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en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345938Fascículo 31 La Catedral del Dios del Mal se alzaba poderosa ante la mirada del Alto Teócrata Arcano. Los numerosos y emblemáticos edificios de la ciudad de Galador palidecen, o se ven totalmente eclipsados, ante la diabólica magnificencia que emite la exuberante Catedral de Seldar. Dos enormes esculturas, que representan a unos terroríficos demonios del mundo antiguo, abren el paso de esta edificación los cuales, embebidos por los colores fríos que refulgen de las magníficas vidrieras que tétricamente adornan la fachada de esta colosal edificación, lucen simulando una impertérrita guardia. Mientras cruzaba su paso con numerosos inquisidores advenedizos y acólitos del maligno dios que es adorado en este colosal templo, Rijja se adentró en la catedral sin dejar de observar atento, y con cierta ensoñación, la meticulosa construcción. Una vez atravesó el enorme portón que hace de preludio al interior del Templo, llegó hasta un majestuoso recibidor. El inconmensurable poder que habitaba allí se hacía patente por toda la zona. Desde el oscuro suelo, formado por la obsidiana más pura, hasta la penumbrosa bóveda que da cobijo al interior, enormes columnas negras atravesaban la estancia de manera vertical. Realmente toda una obra de arte… Rijja, saliendo de su estado de trance ante tal belleza, continuo su camino hacia lo más profundo de la Catedral siguiendo la hilera de las lámparas que iluminaban constantemente aquellas estancias. Bordeando la Fuente de Ponzoña que precede a la sala donde se encuentra el Altar de Seldar, finalmente llegó hasta este. Nada más entrar en aquella zona del diabólico Templo, una voz resonó en aquella estancia. –Tiempo sin verle por aquí, Rijja Al’jhtar, Alto Teócrata Arcano… Se trataba de Hermillo, o “El Hermano del Cepillo”; como se le conoce comúnmente en la ciudad. Un sacerdote de Seldar que se dedica a orar incansablemente en el Altar y captar las donaciones de todos los feligreses que pasan por la iglesia. Este conocía a Rijja desde hace muchos años, debido a las largas horas de estudio que el Alto Teócrata había acumulado bajo esos muros. – ¿Qué te trae de nuevo por aquí? – prosiguió Hermillo. –Un placer volver a verte, viejo. He venido a pedirte un favor. – Dijo Rijja con tono ligeramente burlesco. –Vaya vaya, ya suponía que tu presencia no sería por mera cortesía… ¿Qué puedo hacer por ti? – Contestó Hermillo, imitando el tono del Alto Teócrata. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345937Fascículo 30 La llegada al Valle de Mnenoic remontando el río Urzabalgai transcurrió de manera rápida y amena bajo el cálido abrazo de la brisa que gobernaba el cauce del río y por las numerosas anécdotas que el barquero no paraba de comentar balbuceando al aire, como si Rijja no se encontrara con él en aquella destartalada barcaza. Una vez arribó al embarcadero y posó sus pies en la orilla, el Teócrata se despidió con tono tranquilo de su particular remero y se dirigió hacia el camino más próximo que lo condujera rumbo sur, hacia la Ciudadela de Galador. No sin antes, claro está, una pequeña y rápida pasada por la panadería local para degustar alguno de sus postres. Rijja los adoraba. Un Orgo goloso, a su edad… Después de comprar, y comer allí mismo, una magnifica rosquilla almendrada preparada por Dorinda la panadera, Rijja dirigió de nuevo sus pasos, esta vez a un ritmo algo más apresurado, hacia su destino. No tardó en atravesar los polvorientos caminos, los cuales se hallaban completamente marcados con los surcos producidos por el constante paso de carruajes repletos de mineral de hierro, fruto de las minas de este feudo, que fluyen por aquí hasta cada rincón del Imperio Dendrita. Alejándose ya del poblado de Mnenoic, Rijja podía atisbar en la lejanía las poderosas murallas de la ciudad de Galador, coronadas en su cima por la visión de las gigantescas bóvedas pertenecientes a la Biblioteca de dicha ciudad. Si no fuera por el secretismo que mantiene la Inquisición de Seldar, dicha biblioteca hubiera sido el destino elegido para la particular búsqueda de información que llevaba a cabo el Alto Teócrata, pero apartó ese pensamiento de inmediato al saber que apenas permitían la entrada a los niveles superiores. Las catacumbas de dicha Biblioteca… son realmente interesantes. Una vez llegó a las enormes puertas de piedra de este bastión del mal, Rijja saludó con un leve gesto a los guardias que las custodiaban, estos al reconocer al Alto Teócrata de Ar’Kaindia, se amilanaron a su paso entre reverencias y gestos de respeto. Se adentró entonces por las calles del mercado, las cuales conectaban directamente con la entrada norte, y encaminó sus pasos hacia la Ciudadela de Galador atravesando las callejuelas y avenidas del Barrio de la Victoria. Nada más llegar a esta, el encuentro con los guardias fue una copia exacta para con los de las puertas. Entre salves y muestras de respeto, se adentró en la Ciudadela hasta llegar a la Catedral de Seldar, para mostrar sus respetos. Rijja era un adorador acérrimo de Velian, pero entendía la importancia que Seldar, Dios del Mal, representaba para con su alabada diosa. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345929Fascículo 29 Rijja devoró con pasión los manjares que le habían ofrecido en aquel restaurante con gran rapidez y, después de beber el contenido de la jarra que le habían servido en apenas dos tragos largos, dirigió su mirada hacia el tabernero, el cual lo observaba con interés, como esperando un veredicto sobre el condumio que había elaborado. –Estaba delicioso, y el vino tiene matices muy interesantes. Mis felicitaciones– Dijo Rijja a modo de felicitación por las dotes culinarias de Maitre. –¡Gracias mi señor! Es todo un cumplido viniendo de alguien como vos– Dijo Maitre, ligeramente exaltado por las bendiciones del Alto Teócrata. Después de un intercambio de palabras sobre lo que había sucedido en aquel lugar y ante la negativa de cobro por parte de Maitre, Rijja se levantó de su asiento complacido y se dirigió hacia la puerta del establecimiento. Justo antes de atravesar el umbral que conducía a la calle, el Teócrata lanzó una bolsa con una considerable cantidad de monedas de oro hacia Maitre. –Gracias por todo, esto cubrirá gran parte de los desperfectos producidos. –Dijo el Alto Teócrata. Sin esperar respuesta alguna ante dicho pago, Rijja salió a las calles de Ryniver en dirección al embarcadero para, ahora sí, dirigirse rápidamente hacia Mnenoic. Una vez había cubierto sus necesidades nutricionales, el Teócrata se había visto sumergido de nuevo en sus enfermizos pensamientos sobre aquella pequeña moneda blanca y en cómo podría buscar información en alguno de los habitantes que moran en el Castillo de D’hara. Sobre todo, pensaba en uno en particular. Espoleado por unas ansias renovadas de conocimiento, llegó rápidamente al embarcadero. Aquel viejo lobo de mar ya había preparado todos los bártulos necesarios para emprender el viaje que remonta el río hacia el Feudo de Mnenoic. Justo a tiempo… –Mi Señor Rijja Al’jhtar! – Exclamó el barquero al ver como se acercaba, de nuevo, el Teócrata- Ya está todo listo, zarparemos a su voluntad. –Perfecto. Partamos sin demora. –contestó Rijja con cierto tono autoritario. Y, embarcándose de manera rauda en aquella cochambrosa pero resistente barcaza, emprendieron el camino que los llevaría a la parte fluvial del Valle de Mnenoic. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345928Fascículo 28 Las amenazantes palabras provenientes del Alto Teócrata Arcano retumbaron en la sala, provocando que, en breves instantes, la gran mayoría de clientes que allí se encontraban emprendieran una rápida huida hacia la calle mientras que, una pequeña minoría, se quedó expectante para observar atónitos el resultado de la pelea que estaba por llegar. No todos los días puede verse a un mandatario proveniente de la capital de los desiertos entrar en combate directo. El recién descubierto miembro del Culto al Lujo, lejos de amedrentarse, optó por emanar gran agresividad y espíritu combativo. Pobre infeliz. Después de unos instantes, y rompiendo la quietud de ambos contendientes, el asesino advenedizo se abalanzó sobre Rijja con una velocidad inusitada digna de admirar. Fue inútil. El Alto Teócrata, al observar el presto movimiento de su adversario, alzó la mano derecha y, después de ejecutar unos rápidos movimientos con sus dedos, exclamó unas palabras mágicas. «Repelish forceum» – El cántico producido por Rijja resonó con fuerza. Acto seguido, empujado con impetuosidad por una especie fuerza invisible, el terrorista perteneciente al Culto al Lujo salió despedido hacia atrás, impactando estrepitosamente contra el mobiliario del local, reventando varias mesas y sillas durante el proceso. Debido al golpe, aquel intento de asesino quedó empotrado en los restos del mueblaje contra el que había chocado, quedando aturdido y severamente magullado. Sin esperar a que se levantara, Rijja volvió a alzar su mano derecha. Esta vez pareció rubricar en el aire algún tipo de símbolo arcano y, acompañando el gesto con un extraordinario crepitar mágico, varias esferas surgieron de la palma de su mano dirigiendose con virulencia hacia su víctima. Fue rápido, similar en brevedad al destello de un relámpago en una noche de tormenta, pero sin duda fue doloroso. El cuerpo de su adversario quedó devastado por el impacto de aquellas centelleantes esferas mágicas ante la atónita mirada de los pocos observadores que quedaban en el interior del establecimiento. Rijja sonrió levemente en una mueca de satisfacción para justo después girarse hacia el dueño del local que permanecía estupefacto, por lo que acababa de acontecer, detrás de la barra. –Debes revisar qué tipo de calaña entra en tu local –Dijo Rijja con tono calmado y condescendiente –Y no te quedes ahí parado, sigo teniendo hambre y sed. –añadió. Maitre, volviendo en sí con rapidez, miró a Rijja y dijo: –Sin duda, mi querido Alto Teócrata, es usted un rival temible. Y sin más dilación, Maitre terminó la elaboración de la deliciosa comida que había preparado con mimo para el mandatario Ar’Kaindiano y se la sirvió con las manos ligeramente temblorosas. Sin olvidar, claro está, acercarle una jarra repleta del mejor vino del que disponía. Rijja asintió satisfecho y se dispuso a degustar aquellas delicias culinarias disfrutando del silencio sepulcral que ahora reinaba en aquel establecimiento. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345927Fascículo 27 Mientras el ahora improvisado tabernero preparaba el encargo culinario que había solicitado el Alto Teócrata, las miradas del resto de los presentes en el lugar no dejaban de apuntar a Rijja. Entre variados cuchicheos y conversaciones en voz baja, de diversa índole, el orgo pudo entreoír ciertos comentarios despectivos hacia su persona. Sin poder evitarlo, Rijja giró ligeramente su cabeza para dilucidar de quien procedían dichos comentarios insultantes. Se trataba de dos individuos que se encontraban sentados en una de las mesas del local. Uno de ellos, rechoncho y descuidado, sujetaba con su mano izquierda, mugrosa y repleta de roña, una jarra de cerveza, mientras que con la derecha señalaba de tanto en tanto a la figura del Alto Teócrata emitiendo gestos de desaprobación y palabras malsonantes. El otro, ataviado con una larga capa negra, escondía su rostro mientras miraba a Rijja con disimulo, intentando ocultar dicha mirada entre una ficticia atención e interés hacía el otro individuo con quien compartía mesa. Esto no pasó desapercibido para el Alto Teócrata. Rijja volvió a centrar el gesto hacia el tabernero y, disimulando prestar completa atención hacia las tareas que llevaba a cabo el regente del restaurante, comenzó a seguir cada movimiento que efectuaban los integrantes de la anteriormente mencionada mesa. El individuo ataviado con la oscura capa, se levantó de su mesa. Este se dirigió lento y de manera presuntamente inofensiva hacia la barra en la que se encontraba Rijja, incluso haciendo creer que solo era un borracho más de la sala entre erráticos tambaleos. Una vez llegó a ella, a apenas dos metros de distancia del Alto Teócrata, permaneció inmóvil con el semblante dirigido hacia el tabernero, que se encontraba de espaldas en ese momento, como haciendo ver que esperaba pacientemente y en silencio a que lo atendieran. Llevó su mano derecha hacia su cintura, perdiéndose esta entre los numerosos pliegues de la capa. Rijja se percató sin dificultad de aquel gesto. Orgo prevenido vale por dos… Aquel individuo extrajo de su capa, con gran maestría y rapidez, un brillante y afilado puñal y se dispuso a clavarlo en el costado de Rijja con presteza. Justo antes de que el punzante utensilio de muerte alcanzara su objetivo, el Teócrata no pudo contener una ligera sonrisa. El puñal rebotó con estrépito sobre el recubrimiento pétreo que envolvía la piel del Teócrata, cambiando la trayectoria de este en sentido contrario mientras emitía un sonoro chasquido. Los presentes miraron en el acto, alertados por el sonido que había producido aquella inesperada acometida contra el alto cargo ar’kaindiano. El atacante quedó atónito ante el inesperado resultado de su atentado contra la vida del Teócrata y dio un paso atrás con rapidez, adoptando una postura de ataque similar a la de un gato acorralado. Este rápido movimiento propició el movimiento de la capucha de su capa, el cual dejó entrever una máscara morada que se encontraba debajo y tapaba el rostro de aquel inesperado terrorista. –Vaya … – Dijo Rijja – Que tenemos aquí. Una de esas comadrejas del Culto al Lujo. Curiosa indumentaria… Bueno, ahora es mi turno. –Añadió el Teócrata con tono amenazante. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345926Fascículo 26 Abandonando ya la zona del embarcadero, después de atravesar los pequeños cultivos que preceden a este, Rijja se encontraba de nuevo caminando por las calles de Ryniver. Aun habiendo atravesado sus calles en innumerables ocasiones, debido a su impertérrita curiosidad, el Teócrata no podía parar de escudriñar cada rincón de las mismas, observando cada movimiento de la población y las ahora envejecidas construcciones. Lejos de entristecerse por el aspecto de la ahora sitiada ciudad, Rijja gozaba con la visión de como se impartía la ley marcial y se regocijaba de la implacable ocupación por parte del Ejercito Dendrita, ya que en él se encontraban alistados numerosos conciudadanos suyos. Sin duda, al margen de la desorganización que llevaban algunos reclutas, la Orden del Lince conseguiría aplacar a los rebeldes y a los terroristas pertenecientes al Culto al Lujo. Rijja odiaba profundamente a los grupos terroristas y lo que estos podían acarrear para la prosperidad de un gobierno firme. Todo mandatario odia el desorden y el desacato a las normas establecidas… típico. Mientras observaba cada rincón donde sus pasos lo llevaban, el Alto Teócrata llegó al umbral del restaurante de Ryniver ávido de saciar su hambre y sed. Atravesó las puertas del establecimiento y, al hacerlo y chequear el interior, su mueca alegre se tornó en un gesto de descontento y desaprobación. El restaurante de Ryniver, otrora muestra de esplendor económico y local de culto para entendidos en el campo culinario, se hallaba repleto de borrachos y maleantes. Apartando de su pensamiento dicho hecho, se dirigió hacia la barra del restaurante para saludar al dueño y actual regente del establecimiento, Maitre (si es que realmente se llama así, nadie lo sabe). –Propicios días…- Dijo Rijja en tono amable. Las palabras del Alto Teócrata, junto a su tono amigable y educado, hicieron que Maitre levantara la cabeza de los platos que fregaba en esos momentos con un gesto de ilusión y sorpresa. –Mi querido Alto Teócrata Rijja Al’jhtar… Por fin ha venido un cliente digno a mi establecimiento. ¿Qué puedo hacer por usted? – Dijo ilusionado Maitre. –Veo que su establecimiento ha cambiado “ligeramente” su selecta y habitual clientela. – Dijo Rijja con tono irónico. –Aunque, realmente, me es indiferente. Sírvame una jarra de su mejor vino y, como no, alguna delicia culinaria de las que usted prepara. Maitre respondió a las palabras de Rijja con una sonrisa y, volteándose sobre la mesa que se encontraba detrás del mostrador, comenzó a preparar el pedido del Alto Teócrata y este, satisfecho por la rapidez, se sentó en uno de los taburetes que bordeaban la barra de aquel restaurante dispuesto a esperar la llegada de su deliciosa comida. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345925Fascículo 25 Después de platicar largo y tendido con el soldado orgo, el cual había segado la vida de su particular presa, Rijja emprendió de nuevo la marcha hacia el Castillo de D’hara. Debido a lo incómodo que podían resultar los caminos que transitan por las inmediaciones de la ciudad de Dendra, el Teócrata decidió llevar sus pasos hacia Ryniver para, una vez allí, embarcarse en el pequeño bote que hacía los trayectos que remontaban el río Urzabalgai hasta Mnenoic. Eso le brindaría también la posibilidad de hacer una ligera parada en Galador y saludar a sus gentes, las cuales siempre le habían dado un cómodo cobijo. Además, Rijja adoraba una pequeña tienda de pociones que se encuentra en esa ciudad y, claro, no podía dejar pasar la oportunidad de abastecerse con alguno de los brebajes que allí fabrican. Ciertamente un Orgo de costumbres fijas… Rijja llevó sus pasos de manera rauda hasta la encrucijada que se encuentra al norte de la Sabana en la que se encontraba para, una vez allí, girar en dirección a la ciudad de Ryniver. Numerosos penitentes seldaritas y diversos mercaderes le acompañaban, a ratos, en su transcurrir por aquellos polvorientos caminos que, al margen de la incómoda mirada de bandidos y maleantes, le llevaron sin incidentes hasta la ciudad. Su entrada por la parte este de la ciudad, atravesando el enorme puente de piedra sobre el Río Urzabalgai, no pasó inadvertida para los Soldados de la Orden del Lince los cuales se paraban a saludarlo al reconocer a un Alto Teócrata de la ciudad de Ar’Kaindia. Sin duda, era bien recibida su presencia por aquellos lares. Entre las incesantes nubes de polvo que se levantaban a su paso por los caminos y las miradas curiosas de los habitantes junto con el resto de viandantes, Rijja llegó al embarcadero de la ciudad. La humedad que gobernaba la zona hacía patente la plétora acuosa que gobernaba el río, debida a las abundantes lluvias acontecidas jornadas atrás, y el polvoriento camino había dado paso a ciertas capas de barro que ahora gobernaban aquel lugar. Una vez Rijja se situó cerca de la barcaza que allí se encontraba, el atareado barquero que capitanea dicha embarcación levantó la cabeza con una mueca de cansancio. –Que pesados… – Comenzó a balbucear aquel viejo marino –No pienso remontar el río hasta que acabe mis tare…. Señor Rijja Al’jhtar! –exclamó abruptamente al observar al Alto Teócrata junto a él. –Mis disculpas por mis modales, llevo todo el día intentando descansar, pero, para alguien de su posición, no me demoraré lo más mínimo en mis deberes. Remontaremos el río cuando usted guste. – sentenció el viejo barquero clavando la mirada en Rijja. –Siempre tan servil… – Dijo Rijja. –No es problema, puedes terminar tus quehaceres con calma. Aprovecharé para tomar algún refrigerio en la taberna. Avísame cuando termines. – Añadió el Alto Teócrata. Sin esperar siquiera la respuesta del barquero, Rijja volteó y dirigió sus pasos hacia el restaurante local, con el afán de llenar su panza y refrescar el gaznate con las delicias culinarias que la zona podía ofrecer. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345828Fascículo 24 Rijja avanzó lentamente durante unas decenas de metros para encontrarse con algo, sin duda, inhóspito en este territorio. El Alto Teócrata llegó a una pequeña charca que inundaba de humedad el ambiente. Seguramente esta, formada por el agua caída en la estación de las lluvias, sea el único remanso de hidratación para los animales de la zona en varios kilómetros alrededor. Debido a los bordes de esta acumulación de agua, era fácil deducir que anteriormente había sido mucho más grande y, obligada por el extremo calor que reina en la zona y el consumo de los animales que aquí moran, había descendido drásticamente en tamaño. Aquella reducida charca se encontraba completamente rodeada por numerosos huesos, de heterogéneos tamaños, que denotaban que aquella era una zona frecuentada tanto por presas como por sus depredadores y, en la misma orilla, se encontraba en aquel momento un numeroso grupo de Elefantes. Estas enormes y pesadas bestias no deben tomarse a la ligera como adversarios ya que, aun estando lejos de interpretar un papel como depredadores, gozan de unos afilados colmillos de gran tamaño, similar al de un humano adulto, que bordean una larga y poderosa trompa. Al margen de la rareza de ver a este animal en plena sabana, Rijja no tenía interés alguno en dichas bestias. El Teócrata clavó su vista de nuevo sobre el terreno, obviando a los gigantescos animales, detectando el rastro del león que perseguía y reanudó su particular búsqueda. Cazador incansable… Apenas unos minutos después de reanudar su búsqueda, Rijja percibió un intenso rugido de dolor proveniente de varios metros delante de él. Presto recorrió esa distancia con presteza y, una vez estuvo a la altura necesaria, observó una escena que, por qué no decirlo, lo desalentó ligeramente. Un congénere suyo estaba eviscerando con una enorme Yhjlema al león que el Teócrata había perseguido sin descanso. Se trataba de un orgo de enormes dimensiones de tez azulada y unos diminutos cuernos de marfil en su frente. Los músculos de este orgo denotaban un desarrollo importante, seguramente debido a un duro entrenamiento en el combate. Sin duda era miembro del ejército kaindiano. Tal vez en alguna misión de reconocimiento. El orgo se percató entonces de la presencia en sus inmediaciones del Alto Teócrata y, clavando con fuerza el cuerpo del león al suelo con su Yhjlema, se arrodilló en señal de respeto. –Mi Señor Rijja Al’jhtar, si me permite, ¿a qué debo el honor de su presencia? – dijo el Orgo con un tono de orgullo. –La razón de mi presencia aquí se haya hincada en el suelo bajo tu Yhjlema… –Dijo Rijja con cierto tono de amargura. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345827Fascículo 23 La enajenada persecución se alargó aproximadamente una hora por los resecos territorios de la sabana. Aún inferior en poder bélico, el León al que perseguía el Alto Teócrata le superaba con creces en velocidad y aún más siendo espoleado por un miedo atroz al Orgo después de avistar lo que había sucedido con sus antiguos camaradas de manada. Aun manteniéndose a gran distancia de su presa Rijja siguió su rastro con eficacia, analizando cada palmo del terreno en medida de lo posible ya que, debido a la necesaria velocidad que imprimía en su batida particular, tan solo podía detenerse unos instantes a observar cada vestigio de su tan ansiada presa. Debido a la oscuridad de la noche, el cielo azul profundo de la sabana se encontraba ribeteado de esporádicas y fulgurantes estrellas que abarcaban todo el firmamento. Gracias al brillo de dichos astros, era sumamente fácil para el Alto Teócrata no toparse, o pisar involuntariamente, con cualquier criatura nocturna que había aquel territorio. Pisar un escorpión o el cuerpo de una de las cobras escupidoras no debe ser del todo agradable… La frenética búsqueda del Orgo parecía dar sus frutos. Llegó a un lugar donde el suelo no se encontraba tan reseco y castigado por las inclemencias del tiempo como el resto de aquel vasto territorio, lo cual facilitó el seguimiento de aquella bestia la cual dejaba un rastro más patente en el ahora húmedo suelo. Rijja aminoró su marcha para escudriñar con atención lo que le rodeaba. Al margen de los surcos dejados por la bestia, pudo apreciar sonidos similares a un chapoteo, sin duda algo extraño en esta zona tan agreste. Siguiendo aquellos sonidos, coincidiendo con la dirección que tomaba el rastro del animal que perseguía, Rijja asió su espada, desenvainándola, y se dispuso en pose sigilosa mientras se acercaba lentamente al lugar. Poco a poco, el depredador sería cazado… en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345815Fascículo 22 La extremadamente calurosa travesía, que había emprendido el Alto Teócrata de manera temprana y diurna por los desiertos, se había ido tornando a un clima bastante más agradable con el paso de las horas y la llegada de la noche. El intenso calor había dado paso a una noche que incluso podría calificarse como fría. La mayoría de los animales de la zona de Sabana, con la llegada del ocaso, descansaban en sus cobijos y madrigueras. A excepción, claro, de los temibles depredadores que habitaban en estas tierras, los cuales esperaban el descenso del impertérrito Sol para salir en búsqueda de sus presas habituales. Este hecho hace que, si no se va convenientemente pertrechado para las circunstancias, sea aconsejable pasar la noche en algún refugio o sitio seguro y proseguir el viaje durante la jornada matutina. Esta ocasión, para el Alto Teócrata de Ar’Kaindia, no supondría ninguna amenaza importante. Una vez anduvo varios centenares de metros internándose en la Sabana, Rijja escuchó un casi inaudible jadeo proveniente de la maleza alta que rodeaba su posición. Alguien, o algo, acechaba los pasos del Teócrata durante su trayecto por la zona y este lo había detectado. Antes de dilucidar de que se trataba, una vez tuvo una clara visión de donde provenían dichos ruidos, Rijja comenzó a realizar unos acompasados movimientos con sus manos a la vez que farfullaba unas palabras mágicas. De sus manos, y con gran estrépito, surgió una afilada esquirla de hielo mágico de gran tamaño. Esta se dirigió con velocidad hacia el lugar señalado por el Teócrata, que no era otro que la localización donde había oído los acechantes ruidos. Cuando el hechizo impacto en su objetivo se pudo oír claramente un rugido de dolor, seguido de un sonido propio de algo desplomándose. Antes de poder acercarse a observar de que se trataba, una manada de leones emergió de las inmediaciones de manera rabiosa y se dirigieron hacia Rijja frenéticamente. Después de emitir una sonrisa de satisfacción por la inminente batalla, y por la gratificante sensación de “cazar a un cazador”, el Alto Teócrata levantó su mano derecha mientras configuraba una runa con sus dedos a la vez que giraba la muñeca con ímpetu. Una vez terminó la formulación, con las fauces de aquellos grandes felinos a escasos metros de su persona, Rijja extendió su mano de la cual surgieron numerosas esferas de energía. Estas se precipitaron sobre la agresiva manada en su totalidad. En un instante, casi la totalidad de aquellos grandes felinos yacían en el suelo completamente inertes y humeantes, quedando en pie tan solo uno de ellos, el cual había tenido la suerte de que uno de sus compañeros se había interpuesto en la trayectoria de la esfera que iba a directa a él. El león superviviente, viendo el horror al que se habían enfrentado sus compañeros de manada, emitió un rugido asustado y emprendió una rápida huida entre la hierba alta para así poder escapar de tal verdugo. Rijja, satisfecho por el resultado y embebido por el improvisado festival de caza, persiguió rápidamente a la criatura a través de llano territorio de la Sabana. Como un niño pequeño cazando moscas… en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345808Fascículo 21 Es curioso la experiencia, tan… inmersiva, que supone el Desierto de Sharframna. Innumerables y gigantescas dunas que, vistas desde una perspectiva de altura, parecen reflejar una homogeneidad impropia en un terreno tan irregular. Un lugar completamente castigado por el impertérrito calor y el azote ardiente de los vientos arenosos. Rijja adoraba aquella visión. La sensación auténtica de soledad que experimentaba le hacía pensar con una claridad asombrosa, y esta solo se veía interpelada por la constante sensación de ser vigilado y seguido por la atenta mirada de las numerosas bestias y criaturas que moran en estas tierras. Debido a la quietud que se palpa en el ambiente del desierto, uno nunca está seguro si aquellas criaturas están a su acecho o simplemente temerosas de su presencia. Después de avanzar durante media jornada, necesariamente ayudado por numerosos hechizos arcanos que hacen la travesía más cómoda y llevadera, el Alto Teócrata comenzó a divisar los Riscos del Ocaso cuando sus pasos lo llevaban a lo alto de alguna de las gigantescas dunas de arena. Avanzando un poco más, ya en las inmediaciones de los Riscos, Rijja atisbó unas serpenteantes huellas en la arena, completamente desdibujadas, que indicaban la presencia de una gigantesca criatura. Una Mandíbula de Arena debía estar cerca. Una presencia que, al Teócrata, lejos de atemorizar, se le antojaba inquietante. Vamos, lo que cualquier individuo coherente debería sentir. En pro de aligerar la marcha, y con la esperanza de alejarse de aquel lugar con la mayor presteza, Rijja levantó su mano al cielo y, concentrando su magia innata, emitió una potente estela luminosa que ascendió en la zona entre un centelleante crepitar. Una criatura atendió a la llamada del Teócrata y, emergiendo desde el mismo suelo que pisaba, un enorme gusano del desierto apareció para ser su particular montura. Gracias a este esperado compañero, Rijja se alejó de la zona a gran velocidad. Su ligeramente frenética marcha no se detuvo hasta que hubo atravesado incluso el Desierto de Merok-Gaddor, desmontando de aquel enorme gusano solo cuando estuvo en la Sabana que separa su desértico Reino con el de Dendra. Posó sus pies en el suelo, acompañando el gesto con una sonrisa y, completamente decidido, emprendió el camino dirección norte. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345807Fascículo 20 Las siguientes jornadas, sin duda, se antojaban entretenidas para Rijja Al’jhtar. Durante mucho tiempo había permanecido en su ciudad natal sin pisar sus queridas, y extremadamente áridas, arenas del desierto. Después de organizar las siguientes fases en la investigación de los componentes extraídos de aquella expedición al Y502, el Alto Teócrata no tardó en disponer los bártulos necesarios para una larga travesía por los desiertos de Al’Qualanda en dirección al Reino de Dendra. Justo antes de salir del Templo Piramidal y encaminarse hacía su particular empresa, una pequeña escolta de Guardias Kaindianos se presentó ante el Alto Teócrata. Siempre tan serviles estos Orgos… –Mi Señor Teócrata, permítanos escoltarlo hacia el Reino de Dendra. – Dijo uno de los soldados. –Ja, curiosa petición. ¿Tantas ganas tenéis de salir de la ciudad? ¿Tan tedioso es custodiar los muros del Templo Piramidal? – Dijo Rijja con un tono ligeramente burlesco. – No es necesario realmente y, dado el anonimato que adoptaré durante la travesía, solo llamaría atenciones indeseadas. – Añadió el Teócrata. –Pero mi Señor, según los reportes más recientes, las patrullas de Ogros asaltadores son más numerosas que de costumbre y, como sabéis, el Clan Nast juró venganza contra usted por las bajas en sus filas por vuestras propias manos. – Dijo, con cierto tono de preocupación, uno de los Soldados. –No creo que haga falta que lo repita. Viajaré solo. – Dijo Rijja tajantemente. – Pero claro, agradezco vuestra preocupación y disposición a acompañarme. – Concluyó el Teócrata mientras se giraba y emprendía la marcha. Tal vez hubiera sido mejor gozar de algo de compañía… Después de un pequeño lapso de tiempo, y una vez sobrepasados los límites de la Meseta de Ferrian, Rijja posó sus pies sobre la ardiente arena del desierto. Una pequeña sonrisa y un esbozo de satisfacción encabezaron el comienzo de la marcha del Alto Teócrata en pos del conocimiento sobre aquella pequeña reliquia numismática. Veamos en que acaba esta particular misión… en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345765Fascículo 19 El estudio que el Alto Teócrata llevaba a cabo sobre la moneda era enfermizo. Repasando todos los documentos y compendios sobre numismática que se encontraban en la Biblioteca del Templo Piramidal, ojeaba con atención cada párrafo de aquellas líneas, revisando caza boceto de las monedas que se habían acontecido a lo largo de la historia de los Reinos. Esto no era una tarea fácil, ni veloz, ciertamente. Hay que considerar que, al margen de lingotes y piedras preciosas, la riqueza en Dalaensar se encuentra representada por multitud de monedas, o artículos de cambio, de muy heterogénea acuñación. Realmente, examinar todas y cada una de las características de la trabajada numismática de cada reino y sus detalles propios, era tedioso para cualquiera. Incluso monedas de épocas antiguas y muy poco abundantes pasaban por su exhaustivo control. Rijja, acostumbrado a las interminables sesiones de transcripción rúnica y estudio arcano, estaba encantado. Esbozando una sonrisa, recorría con su dedo índice; de manera ordenada y a mínima distancia del papel, cada una de aquellas láminas escritas. Estos roedores de biblioteca… Nada encontró en aquellos libros. Sesioms, denarios, jinnys, olotas, belas… ninguno de los reinos había acuñado nada parecido. Siquiera en la documentación sobre el Adamante, joxen o scorb; teniendo en cuenta la rareza en el acuñe y materiales que se llevaba a cabo en la sub-oscuridad, pudo encontrar nada. Después de varias jornadas, justo a la vez que cerraba el tomo referente a la antigua acuñación élfica del Glaen; moneda de la lejana Tearolin, perdió la esperanza de encontrar cualquier información válida para con aquella pequeña moneda blanca y su peculiar aspecto. Sin llegar a caer en el desánimo, Rijja entendió que no encontraría información en el saber escrito de los Reinos. Casi en el acto, mientras el suave viento que entraba por las ventanas de la Biblioteca parecía silbar una voz que decía “Eureka”, el Alto Teócrata esbozo una sonrisa y, cerrando los libros y compendios que se encontraban esparcidos por la mesa de estudio, comenzó a caminar hacia la salida del edificio con decisión (y la pequeña moneda en el bolsillo). Rijja sabía dónde buscar una nueva fuente de información. Debía ir hacia el Castillo de D’hara. Chico listo… en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #345742Fascículo 18 Las jornadas se habían sucedido una tras otra desde aquella expedición al Y502. Numerosas son las semanas desde aquel fatal acontecimiento que segó la vida a un gran número de valientes soldados orgos y, equidistante en el tiempo, sobre el estudio de los materiales que habían podido recopilar en su misión de reconocimiento. Encerrados en los laboratorios de la ciudad de Ar’Kaindia, en lo profundo del Templo Piramidal, varios estudiosos dirigidos por el Alto Teócrata Rijja Al’jhtar, experimentaban y documentaban sin descanso aquella misteriosa recopilación. Cada investigación se hacía completamente acotada sobre un material y, haciendo un constante hincapié en cada uno, se desglosaban todos los secretos que este pudiera contener. Muy dedicados estos Orgos. Uno de ellos se había centrado en los misteriosos trozos del oscuro material salino del terreno. Un tipo de sal que no se encuentra en ningún paraje, por remoto que sea, de Dalaensar. Después de los experimentos, que consistían en todo tipo de comprobaciones, tanto físicas como químicas, depositaban las muestras, ordenadamente separadas en diferentes frascos y contenedores, en las repisas del laboratorio. Completamente etiquetadas y documentadas. Las gemas, ampliamente conocidas, se descomponían y machacaban en búsqueda de cualquier diferencia con las que encontramos en el plano material. Realmente no se diferenciaban en nada, tan solo resaltaba el hecho que eran difíciles de encontrar. Diamantes, granates y demás gemas de gran valor componían el pequeño botín recopilado. Una vez estudiadas y clasificadas sus muestras, fueron llevadas a las arcas de la ciudad para su almacenamiento. Al margen del propio botín, el saco que las contenía también fue objeto de estudio ya que, debido a la sangre de los orgos que había salpicado su superficie, pequeños trozos de arena y sedimento se habían adherido a él y, claro está, los científicos habían catalogado de sumo interés el hecho de haber obtenido muestras directas de aquel muerto viviente ( el que mató y deshidrató a varios de sus congéneres ) con el fin de encontrar nuevos métodos para enfrentar ese tipo de mal. Otros eruditos, a su vez, dilucidaron que los tomos encontrados contenían lo que parecía algún tipo de idioma después de días en su descifrado y se disponían a transcribir al completo todo lo que pudiera ofrecer de información aquellas extrañas letras. Sin duda, uno de los hallazgos más importantes a la hora de entender y estudiar los seres que habitan en el Plano de Y502. Rijja en persona se encargaba en persona de un particular estudio numismático. En concreto, el de la moneda blanca que habían encontrado y que tanta curiosidad le provocaba. La pequeña moneda y su albo metal completaban las horas de estudio para el Alto Teócrata. Desglosando completamente toda la información que esta pudiera dar para averiguar su procedencia. Desde su forma octogonal, el curioso grabado que representaba una luminosa esfera cual astro celeste. La manera de su acuñe, tanto el pequeño agujero que tenía en su centro como las numerosas muescas de sus lados los cuales, una vez extraído todo el salitre que contenían, dejaban ver un gran obraje en la creación de esta curiosa moneda. Sin duda, el Alto Teócrata, quería averiguar más sobre la moneda. Personalidades y habitantes del Feudo de Alell, por Rijja Al’jhtar. En el Feudo de Alell la esperanza de vida de la mayoría de varones no es muy elevada, todo esto es debido al peligroso trabajo al que la explotación minera les somete. Aun así, hay varios que han prosperado y alcanzado un nivel de vida por encima del resto, ya sea en comercio, en trabajo agropecuario o reclutados por el mismo Ejército de Dendra. Este último engrosa a multitud de jóvenes de baja cuna, los cuales se han alistado con el fin de alimentar a sus familias. La gran mayoría de los reclutas que habitan en Alell no han visto todavía batalla alguna. Un tanto por ciento bastante elevado de ellos se dedica a llevar a cabo misiones de patrulla de poca importancia en pequeños grupos de tres o cuatro individuos ya que el entrenamiento al que les han sometido les enseña a luchar en formación. Muchos de los reclutas empuñan armas manufacturadas en el mismo Feudo, gracias a la herrería de Kit. Kit es una mujer de rasgos afilados, mas propis de un elfo que de una humana, lo cual echa por tierra el típico arquetipo de guerrero. El hecho de que sea una mujer, de hecho, bastante joven, ha hecho que el Gremio de Herreros del imperio no la acoja en su seno. Al margen de su sexo, parece una fiera combatiente y te pensarías dos veces el hecho de buscarle las cosquillas a esta herrera dendrita. Otra fémina que ha prosperado en esta aldea es Sylvia, la cual atiende el negocio de su marido, cuando este perdió una pierna en las guerras de Celiath. Una mujer que lleva siempre el pelo recogido por unos estridentes rulos y, a pesar de sus interlocutores, habla siempre a gritos. Al margen de no parecer una persona adecuada para llevar un negocio en condiciones, debido a su fama de loca entre el populacho, su tienda progresa adecuadamente. El banco de la aldea está regentado por Pheros que, al contrario del típico aspecto rollizo que presentan los banqueros, es un hombre atlético con una treintena de años. De el se dice que durante su juventud fue un rebelde frustrado y que con el tiempo suavizó sus ideas revolucionarias y se asentó en Alell para ejercer un oficio próspero. Primus, el párroco de Alell, también es alguien a quien dedicar unas líneas. El paso del tiempo ha hecho mella en este anciano Sacerdote de Seldar y fue destinado a custodiar, hasta que muera, el altar de la Capilla de Alell. Siempre cubierto por raídos y mugrientos ropajes, no desentona ni un ápice con la edificación que regenta. En tiempos fue un miembro activo de la Inquisición, pero a día de hoy no es más que un vejestorio decrepito que cubre las necesidades religiosas mínimas del populacho. Sin duda, otro personaje a comentar de este peculiar Feudo, es “El Tuerto”. Este hombre rondará el medio siglo de edad, calvo y con un parche sobre su ojo. Sobre esto último, cuenta que perdió el ojo en un combate feroz contra una criatura mitad halfling mitad minotauro. Según la historia local, se dice que es nieto del Tuerto con cuyas historias las madres halfling mandan a sus hijos a la cama. Sea esto verdad o no, es el dueño de la única taberna de los Reinos donde se sirve genuina carne de Halfling, conocida por ser exquisita y muy tierna. Al margen del gentío y demás populacho, comentar la inestimable labor de los mineros de la zona, los cuales explotan día tras día y sin descanso los yacimientos de las Minas de Mithril, base de la economía local y fuente de riqueza del Imperio Dendrita. 
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