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en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341959
Capítulo VIII
Sin poder cesar en mi empeño por conocer la obnubilada, al menos en apariencia, mente de mi antecesor y su relato, hice el esfuerzo de leer cada palabra otorgándole toda la credibilidad que mi escéptica psique me permitía.
La tenue, pero suficiente, luz que me proporcionaban las rutilantes esferas mágicas de la biblioteca ayudaban a que la lectura fuera continuada e ininterrumpida. Varias páginas únicamente dedicadas a la meticulosa descripción de aquella edificación dieron paso al esclarecimiento del entorno que la rodeaba:
“… toda ella se encuentra amurallada por una tapia de varios metros de altura. Esta, compuesta por adobes de diferentes tonalidades y materiales, la rodea de manera imperturbable dejando un espacio interior de varios centenares de metros cuadrados solo desembarazándola en una gran apertura a modo de entrada. Dicha entrada está custodiada por dos estatuas, en sendos lados de ella, con la forma de imponentes gárgolas aladas que enarbolan dos enormes y brillantes lanzas. Estas figuras están esculpidas en el mismo material que el muro que custodian, salvo las partesanas, compuestas de un largo mango en plata y filos de adamantina. Toda una obra maestra en la metalurgia…”
El detalle con el que describía cada resquicio de aquel lugar daba autentico pavor. Podía esquematizar perfectamente mi reproducción mental sobre aquel lugar. Sin duda, aunque fuera fruto de la locura, esta era una síntesis exacta sobre el tema que exponía.
“…la parte interior, una vez traspasado aquel umbral, contenía toda clase de vegetación conocida y otras completamente ignotas. Grandes palmeras dotadas de dátiles frescos y sabrosos, manzanos en los cuales crecían frutos que competirían con las tonalidades de los rubíes más puros, sinuosas y frondosas enredaderas que proliferaban vertiginosamente creando tupidas techumbres salvajes. Un sinfín de especies exuberantes y profundamente arraigadas en aquella tierra. Es completamente desconcertante que, en mitad del árido desierto, pueda existir un lugar así propio del reino onírico…”
El ruido de unas raudas pisadas junto a la puerta de la biblioteca me provocó un marasmo repentino.
–Mi señor… – escuché claramente la voz de uno de mis sirvientes- siento importunarle en sus actividades, ha llegado el invitado que esperaba. ¿Doy paso hasta el recibidor? – añadió
–Gracias, hágalo pasar, voy en cuestión de minutos– dije con voz apagada y complaciente, escondiendo mi descontento por la interrupción.
–Como ordene, mi señor– fueron las palabras de mi criado seguido del sonido de sus pisadas alejándose por el pasillo.
Después de un exhalar un suspiro con ánimo de concentrarme antes de la reunión que se iba a producir, cerré con sumo cuidado el libro dejándolo sobre aquella maciza mesa de estudio y me dispuse a salir de la estancia. No sin antes, ordenar a mi bibliotecario que se apostara junto a él en señal de custodia.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341939Capítulo VII
Por fin había llegado el momento. Aislando mi mente de cualquier pensamiento que pudiera distraer mi raciocinio avancé acariciando cada página de aquel manuscrito con delicadeza y, por qué no decirlo, cierta ternura, volviendo a repasar levemente los caóticos párrafos y abstractos epígrafes hasta llegar donde comenzaba la ordenada y pulcra descripción y estudio de la reliquia, comúnmente conocida en el folclore Ar’Kaindiano, “Viento de Arena”.
En esta primigenia disección, Kajjo acometía desde un principio a negar el hecho de que fuera un objeto mágico capaz de mover las dunas al antojo siendo esta leyenda una mera farsa. En cambio, mi antepasado hacía alusión a una Gran Pirámide que aparecía de manera temporal e intermitente en los desiertos de Al’Qualanda, mayoritariamente en Ast’Morgadith. Parte de la descripción que aportaba en sus escritos era la siguiente:
“…una gigantesca edificación poliédrica. Su base está formada por grandes bloques de Ferrita de extrema pureza que parecen asirse al resto de la edificación, la cual aguanta y comprime, mediante campos magnéticos. El cuerpo, dependiendo de cuál de los cuatro lados observases, estaba compuesto de colosales bloques de materiales heterogéneos entre ellos. La pared Este está formada por oro macizo, el cual refleja la refulgente luz del sol con una tonalidad a la cual ni el tesoro de un dragón podría hacer frente. La parte Oeste emite un potente halo argénteo, debido a su construcción exclusiva en grandes bloques de plata. La pared sur está constituida con lo que se antoja como gigantescos bloques de Mithril sin mácula alguna y, el muro Norte sin lugar a dudas, de una oscura, pulida e inmaculada Obsidiana negra.
Coronando esta mayestática edificación se observa, sin poder ocultar la incredulidad que esto conlleva, una imponente pieza de Ámbar de una tonalidad y tamaño jamás vistos en toda Eirea…”
No pude evitar levantar ligeramente la vista de aquel texto, presumiblemente fantasioso, con el pensamiento desbordante de que todo aquello era una mera fábula para continuar leyendo lo siguiente:
“…Una titánica construcción con dotes arcanas, sublimemente bella, repleta de numerosos tesoros y secretos, regentada por un docto y diabólico ente llamado Khur Kaizzul…”
Al continuar leyendo, Kajjo dejaba entender sin lugar a dudas que este “ser” gozaba del control total de la Pirámide y de todo cuanto ella contenía.
Evidentemente, las letras que acababa de interpretar eran fruto de algún desvarío que enturbiaba la mente de mi lejano antepasado y nublaba su buen juicio, ya que no se conocía ningún registro actual, ni reciente ni antiguo, sobre esa edificación. La civilización Orga, en su conquista y dominio de los desiertos, jamás había dejado inventariado conocimiento sobre esto. Esto me llevó a repudiar ligeramente el hecho de que pudiera extraer conocimiento alguno de aquellas delirantes palabras, pero, en honor a mi ascendiente, continuaré descifrando su relato “mitológico” …
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341870Interludio I
Las pisadas de una sombría figura resonaban entremezcladas con lo que parecía el sonido de un constante goteo filtrado, desde profundas grietas, en el techo de la cámara contra el amarillento suelo calizo. Unas gigantescas columnas de piedra, repletas de fulgurantes inscripciones, decoraban aquella amplia estancia de manera efectiva y homogénea. Bellos candiles galvanizados, que levitaban mediante artes mágicas, iluminaban tenuemente aquellas soledades con una luz pálida y titilante. La antropomórfica figura no dejaba de avanzar hacia lo que parecía un desvencijado, aunque de belleza inusitada, altar de ceremonias. Junto a dicho altar se encontraba un pequeño púlpito repleto de joyas de diversas procedencias y tonos cromáticos y, junto a este, una figura humanoide tumbada en lo que se antojaba una posición de oración.
Al llegar junto al ambón, la figura aminoró su marcha a escasos metros del ser que se encontraba en el pavimento orando.
- Han encontrado el libro. – Dijo la sombría figura mientras efectuaba el último paso de su marcha.
+ Siempre con tus sacrílegas interrupciones, ¿de qué hablas? – contestó, levantando la cabeza, el ente que se encontraba postrado en el suelo.
–Tu dichoso libro, alelado, lo han encontrado. Y quien lo ha hecho parece disfrutar con la lectura.
- Sea quien sea no podrá descifrar nada, relájate. El que lo haya podido coger es irrelevante, solo significa que es mi descendiente directo. No entenderá nada, aunque lo intente.
- Este descendiente tuyo parece bastante capaz. Incluso goza del cargo de Alto Teócrata en tu antigua ciudad natal, no deberíamos subestimar su perspicacia.
- Te repito que es inútil que lo intente. Lo que encontrará, al margen del resto de compendios y estudios, se le antojará simple mitología y superstición. Y, a propósito de lo que comentas, ¿Cómo sabes que ha sido hallado ese libro?
- He hecho una ligera visita a la residencia de tu antigua familia. Muy pudientes ellos. Una preciosa torre de hechicería, repleta de curiosos artilugios…
- Debido a que has hecho tal viaje? ¿No deberías haberlo consultado con Khur Kaizzul? Está terminantemente prohibido salir del recinto.
- Tenía interés en destruir tu patético diario de Orgo entrometido de una vez por todas y, no te confundas, yo tomo decisiones y me muevo libremente, al contrario que tú. Al margen, no he salido del perímetro, un sutil viaje astral no incumple las normas…
- Como quieras, ese movimiento era en vano, ni siquiera tu podrías tocar ese libro. Fue uno de mis deseos, ¿recuerdas? Un legado indestructible para mi vetusta familia.
- Claro que lo recuerdo, un deseo caprichoso y desperdiciado para tu «antiguo yo». Pero de eso ya nada importa, Khur estará interesado en el descubrimiento del libro por parte ese tal Rijja Al’jhtar.
- Cuéntale lo que quieras, nada de eso me importa ya.
La sombría figura voltea con desdén y emprende el regreso sobre sus pasos a lo largo de aquel agrietado salón abovedado, no sin antes girar la cabeza para añadir un cierre a la conversación acontecida:
–La Filacteria Ámbar se activará pronto, espero que esta vez estés a la altura de las expectativas…
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341867Capítulo VI
La llegada a la torre de Cuarzo y Obsidiana fue, debido a los múltiples entretenimientos y encuentros no deseados, ligeramente tortuosa.
Atravesé el umbral con presteza y me dirigí hacia la biblioteca directamente, dejando a los sirvientes de la familia con la palabra, desecha en elogios y agasajos, en la boca.
Una vez en mi librería familiar, para desahogar pobremente mi obsesión por el libro y la tranquilidad de mi llegada, emití un reducido grito de júbilo a la vez que llamaba a mi bibliotecario personal.
Este apareció precedido por un delicioso olor a menta y jengibre, infusión que portaba en una sola mano dejando la otra libre, con la cual hacía extraños aspavientos de desaprobación. Antes de pensar siquiera en saborear aquella deliciosa bebida le espeté visiblemente contrariado:
–Cuál es la razón de no traer el Diario que ocupa mi lectura?, habla.
–No he sido capaz mi señor, me es imposible tocarlo – contesto desanimado- juro que lo he intentado, incluso mediante encantamientos de diversa índole. Es completamente inviable para mi agarrarlo. Realmente estoy atónito ante este hecho, mi señor. – añadió.
–Curioso, ciertamente curioso. No te preocupes, me encargaré personalmente de recogerlo. –dije a modo de consuelo en un tono ligeramente despectivo.
El camino por las galerías de la biblioteca se hizo más largo que habitualmente, era la primera vez que mi avezado bibliotecario no había sido capaz de algo así dentro de la biblioteca. Los encantamientos que imbuyen sus manos, potenciados por las runas de la Torre, son capaces de extirpar cualquier hechizo de protección, o cierre mágico, de las escrituras que allí se almacenan.
Una vez me hube acercado a la estantería que, al margen de otros diversos tomos mágicos, contenía el Diario de mi antepasado, se me antojó ver una sombra con forma humanoide justo delante de donde se ubicaba el libro. Esta desapareció en un instante, antes de poder escudriñarla con claridad, como un sutil cúmulo de humo.
Extrañado, aligeré el paso hasta el libro. Allí estaba, parecía rodeado de un halo luminoso, antojándose como un caramelo bajo la mirada de un niño.
Lo agarré con mi palma sin problema, el cuero de la cubierta parecía asirse a mi mano por voluntad propia. Una sensación bastante extraña ya que en mi anterior lectura no sucedió tal fenómeno. Debido a mi enfermiza obsesión por él no presté demasiada atención a esta rara actividad.
Sin más dilación volví a la mesa de estudio donde me esperaba mi tisana de menta. Reposé el libro al amparo de ese viejo, pero pulido, tablón de madera maciza a la vez que levantaba el vaso para degustar tranquilamente mi bebida, en su punto, como siempre.
No entendía bien esta recién descubierta relación personal que sentía sobre el libro, ni la borrosa visión de aquella extraña sombra.
‘¿Fue una alucinación fruto de la ansiedad?’ – pensé obnubilado.
Ignorando aquellos desconcertantes pensamientos que me asaltaban, abrí el cierre del libro con sumo cuidado y mimo, emitiendo este un «click» que se me antojo altamente melodioso, y sin rememorar juicios de valor sobre lo que había pasado me dispuse a leer y cursar, con fuerzas renovadas, la sabiduría que allí se contenía.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341866Capítulo V
El destino parecía ralentizar a propósito, de nuevo, que llevara a cabo la empresa que me acontecía.
Esta vez en forma de un objeto metálico y puntiagudo. Había pisado un abrojo. Nada preocupante debido a mi recubrimiento pétreo, el cual impidió que recibiera ningún daño destrozando el molesto artefacto en el proceso. ‘Un abrojo en las calles de la ciudad! El responsable deberá pagar por esto‘ pensé.
Antes de poder dilucidar quién podía haber dejado tal incómodo objeto, escuché una risa apagada en un callejón cercano del cual emergió una silueta femenina que se acercaba de manera parsimoniosa.
Este encuentro fortuito, fruto de mi infortunio, me llevó a cruzar unas palabras con Khalid Cararasgada. Una Orga enjuta de tez terriblemente pálida, aunque de cabello oscuro. Sin duda, el rasgo más destacado de esta Orga es la profunda y llamativa cicatriz que surca su rostro desde el ojo derecho hasta la barbilla.
–Debería saludarte? ¿O Tal vez hincar un puñal en tu espalda? Oh gran Rijja Ato Teócrata de necios e incompetentes hechiceros…– me importunó Khalid con picardía.
–Saludos Khalid, tan viperina como siempre. Pero recuerda, como bien has dicho, ahora soy Alto Teocrata, debes cuidar tus palabras cuando te dirijas a mí. Por tu bien, claro. – Respondí con premura. – Tengo algo de prisa, no estoy para encuentros indeseados. – añadí.
Un liviano ambiente hostil se generó durante un instante solo para romperse, de manera súbita, cuando ambos estallamos en carcajadas. Ambos nos conocíamos desde hace muchos años. Afianzamos amistad durante un conflicto bélico tiempo atrás con los Ogros del desierto, pertenecientes al clan Nast, que desencadeno en una escasez de recursos farmacéuticos debido al corte de algunas rutas comerciales y Khalid se las apañó para suministrar (con un ligero sobrecoste) recursos a toda la ciudad de Ar’Kaindia durante varias semanas. Una contrabandista nata que, al margen de los quebraderos de cabeza para el Alto Consejo Teócrata, había resultado útil y complaciente en muchas otras ocasiones.
–¡Que te trae por aquí, oh! su ilustrísima santidad de la Teocracia Arcana… –Volvió a incordiar Khalid.
–Contrólate, o al final esa cicatriz de tu cara será una bonita “X”. – dije esbozando una sonrisa- Solo estoy de paso, camino a la inmersión en el estudio de cierto libro. Ha sido un placer verte y constatar que, aunque enclenque, sigues sana y salva.
–El placer ha sido mío y recuerda que, si necesitas cualquier cosa, por un modesto precio puedo conseguírtelo. – Dijo Khalid mientras se giraba hacia el callejón con una mueca jocosa.
–Ten en cuenta que, algún día, vendré a cerrar ese pequeño almacén que tienes de contrabando… – Dije mientras emitía un burlesco silbido a la vez que me giraba- Adiós mujer, que Velian te guíe.
Mis pasos retomaron la marcha, fervorosamente ávidos, para llegar a las puertas de la residencia Al’jhtar. La Majestuosa Torre de Cuarzo y Obsidiana.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341853Capítulo IV
No podía dejar de reflexionar, mientras mis pasos avanzaban por la calle Alhamad hasta el borde exterior, sobre aquel libro. El enfermizo pensamiento de que aquellas letras me conducirían hacía algo más grande que cualquier otra cosa descubierta, un nuevo grado de sapiencia. Repasando mentalmente cada runa grabada en aquellos textos intentaba volver a dar forma completa a las pocas, pero elocuentes, palabras que había podido saborear en mi lectura, hasta ahora, de esos manuscritos.
Mis raudos pasos me condujeron con ligereza hasta las escaleras que conectaban con el nivel inferior de la ciudad, el conocido “borde exterior”.
Rodeado de modestas casas de adobe, sencillas, pero a la vez de gran belleza arquitectónica, el borde exterior circunda absolutamente toda la meseta Ferrian, marcando el límite de la ciudad, y desde este se pueden observar las más increíbles vistas del reino de Al-Qualanda.
La vista, adornada por un precipicio ferroso de varios centenares de metros, mostraba al completo cualquier recóndito lugar perteneciente al reino.
Bajando la vista se observa nítidamente el pueblo de Azhkaind, justo al pie de la meseta, junto con los cultivos alimentados por el rio Baltia, cuyas aguas se alejan lentamente hacia el oeste, hacia el Reino de Tilva (el cual cruza completamente).
Dicho rio desciende desde la cordillera de Cyr, lejos al norte, haciendo un meandro que bordea la Meseta Ferrian, para continuar hasta su delta en el mar de Loereth. Sin duda, este rio, es el auténtico tesoro en el corazón del desierto.
Alzando la vista, más allá del abrupto fin de la Meseta Ferrian (y con ella la ciudad de Ar’Kaindia), en dirección norte, se atisba la aridez extrema del desierto de Erk’Dinmae, enmarcada perfectamente por la colosal cordillera de Cyr, dividiendo el reino de Al-Qualanda con el Imperio Dendrita.
Alejando la vista hacia el sudeste, mientras recorres la extensión del Desierto de Sharframna, se puede ver con claridad el paso del Tangara, formado por el encuentro entre la cordillera de Ostigurth y las montañas de Akhelan Amras.
No escapa ningún territorio lejos de la impertérrita vigilancia de la civilización Orga desde la meseta.
El vasto Ast’Oradith, el desierto más meridional, más allá del cual se encuentra el reino de Kheleb, solo siendo separado de este por la cordillera de las Akhelan Amras.
En dirección noreste incluso se deja entrever el desierto de Ast’Morgadith. Una yerma, y peligrosa, extensión de arena la cual ha servido de tumba a innumerables héroes y aventureros.
Aunque la visión total resulta apabullante, no puede obviarse el espectacular atardecer que acontecía en aquel momento, reflejado majestuosamente en los Riscos del Ocaso.
La obcecación producida por la vista de mi amada tierra natal duró apenas unos instantes ya que volví a ser presa de la obsesión por aquel libro. Debía llegar a la Biblioteca Al’jhtar y apaciguar al fin mis ansias de conocimiento…
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341852Capítulo III
Después del excesivo esfuerzo desmembrando y acotando los anteriores escritos del diario, fue toda una sorpresa encontrar páginas tan bien ordenadas y esquematizadas. Tras un ojeo rápido sobre ellas, decidí apaciguar mi ansia de conocimiento y tomarme un ligero descanso, no por falta de ímpetu, si no para poder despejar mi mente al completo y amortizar cada segundo que empleara en el estudio de aquella pulida narración recién descubierta.
Sentencié que la mejor opción sería optar por un apacible paseo por mi ciudad natal, Ar’Kaindia. Suele ser una experiencia agradable, dada mi posición como Alto Teócrata, los habitantes de la metrópoli suelen impetrarme consejos de diversa índole, lo cual patrocinaría mi descanso y desconexión mental sobre los escritos de mi antepasado y así apaciguar mis desvaríos sobre estos.
Caminando de manera indeliberada, observando indiferentemente cada adoquín y edificación que se encontraba en las calles que recorría, llegué de manera automática a las calles destinadas al comercio de mi estimada ciudad.
El bazar de Ar’Kaindia es una calle que transcurre bajo las cimbras que soportan la base del Templo Piramidal. En ellas se pueden encontrar todo tipo de trebejos inservibles, multitud de enseres curiosos, variopintos bártulos y otros pertrechos realmente útiles.
Solo con ojear los tenderetes que allí se disponían se podía observar saquitos con exóticos componentes, pociones y tisanas de todo tipo, extraños artículos llenos de intrincadas runas, telares de diversos y hermosos tejidos, objetos alquímicos, túnicas y calzado de gran belleza. En resumen, todo tipo de exóticos utensilios y útiles traídos de los rincones más recónditos de todo Dalaensar.
Multitud de moradores de la ciudad se acercaban al cobijo de mi sabiduría, cultivada durante años en las bibliotecas, para atender mis consejos. Siempre con alguna que otra ofrenda para ser atendidos con una próspera vicisitud. Dátiles y cocos recién recogidos, casullas bordadas, broches de preciosa orfebrería… todo esto llenaba mi morral gratuitamente con el hecho de pasear y atender sus peticiones y ruegos.
Cierta vergüenza me invadía al verme absorto ante los pensamientos sobre aquel diario mientras mis conciudadanos me agasajaban sin cesar. No podía abstraerme, ni siquiera parcialmente, de aquellas letras.
Continuando con mi afán de acabar con la obnubilación sobre dichos párrafos, conduje mis erráticos pasos hacia la Calle Alhamad. Esta calle recorre el nivel rico de Ar’Kaindia, rodeando la zona de los artesanos y el bazar. Durante mi particular travesía llegue hasta la apertura en la calle que desemboca en una amplia plaza con pequeños setos, cómodos bancos de piedra y una estatua a tamaño real de Alhamad, uno de los personajes más influyentes de la historia de la ciudad, si no el que más. Por un agradable instante, me abstraje de los pensamientos que perturbaban mi descanso observando aquella magnifica escultura y el recuerdo de a quien representa:
Un enorme orgo que porta un bastón de mago repleto de runas, un medallón con forma de ojo, y unos ropajes propios a los llevados durante la travesía del desierto. Su mirada es altiva y desafiante.
Alhamad fue uno de los más grandes líderes militares y un poderoso mago astral. Dotado de una envidiable capacidad para la estrategia y del conocimiento sobre poderosos conjuros de encantamiento masivo. El condujo a la victoria al ejército orgo en múltiples ocasiones. De hecho, dice la leyenda que sólo fue derrotado en dos batallas.
Fue así como logró la unificación de Al-Qualanda bajo un mismo estandarte, conquistando todos los desiertos salvo los de Tilva, y subyugando a todas las razas de ogros bajo el dominio de los orgos.
Una punzada recorrió mi espina dorsal al observar detenidamente el bastón rúnico esculpido en aquella estatua. Las runas grabadas en una parte de dicho bastón eran exactas al encabezado de la descripción en el diario que me atormentaba, en este se disponían justo encima del título “Viento de Arena”.
Sin poder soportarlo, emprendí mi veloz regreso a la Biblioteca Al’jhtar, ávido de estudiar y albergar el conocimiento que las palabras de aquel diario, escrito por mi antepasado Kajjo, destinaba para mi persona…
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341851Capítulo II
Las primeras ojeadas al Diario de Kajjo eran, como mínimo, apabullantes.
Las narraciones e investigaciones en el cual se disponían, estaban plagadas de saltos de página, anotaciones y párrafos caóticos pero rara vez inconexos. Dentro de ese barullo de ilustraciones, simbología y textos existía cierto orden, el cual quedaba aún por descifrar, se asomaba un gran conocimiento sobre diferentes materias: Alquimia, botánica, bestiario de Eirea, estudios sobre topografía y recursos… había prácticamente anotaciones sobre cualquier exploración o análisis que había llevado a cabo durante sus años de vida, que fueron muchos.
Pasado un tiempo ensimismado en el riguroso estudio de aquellas palabras y sabiduría escrita, recién descubiertas por mi persona, pude agrupar varios párrafos y compendios que hacían alusión a los mismos conocimientos los cuales se disponían de varios títulos variopintos:
<Zonas áridas, Orografía y yacimientos.> <Recursos y exploración.> <Lagarto ígneo, Delicias culinarias.> <Botánica, de Akbutege a Yavethalion.> <Tierra de Gigantes, piedra va y piedra viene.><Magia Arcana, Luz y sombra>…
Todo un amasijo de nuevos epígrafes se abría ante mí a la vez que recorría aquellas páginas enloquecidas. Era demasiado denso y enmarañado para poder tomar algo a la ligera. Todo debía ser archivado de manera ordenada para poder exprimir al máximo lo que esas páginas podían ofrecer. Sabiduría y divagaciones que recibía encantado ya que, al margen del patente conocimiento que en ellas se encerraba, eran las palabras y escrituras de mi antepasado Kajjo Al’jhtar, El Heterocromo.
Después de varias horas página por página, aojando cada símbolo y letra que en esas láminas residía, llegué a un cambio drástico en la forma de redactar la información que se encontraba en el diario. Kajjo cambiaba súbitamente, de una hoja a otra, su forma caótica y desaliñada de componer los párrafos a una totalmente ordenada y esquemática.
Tratada con escrupuloso esfuerzo gramatical y ortográfico, ordenada y pulida, toda una sinopsis orientada al aprendizaje y estudio sobre una leyenda popular:
La reliquia “Viento de Arena”
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341850Capítulo I
… tras una larga estancia en la Biblioteca Al’jhtar estudiando compendios y tratados de diferentes disciplinas, el tiempo puede tornarse… tedioso.
Lo cual, por norma general, hace atractiva la pesquisa de lecturas algo más entretenidas en aquellos volúmenes tan heterogéneos.
Dicha búsqueda llevó mis pasos, y mi curiosidad, hasta la parte más profunda de dicha biblioteca. En aquellas soledades se almacenaban viejos y roídos libros sobre historias olvidadas, gestas perdidas en el tiempo, diarios familiares o, simplemente, delirios febriles de mentes descarriadas que habían quedado inmortalizadas en formato escrito. De los cuales muchos de ellos, pertenecían a antepasados de mi propia familia.El escudriño curioso de aquellas estanterías, colmadas de polvo y telarañas, llevó a mis dedos a posarse sobre un viejo tomo.
“Reliquias del Mundo Antiguo: por Kajjo Al’jhtar”
Al leer el nombre de mi antepasado en la rúbrica de aquella monografía, un súbito escalofrío recorrió mi espina dorsal.
Tenía en mis manos el diario personal de Kajjo el Heterócromo. En el narra, de forma un tanto errática, sus viajes y descubrimientos en los desiertos de Al’Qualanda. Obviando los sucesivos textos sobre ciudades perdidas, diversas artes olvidadas, hechizos prohibidos o en desuso y estudios de toda índole, llamaba la atención la escritura obsesiva sobre la leyenda de una Antigua Reliquia conocida como Viento de Arena.
Comúnmente se la conoce, en las leyendas folclóricas de estas tierras, como un objeto que poseía el poder de desplazar las dunas a voluntad del poseedor. Pero presumiblemente desaparecido durante siglos.
En el diario de Kajjo se desmiente por completo este mito, enunciando que dicho nombre pertenece a una edificación. Más concretamente, en aquellos textos delirantes, hacía referencia a una Pirámide en mitad de las Dunas de Al’Qualanda. Aportando datos y descripciones detalladas sobre la misma.
Para poder esclarecer la verdad sobre sus divulgaciones, decidí estudiar a fondo los escritos, descripciones e información variada del libro que había caído en mis manos.‘Sin duda, será entretenido’, pensé…
en respuesta a: Ideas Recompensas Gloria #341801Nombre: Cruel Hacedor de Agonía.
Tipo: Beneficio
Coste: 0
Requisito: 1500 puntos de gloria
Descripción:
Debido a los múltiples combates en los que has participado, y salido victorioso, eres capaz de aumentar tu poder bélico comparándolo a los de grandes titanes. Cuando obtengas este beneficio, obtendrás +5 daño, +5 crítico y +5 a Poder mágico.
en respuesta a: Ideas Recompensas Gloria #341800Nombre: Horror Irascible.
Tipo: Recompensa
Coste: 50 puntos gloria
Requisito: 1000 puntos de gloria
Descripción:
Tu renombre en crueldad en el asesinato no tiene parangón. Cuando efectúes esta recompensa elegirás un objetivo al cual se le aplicará un % de cobardía variable durante 1 minuto sin poder evitarlo (Salvo por hechizos y habilidades destinadas a ello).
en respuesta a: Ideas Recompensas Gloria #341799Nombre: Título Sangriento.
Tipo: Recompensa
Coste: 200 puntos gloria
Requisito: 600 puntos de gloria
Descripción:
Al solicitar esta recompensa el jugador podrá crear un Título personalizado (solo una letra/palabra en colores) de carácter asesino y que no exceda un máximo de caracteres y siempre que esté aprobado por los Gestores del Juego y el Consejo de jugadores.
Ejemplo práctico (aunque tal vez largo): Torturador Sangriento de la Masacre.
en respuesta a: Ideas Recompensas Gloria #341798Nombre: Orbe recaudador de Ánimas.
Tipo: Recompensa
Coste: 100 puntos gloria
Descripción:
Un opaco y oscuro orbe que se ilumina tenuemente cuando absorbe el alma de un mortal.
*Solo 1 activo a la vez. Al acumular 30 almas de jugador (se consiguen propinando a jugadores), completa su energía y queda saciado.
**Al completar de saciar al orbe puede solicitarse cualquier objeto de Gloria público.
***Para que el alma “cuente” el jugador asesinado debe tener más de nivel 30.
en respuesta a: Ideas Recompensas Gestas #341795Nombre: Adminículo del Entrenamiento Intensivo.
Tipo: Recompensa
Requisito: 500 puntos gesta (+31 nivel)
Coste: 300 puntos gesta
Descripción:
Debido al constante, y exhaustivo, blandir de las armas en tus hazañas y aventuras, te has vuelto un experto en el uso de diversos utensilios de muerte. Canjear esta recompensa te otorgará 5% de maestría en el arma que estés empuñando en el momento del canjeo.
en respuesta a: Ideas Recompensas Gestas #341794Nombre: Roedor de Biblioteca.
Tipo: Recompensa
Requisito: 1000 puntos gesta
Coste: 250 puntos gesta
Descripción:
En tus aventuras has descubierto, recorrido y estudiado varias de las bibliotecas mágicas que hay repartidas por los reinos. Canjear esta recompensa te otorgará 5 pergaminos aleatorios de la Tabla Tesoros Pergaminos.
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