Inicio Foros Historias y aportes Capitulo 6: Un paseo por la eternidad.

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    • dgferrin
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      Rubitz.

      Capitulo 6: Un paseo por la eternidad.

       

      A medida que se avanza a través de éste corredor, hasta la más pequeña criatura se siente grande. Las paredes se estrechan a los laterales y el techo decrece en altura a cada paso. Imágenes de rostros desencajados fruto de algún conjuro indican que la magia se ha adueñado de éste lugar por algún motivo.

      Unas escaleras de roca natural descienden hacia la garganta, las estalactitas y estalagmitas amenazan con desprenderse, es de vital importancia mantenerse bien despierto en este lugar.

      Al final de las escaleras, dos protectores de la garganta se encargan de vigilar que nadie ajeno al círculo de chamanes crucen la entrada.

      Restos de huesos y calaveras invaden el lugar, acompañados de un hediondo olor que contamina el aire.

      Quizás no haya pasado mucho tiempo desde que alguien haya pisado este lugar por error.

      Sólo de pensar lo que me espera cada vez que acudo a éste sitio me da escalofríos.

      Sin titubear, los dos protectores se hacen a un lado dejándome pasar, son conscientes de que me esperan y solo Gurthang sabe que si no lo hacen, rápidamente serían reemplazados.

      Me encuentro ante el trono de Su Maligna Señoría, los pelos se me ponen de punta sólo de pronunciar su nombre, no pasa un sólo día sin que me arrepienta de haber conocido este sitio.

      Aquí dispone su voluntad el responsable y señor de los chamanes de Golthur, vestido con ostentosos atuendos, cargado de collares, anillos y demás piezas de bisutería. Su vestimenta sin duda va acorde a su fuerte ambición y altanería.

      —Okbe… —Su Maligna Señoría pronuncia el nombre del kobold, con su hueca, apagada y profunda voz, que recorre toda la garganta en forma de eco.

      —No has hecho la tarea que te he encomendado…—Sigue hablando desde su majestuoso trono de piedra.

      —He defendido la ciudad de innumerables ataques de nuestros enemigos, he acatado cada una de las órdenes que me habéis dado, pero traicionar la confianza de un amigo es un encargo muy difícil de cumplir.—Contesta Okbe con tono desafiante.

      Su Maligna Señoría se alza en pie y señala con su báculo al kobold, que parece encogerse mientras el ambiente se torna negro y turbio.

      —¡Eres lo que eres porque yo te lo he dado! Si te doy una orden y no me obedeces, tu eres el que me traiciona a mi. ¡Tienes suerte que mi desprecio por esa raza es mayor que la que siento por ti ahora mismo!

      En un acto de efusividad, Su Maligna Señoría hace que el alma de Okbe se encoja pero vuelve a sentarse en su trono y se dirige a él con un tono más calmado.

      —Voy a explicarte como podemos arreglarlo, no vas a traerme la cabeza de ese mago de tres al cuarto que aun no se como le han dejado instalarse en el tercer nivel.

      Okbe, cabizbajo y atento a sus palabras, asiente atentamente.

      —Sino que que vas a traerme su cabeza y la de dos traidores de ésta ciudad más.

      El pequeño kobold alza la cabeza mirando fijamente a Su Maligna Señoría que sigue dirigiéndose a él ésta vez con un tono más hostil.

      —Por si no te ha quedado claro, voy a comentarte lo que ocurrirá si no lo haces. Tiraré de tu cordón de plata y separaré el alma de tu cuerpo, que llevaré personalmente directamente al averno, donde arderá en su inagotable fuego purificador. Ese viejo Lich del cuarto nivel me debe un favor que me cobraré sólo para conservar tu cuerpo mediante su magia arcana, mientras tu alma vaga por Pyrethia atrapada por toda la eternidad. Jamás nadie podrá liberar tu espíritu que carecerá de total voluntad, nadie podrá resucitarte ni perdonar tu alma, pues ni siquiera estarás muerto en el plano material.

      Okbe baja su cabeza de nuevo mientras asiente reprimido.

      Su Maligna Señoría se alza en pie, señala con su báculo al kobold y con tono efusivo se dirige hacia él…

      —¡Tienes 3 días, ahora largo de mi vista!

      El sendero de vuelta a casa que normalmente llevaría media hora, ésta vez parecía no terminarse jamás.

      Infinidad de pensamientos y sentimientos contradictorios pasan por la cabeza de Okbe que difícilmente es capaz de digerir la situación que le es impuesta.

      Acabar con la vida de alguien librando una batalla por una causa honorable, puede cobrar algo de sentido, pero el asesinato está a otro nivel que no todo el mundo es capaz de sobrellevar.

      Antes de pasar por casa, Okbe decide ahogar sus penas en el único lugar en el que uno puede desahogarse sin ser juzgado.

      Shizay, que regenta el Hueso Descarnado, sirve su cerveza de dudosa procedencia mientras escucha atentamente las inquietudes del cabizbajo kobold, con el único fin de servirle más tragos y llenar los bolsillos con el dinero de su cliente.

      Sin una sola moneda que tintinee y ya de regreso a casa, al llegar abraza a su mujer como si fuera la última vez que fuera a verla, se dirige a la habitación donde descansa su único hijo y le susurra al oído unas emotivas palabras, al mismo tiempo que una lágrima se desprende de sus ojos y le salpica en la frente de su pequeño mientras duerme felizmente, totalmente ajeno a la situación.

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