan permanecía con ojos vidriosos pero muy atento.
      -Ahora descansad, mañana al alba podreís partir de regreso a vuestra casa. Tomaos un tiempo para pensar y serenar vuestra alma, pero no os alejeis mucho de aquí-

      Raiduan asintiendo se levantó, y comenzó a dar un paseo por alrededor sumido en sus pensamientos.

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      -Parte XIII El regreso-

      Raiduan cumplió el consejo de Drazzar, pasear sumido en sus pensamientos y alma pero sin alejarse mucho. Cuando estuvo tranquilo, pudo conciliar levemente el sueño.

      Salir del bosque con ayuda de Drazzar fue mucho más fácil que entrar, pues el cazador llevaba décadas en ese bosque y se lo conocía como la palma de su mano. Igual que para encontrar el bosque, Volver a Anduar fue lento, pero fácil. Tampoco pienso aburriros con los meses que tardó Raiduan en volver, pues fueron meses sigilando por la sombra y sin percances.

      Descansó un par de días en la taberna de Anduar, en la misma habitación que a su partida, y regresó a Takome.

      Lo primero que hizo nada más llegar fue saludar a sus amigos e indicarles que había regresado, que estaba bien y, lo que era más importante, estaba en paz. Después pidió una cita con el supremo Nirnesil para contarle su viaje, y por último, aunque todavía no, regresaría a su poblado.

      XXXXX

      Gracias a todos los que me habeis leído hasta aquí. Ni yo mismo sabía como se iba a desarrollar la historia, pero al escribir al final salía sola y el par de noches que no pude dormir, entre otros temas por este, quedaban atrás. Más allá de los puntos de gesta que he conseguido, ha sido una experiencia enriquecedora para mí, o así lo siento yo.

      Saludos y hasta la próxima aventura de Raiduan.

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