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en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342104
Capítulo XXI
Tras varias horas escribiendo todo lo acontecido en un pequeño libro, elaborado en fina y lustrosa vitela, bajo la atenta mirada de la enjaulada criatura, Rijja se levantó y empezó a caminar de un extremo a otro de la habitación de forma pensativa. Cada cierto tiempo dirigía fijamente su mirada hacia aquel pequeño ser para luego continuar con su particular caminata circular. Súbitamente, haciendo un gesto similar al de un inventor cuando da con la solución correcta sobre un nuevo artilugio, se dirigió hacia una de las estanterías de la sala.
En ella se encontraban apilados varios ejemplares de usados tomos, múltiples frascos con diferentes sustancias alquímicas y cierto número de bolsitas que contenían heterogéneos componentes para la hechicería. Después de remover varios de estos artículos con afán de búsqueda, encontró lo que buscaba. Un viejo frasco opaco y una bolsita roída fueron los objetivos de su pesquisa. Los tomó raudo para después guardarlos en los bolsillos de su abultada vestimenta.
Acto seguido, volteó hacia la criatura y, pronunciando unas tenues palabras mágicas, la jaula que contenía a esta comenzó a levitar con intención de seguir a su invocador.
Rijja desactivó los hechizos de protección del lugar y atravesó el umbral de la sala rumbo a los niveles inferiores de la Torre.
Se detuvo frente a una puerta repleta de ilustraciones sobre Velian y varios grabados mágicos y, con un tesón delicado, llamó con ligeros toques tres veces.
-Sumo Sacerdote de Velian, Dawud. ¿Podría usted atenderme? – Balbuceo Rijja con cierto toque sarcástico.
No fue por ironía, aunque no lo pudo evitar, el tono de Rijja en esta ocasión. Ya que, aún familiar suyo, Dawud ostentaba el cargo de ser La Voz de Velian. Siempre ha de hablarle con cierto respeto.
La puerta emitió un ligero chasquido y comenzó a abrirse lenta y levemente.
–Alto Teócrata Arcano, Rijja. ¿Qué necesita usted? – Dijo Dawud, devolviendo el comentario con igual toque de sarcasmo.
Después de una ligera risilla por parte de ambos. Prosiguió la conversación.
–Vengo a enseñarte mi nueva mascota antes de proceder a un… estudio más intensivo. – Dijo Rijja a la vez que asomaba la jaula mágica que contenía a la criatura.
–Vaya! – exclamó Dawud – Ciertamente es una curiosa criatura. ¿De qué ser se trata? – añadió
–Desconozco su raza y procedencia, pero procedo a averiguarlo.
–Observo que lo mantienes cautivo con un hechizo de prisión dimensional de Éter ¿Tan poderoso es?, ese hechizo conlleva excesivos riesgos. La Alquimia con el Éter mágico puede atraer atenciones… no deseadas. Lo sabes.
–Créeme, merecía la pena. Al margen de las cualidades que no ha mostrado, todavía, había atravesado las barreras mágicas de la Torre sin problema, al parecer.
–No era una crítica. Solo una acervada curiosidad. Terminaré mis quehaceres actuales y me uniré a ti para intentar desentrañar la naturaleza de este ser. Prosigue tu labor mientras acabo, aunque deduzco que podré encontrarte sin problemas en la Biblioteca… experimentando.
–No haces falta, todavía. Hay demasiados y vetustos libros que consultar primero. Continúa sin interrupción con tus ocupaciones. Te avisaré yo mismo cuando necesite de tu ayuda, consejos y magia.
Dawud asintió y sonrió levemente antes de cerrar, con sumo cuidado, la puerta.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342103Capítulo XX
La criatura quedó atónita ante la prisión arcana que habían creado especialmente para él. Durante unos instantes acarició los barrotes con gran admiración, como un ladrón observa un diamante de grotesco tamaño, para dar paso de nuevo a una retahíla de gritos y supuestos improperios. En algunos breves momentos de calma, parecía intentar lanzar algún tipo de conjuro a través de los barrotes sin éxito alguno para después continuar retorciéndose en convulsiones de rabia e impotencia.
–Puedes retorcerte cuanto gustes– espetó Rijja- Es inútil. Has sido presa de un antiguo hechizo creado por mis ancestros para retener a grandes demonios y criaturas extraplanares. Este conjuro anula cualquier poder mágico y vuelve más dócil al recluso en cuestión, por así decirlo.
-KiiikUjj! jllumblinpatus! – repetía la criatura con un ademán caótico y asustadizo.
–No puedo entenderte, al menos no todavía, pero creo que tú si puedes comprender mis palabras. De momento tampoco espero ejercer sobre ti ningún daño. Este recién estrenado alojamiento será tu morada por tiempo- dijo Rijja con tono calmado- debes relajarte un poco, mi curioso amigo.
Los hechiceros que participaron en el ritual todavía permanecían en la sala. Dos de ellos intentaban reanimar al que fue víctima del hechizo de aquel ser mientras que la otra pareja observaba con extrema curiosidad a la criatura, eso sí, sin acercarse demasiado.
Una vez se incorporó el Orgo que fue afectado por aquel extraño rayo negro, el resto pudo observar que este había perdido completamente el sentido de la vista, pero manteniendo el resto de sus facultades intactas. Incluso sus globos oculares se habían tornado blancos y apagados en apenas unos minutos, perdiéndose entre ellos por completo la pupila.
Con afán de diagnosticar con más precisión aquella dolencia súbita, el resto de los conjuradores acompañaron a este hacia una sala de la Torre, dedicada a la medicina y sanación, tras una orden directa del Alto Teócrata ya que, aún siendo evidente el efecto, no podían descartarse posibles secuelas, ya estuvieran presentes ahora o en un futuro cercano.
Una vez atravesaron el umbral de la estancia donde se encontraban, Rijja volvió a activar los seguros y cierres mágicos de protección para que nada pudiera salir, o entrar, de aquellas soledades.
–Un conjuro curioso el tuyo, y más teniendo en cuenta que, al margen de la ceguera que has provocado a mi súbdito, no se ha observado ningún tipo de formulación antes de emitirlo y es mucho más potente del hechizo que conozco para provocar el mismo efecto. Sin duda, voy a disfrutar estudiándote. –Comentó Rijja bajo la atenta mirada de la criatura.
–Kuffyit braumlol solereiiikkie- murmuró el pequeño ser con una mueca burlona mientras se agarraba a los barrotes mágicos con delicadeza.
–Creo que, en este afán mío por estudiarte, debería empezar por pensar en algo para llegar a entender esas palabras tuyas.- Comentó Rijja en voz alta.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342088Capítulo XIX
Ante tal encuentro y oportunidad, sin perder ni un solo momento, Rijja convocó rápidamente a los hechiceros que moran en la Torre para que le ayudaran a retener a aquella criatura ya que su conjuro no la mantendría atrapada por mucho tiempo.
Cinco fueron los convocados que acudieron prestos a ofrecer su ayuda a su maestro. Dadas las apremiantes ordenes, siquiera se pararon a recapacitar, al margen de una ligera mirada, en la criatura que se encontraba junto a ellos.
Rijja arrastró la elástica esfera hasta uno de los salones, protegidos mágicamente, reservados para los experimentos arcanos más peligrosos. Una vez allí, comenzaron la liturgia para encerrar al ser que se encontraba apresado.
Crearon un círculo arcano mediante un espolvoreado de polvo de plata alrededor de la criatura, que aún se encontraba confinada. A continuación, mediante una mezcla de limaduras de ferrita, polvo de berilio y Sal de Revan dibujaron varias runas de protección a lo largo de la circunferencia argéntea.
La criatura, viendo el proceso que llevaban a cabo los hechiceros, comenzó a convulsionar de nerviosismo. No cesaba en su empeño de escapar de aquella prisión mágica que la mantenía encerrada a merced del ritual que estaban creando.
-Gludiuuuiu KiiK! Yujjio Klub! – Repetía frenéticamente el extraño ser entre gritos delirantes.
Una vez fue terminado el trazado de la última Runa, el círculo comenzó a emitir un extraño y refulgente brillo añil acompasado por una fumarada, en tonos glaucos, radiada por los epígrafes rúnicos.
Mientras esto acontecía, Rijja estaba envolviendo un Fragmento de Éter en varias hojas de Khadul las cuales fueron apretadas a este mediante un largo y dúctil hilo de oro y, al momento que las runas empezaron a emitir su particular humareda, arrojó el fragmento de éter, que anteriormente había envuelto, al centro del círculo mágico que habían creado a la vez que pronunciaba una lenta letanía de cánticos encadenados y dibujaba unos símbolos en el aire.
‘Fais Alijus , Repelish Forceum, Planum …’
Justo antes de poder acabar el conjuro, el hechizo que, hasta ahora, contenía a la criatura quedó roto. Ante tal visión, el ser emitió una mueca maligna de satisfacción y atacó al hechicero que se encontraba más próximo a él. En un instante, extendió el dedo índice de su mano derecha mientras expedía un fino rayo negro que alcanzó de pleno su cabeza, cayendo este al suelo, y clavó su mirada en otro de sus compañeros mientras agitaba sus brazos evocando la formulación propia en un hechizo de destrucción. Fue justo ahí cuando uno de los hechiceros que se encontraba más alejado pronunció un rápido hechizo.
‘nullos magicka’
Una potente ráfaga mágica sacudió a la criatura impidiendo que pudiera continuar con la realización del conjuro que formulaba. Esta no esperaba tal velocidad de reacción por parte de los ayudantes del Alto Teócrata y no pudo sortear la estratagema a tiempo.
‘…Difractum!’
La voz de Rijja retumbó potente en la estancia antes de que la criatura pudiera reaccionar de nuevo. Acto seguido, el círculo mágico comenzó a brillar con una fuerza igual al sol de mediodía, emergiendo a su vez de él un fuerte vendaval violáceo que envolvió por completo la zona delimitada entre relampagueantes destellos mágicos. Tras alcanzar el perímetro marcado, la recién creada jaula mágica comenzó a menguar en tamaño hasta adaptarse casi por completo a la criatura, envolviéndola mientras esta no cesaba de gritar lo que parecían clamores de venganza. La prisión mágica, una vez alcanzado el tamaño adecuado, adoptó la forma de una jaula de barrotes violáceos y dorados.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342086Capítulo XVIII
El encuentro fue gratificante y extremadamente forzado. La pequeña criatura comenzó a mirar asustadamente en todas direcciones percatándose, con gesto incrédulo, de que su guarida mágica había sido descubierta y destruida dejándolo a la vista del Alto Teócrata Arcano.
–Guufppd– exhaló la diminuta criatura – Hiihuiuop op op gru!- añadió en una lengua ininteligible.
Acto seguido, comenzó a desplazarse por el pasillo a gran velocidad en dirección a la salida que daba al salón circular de la torre, que sirve como recibidor de esta, con afán de escapatoria.
Sin demora, Rijja sonrió y comenzó a formular un conjuro:
‘varaknit okliyae sifun wamet ostrifundae elast’
Una esfera elástica surgió, gracias al hechizo de Rijja, para engullir, sin oportunidad de escape alguna, a la criatura antes que pudiera salir de aquel corredor.
–No vas a ninguna parte mi escurridizo e improvisado compañero. Tengo excesiva curiosidad por ti y tus intenciones. – dijo Rijja en un tono calmado- Veamos que tenemos aquí.
Mientras la criatura emitía ahogados gritos de angustia y desesperación, Rijja encamino sus pasos hacia donde ahora se encontraba encerrado aquel ser gracias a su magia para poder observarlo con detenimiento.
Era una enjuta criatura humanoide de piel rugosa y enrojecida. Presentaba numerosas, pero pequeñas, pústulas que supuraban sin cesar una sustancia cetrina y deduciblemente pegajosa, la cual se adhería a la esfera elástica que ahora la envolvía gracias a las convulsiones y saltos que ejercía dentro de ella tratando de escapar. De orejas puntiagudas y alargadas que, gracias a diversas perforaciones, soportaban heterogéneos aros metálicos a modo de ornamento. Un diminuto orificio en su tez hacía las veces de boca, en la cual se apostaban unos retorcidos dientes de variable tamaño y coloración. Sus extremidades eran, teniendo en cuenta la estructura de este ser, extremadamente finas y largas para acabar en unas gordas y lustrosas manos, en consonancia con los pies. Sus ojos, en una expresión de horror, mostraban unos iris grandes de color ámbar, que emitían cierto haz lumínico, y unas pupilas exageradamente cerradas fruto, seguramente, del pavor que la criatura sentía en esos momentos. Sin duda, estos últimos denotaban, al margen del atroz sentimiento de angustia, inteligencia.
Rijja no pudo ocultar su curiosidad, ni su asombro, ya que jamás había visto una criatura de estas características ni siquiera leído documentación referente a ella. No podía dejar escapar este espécimen bajo ningún concepto sin antes averiguar de qué se trataba y, por supuesto, que intenciones tenía.
–Eres realmente curioso, pequeño. No sé si entiendes lo que digo, pero, sin importar el coste de esta empresa, voy a averiguar de dónde procedes y, claro está, que extrañas circunstancias te han traído hasta mi Torre de Hechicería. – Dijo Rijja en un tono autoritario y, por qué no decirlo, amenazante.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342085Capítulo XVII
Mientras Rijja bajaba hasta la primera planta por las escaleras de la Torre de Cuarzo y Obsidiana, rumbo a la Biblioteca Al’jhtar, empezó a escuchar los cuchicheos de varios sirvientes que se encontraban un piso más abajo. Todos comentaban sobre una intermitente niebla que se adueñaba del pasillo que conduce a las librerías de la Biblioteca.
–Lo he visto, es extraño. Un fenómeno totalmente nuevo en esta torre… – decía uno de ellos.
–Es cierto, pero no creo que sea preocupante. Muchos fenómenos mágicos y, ocasionalmente, todavía más extraños se han dado en esta Torre…– Añadía otro de ellos.
–No, no debemos temer nada. El Alto Teócrata Rijja, El Sumo Sacerdote Dawud y el resto de sus familiares tienen bien protegida esta Torre de Magia. Cualquier agente extraño sería repelido de manera rauda y eficaz…
Ese último comentario no pudo evitar provocar una sonrisa de satisfacción en Rijja. Mientras acababa de descender los últimos peldaños de la escalera, uno de los sirvientes lo observó y avanzó rápido a su encuentro.
–Mi Señor. Siento importunarle con lo que seguro son sandeces y elucubraciones estúpidas nuestras, pero, ¿se ha percatado usted de la extraña niebla que aflora de manera intermitente de los estudios en la Biblioteca?
–Cierto, me había olvidado de ella- Dijo Rijja con un aire despreocupado- podéis estar tranquilos. Será algún fenómeno mágico que produce el estudio de unos compendios que estoy manejando. –Añadió en todo distraído.
Los sirvientes, al oír las palabras del Alto Teócrata, respiraron tranquilos y sonrientes. Empezaron a dispersarse para continuar sus quehaceres cotidianos.
Rijja siguió su rumbo hacia la Biblioteca y allí, como acababa de comentar con sus lacayos, se encontraba la extraña niebla envolviendo el pasillo que llevaba hasta su destino. Sin detenerse ni un ápice, se adentró en aquel pasillo iluminado simplemente por las tenues llamas de las antorchas que allí se encontraban mientras escudriñaba a su alrededor a cada paso, examinando incluso las pequeñas grietas de los muros. Por fin, atisbó la puerta que había protegido con sortilegios anteriormente. El pórtico parecía resistirse a ser engullido por la extraña y blanquecina niebla la cual se arremolinaba con más intensidad en sus márgenes, figurando un intento infructuoso de penetrar aquel umbral.
Ante el cambio repentino de la naturaleza de la niebla, algo que en su anterior visita no había pasado, y percatándose de la extrañeza de esta, el Orgo decidió actuar.
Con gran presteza, asió con su mano derecha una de las escrituras mágicas que portaba en su Estuche Lunar desplegándola en el aire.
Con la mano izquierda, comenzó a ejecutar un movimiento pendular mientras pronunció un cántico:
‘Arc magi limpiare’
Un fuerte vendaval mágico surgió con estrépito de las manos de Rijja desplazando la blanquecina niebla, la cual parecía resistirse, hasta el final del pasillo haciéndola desaparecer. Durante el proceso, una pequeña porción de aquel corredor se había resistido a ser arrastrada por la brisa mágica. Fue en este momento cuando Rijja, quien aún sostenía impasible el pergamino que había cogido de su Estuche, descendió con rapidez la escritura mágica hasta apoyarla contra el suelo mientras pronunciaba con firmeza unas palabras que resonaron con fuerza a lo largo del pasillo:
‘Bellum murus nilreber destructure’
La zona del corredor donde se había anteriormente se había desviado el vendaval mágico del conjuro pareció emitir un potente chasquido a la vez que se quebraba lo que parecía un cristal invisible. Había destruido un muro ilusorio que se camuflaba imitando la forma del muro. Después de esto, en la zona apareció lo que parecía un pequeño y asustadizo ser de aspecto extraño.
–Ajá! ¡Te pillé! – Exclamó Rijja en tono burlesco y con cierto júbilo.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342036Capítulo XVI
Ambos Orgos atravesaron con pulcritud el portón de la Torre de los Al’jhtar dirigiendo, con veloces pasos, su ruta directamente hasta el Laboratorio. Habiéndose acercado a la entrada de este, Muhaajir dijo:
–Con cautela, mi señor. Como ya le he dicho con anterioridad, se han desarrollado incidentes poco comunes.
-Veamos de que se trata- Dijo Rijja.
Nada más quitar la protección mágica de la estancia un extraño zumbido invadió el pasillo, acompañado de fulgurantes destellos violáceos. Al penetrar en la sala divisaron una perturbación, producida por la acumulación de Éter cristalizado en uno de los rincones, en forma de portal. Este se suspendía en el aire, dando paso a multitud de turbulencias en la sala producida por ligeras brisas mágicas.
–A esto me refería. Un portal inestable en el Éter, mi señor. Es una anomalía extremadamente rara de ver. Seguramente producida por el almacenado masivo del Éter que usted pidió crear. –atestiguo Muhaajir, sin poder evitar una sonrisa.
–Realmente interesante mi apreciado hechicero. ¿Alguna vez has visto o tratado con algo así? ¿Entraña algún peligro directo para la integridad en la empresa que te encomendé?
–De hecho, sí, he visto alguno. Pero jamás de tal tamaño. He de decir que nunca había creado tal cantidad de esta sustancia y mucho menos reunir tanto en un mismo lugar. He leído sobre este tipo de vórtice y, realmente, sus características son inestables e insospechadas. Podría acarrear cualquier cosa.
–No me gusta cómo suena eso, procedamos a contener esta reacción inesperada.
Acto seguido, los dos Orgos comienzan a formular encantamientos para tratar de contener la masa energética que habían provocado. Después de realizar varios conjuros, consiguen mermar el tamaño de la anomalía para, posteriormente, aprisionar en un contenedor mágico que afortunadamente se encontraba en el laboratorio.
–Ha sido impresionante verle en acción Alto Teócrata. Asombrosa resiliencia para un caso completamente desconocido. Sin duda, digno de admiración. – expresó Muhaajir en tono complaciente.
–No ha sido nada y, por favor, no te infravalores. Sin tu ayuda habría sido una tarea arduamente difícil encerrar toda esta energía mágica. Ahora debo confesar, que la oportunidad de estudio que encierra este hallazgo es titánica. Debemos aprovechar esta oportunidad.
–Me ha quitado usted la palabra, es algo extravagantemente extraño que pase algo así. De nuevo, gracias por la oportunidad de poder llevar a cabo mis estudios en sus instalaciones. Es todo un honor.
Después de limpiar el pequeño destrozo que se había producido en la sala, Rijja se despide dirigiéndose a la Biblioteca Al’jhtar en pos de atesorar su recién adquirida reliquia en sus instalaciones para su posterior observación. Muhaajir retoma la tarea encomendada, no sin antes separar en diferentes contenedores todo el Éter cristalizado que había producido hasta el momento.
Un gran día para los avances en la ciencia mágica y estudio del Éter.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342035Capítulo XV
Los pasos de Muhaajir seguían a Rijja a través del mercado, el cual atravesaron de manera rauda, descendiendo hasta llegar al Borde Exterior. Durante el breve camino, Rijja no podía dejar de pensar en su encuentro con aquel extraño comerciante y en el tesoro que portaba ahora en uno de los compartimentos de su lustrosa mochila. Completamente satisfecho por el trato realizado y absorto en sus pensamientos, el Alto Teócrata no se percataba apenas de las palabras y comentarios que emitía el hechicero que lo acompañaba.
–Mi Teócrata, debería explicarle un poco que es lo que ha pasado en su laboratorio debido a los experimentos mágicos realizados…
Rijja seguía sin percatarse ni prestar atención durante el camino. No podía dejar de pensar fervorosamente en qué relación podía tener el mercader con el Diario que le atormentaba. ¿Era casualidad? No era probable. La mención por su parte de la reliquia “Viento de Arena”, la rasgada bandera con el emblema de una pirámide… incluso los materiales que forman los recién adquiridos anteojos se corresponden con la descripción de la pirámide.
Rijja intuía que allí pasaba algo.
¿Cuál sería el motivo por el que pedir mi sangre? ¿Por qué me entregó los anteojos, que con tanto recelo custodiaba en un principio, con tanta facilidad? Un gran cúmulo de preguntas sin respuesta asediaban la psique del Alto Teócrata el cual, absorto, recorría de manera autómata el trayecto hasta su Torre de Magia familiar, seguido por los pasos y comentarios de Muhaajir.
–Mi señor… ¿Señor? ¿Me escucha usted? ¡Vaya! ¿Estoy siendo ignorado completamente? Fantástico… – expresó con desaliento Muhaajir elevando cada vez más el tono con la esperanza de ser atendido.
No importaba cuantas veces intentara solicitar la atención la respuesta era la misma, ninguna, salvo un incremento del ritmo en la ruta que seguían.Tras varios intentos Muhaajir se dio cuenta que nada de lo que pudiera decir durante el camino sería atendido por el Orgo que le precedía en sus pasos.
Después de percatarse, y resignarse, que Rijja estaba sumamente embotado en sus pensamientos, ajeno a cualquier cosa que el hechicero comentase, Muhaajir esperó pacientemente hasta llegar al umbral de la residencia familiar de su apreciado mecenas para instar a este a darle una porción de su tiempo y escucha.
Fue en ese momento, habiendo llegado ambos al pie de la Torre de Cuarzo y Obsidiana, cuando el hechicero se atrevió de nuevo a llamar la atención del guía que lo había llevado hasta allí.
–Por fin hemos llegado, Alto Teócrata. Verá que sorpresa le tengo preparada.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342033Interludio II
Las pisadas de la sombría figura resonaban, como hace unos días, en los salones de la cámara. Su dirección, la misma. Entremezclando su sombra entre las titilantes luces de los flotantes candiles galvanizados recorría aquella larga estancia dirigía sus pasos hacia el mismo sitio, pero, esta vez, con un aire distinto.
Al llegar a la altura del púlpito que allí se encontraba volvió a divisar a su congénere, en la misma posición y emitiendo los mismos rezos. En esta ocasión, sería la figura que reposaba junto al enjoyado ambón el que emitiría el primer sonido.
–Qué haces de nuevo aquí? – dijo con gesto inexpresivo el humanoide que allí se encontraba- ¿de nuevo intentas perturbar mi oración? Y, si es así, ¿con qué motivo esta vez?
La sombría figura, que ya se había detenido en el mismo lugar que anteriormente, espetó con un tono burlesco y, claramente, con intención de molestar:
–Solo acudo a este lugar a charlar, y en ocasiones debatir, con un viejo amigo.
-¿Amigos? ¿Es lo que somos?
-Sin duda alguna. Y, como amigo, quiero expresarte algunos de los eventos que se han acontecido mientras tú estás aquí esperando un perdón que, inútilmente, no llegará jamás.
-Deja de increparme y que tu lengua repleta de infortunios diga lo que tenga que decir claramente.
Mientras la negruzca figura que se encontraba en el suelo se levantaba, con un ademán de cansancio y desgana, el dialectico atacante emitió una ligera y maligna risilla.
–Tu familiar directo, ese tal Rijja Al’jhtar, ha encontrado tus preciados Anteojos del Arcano y…
Sin dejar terminar esa frase, con una furia súbita, el forzado interlocutor emitió un grito de sorpresa y enfado.
–No! ¡Cómo ha podido ocurrir tal cosa! Es completamente imposible que hayan sido hallados por cualquier mano mortal. Están enterrados en lo más profundo del desierto!– gritó a la vez que su eco inundaba la sala- Habla! ¡De seguro has tenido que ver algo en este asunto! – añadió.
–Calma, mi sulfurado amigo. Las cosas siempre pasan por una razón. Y ya sabes, esa herramienta le permitirá ver… algunas cosas que no querías. Pero, ¿no me comentaste que no te importaba lo que pasara? ¿A qué se debe esta inusual furia?
–Maldito bastardo! Sé que esta situación es culpa tuya. No sé cómo has conseguido encontrar esa reliquia y que acabe en manos de mi familiar. Pero, juro por mis poderes, que te lo haré pagar con creces.
–Eso solo es una elucubración tuya. No podrás demostrar nada. Además, como ya te dije, Khur Kaizzul quiere verte. Te está esperando en su cámara. Supongo que él te dirá lo que acontecerá debido a este… giro de los acontecimientos.
–Engañoso y maldito malsín! ¡Acabaré contigo por esto!
Acto seguido, la furiosa figura comenzó a realizar unos movimientos y emitir un cántico, acordes a un conjuro ofensivo, hasta que, la misteriosa figura exhaló una niebla brillante y blanquecina mientras chasqueaba uno de sus dedos.
Unas cuerdas relampagueantes aparecieron súbitamente para envolver, y apresar, con fuerza a su adversario antes de que este terminara la formulación de su hechizo destructivo, cayendo al suelo con estrépito entre gritos y maldiciones.
–Veo que aún no has aprendido cuál es tu sitio aquí, mi estúpido amigo. Y ahora, te llevaré a rastras hasta Khur yo mismo.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342029Capítulo XIV
El avispado mercader parecía morderse la lengua antes de emitir el veredicto sobre el intercambio que había pensado. Una ligera mueca de satisfacción, fruto de algún pícaro pensamiento, abordaba su tez como antes no sé había visto durante la conversación con el Alto Teócrata. Afinó la voz con una ligera y simpática voz y espetó:
–Tal vez, si a su señoría se le antojase, podría dejarme pasear por su Torre de Magia. He oído de sus maravillas, tanto arquitectónica como en lo que a académicamente se refiere. Sería un placer, para este ajado anciano, poder observarlas de cerca gracias a una invitación por vuestra parte.
Rijja se percató del cambio en el humor del negociante. Un extraño brillo afloró en su mirada mientras emitía la petición. Sopesando los inconvenientes que esto podía producir, pudiendo ser mínimos si el mismo le acompañaba en dicha visita o, incluso, asignando algunos guardias para que custodiaran el camino del viejo y no pudiera acercarse a algunas de las zonas prohibidas de la Torre, pensó en acceder.
Cuando Rijja iba a emitir un veredicto afirmativo, acorde al interés e ímpetu del anciano, este fue interrumpido abruptamente.
–Saludos mi estimado mecenas.
La voz de Muhaajir resonó en la cabeza de Rijja, interrumpiendo su avezada negociación con el comerciante.
–Te he buscado en el templo infructuosamente, suponía que andarías por aquí. –Añadió Muhaajir.
–Cuál es el propósito de esta interrupción? ¿Ha habido algún avance en la tarea que te encomendé?
–Sin duda, mi señor. Le busco porque lo más propicio sería que me acompañara de vuelta a la Torre de Cuarzo y Obsidiana. Tengo que mostrarle mis avances y… otro tipo de eventos que han ocurrido durante la elaboración.
–Algún daño reseñable?
–Para nada, solo algo que ha sucedido de manera inesperada y, sin duda, creo que será de su total agrado y curiosidad. No debo comentar esto a la ligera, mi señor, de eso el que viniera a buscarle personalmente.
–Perfecto. Dame tan solo un segundo.
Rijja se volteó hacia el comerciante con el que trataba segundos atrás. Este, notoriamente enfadado por la interrupción acontecida, miraba a Muhaajir con una mueca de enfado.
–Tendero, volveré pronto para cerrar nuestro trato. No desmontes tu… extravagante puesto. No tardaré.– Dijo Rijja.
–No hará falta mi señor, tengo asuntos que atender fuera de estos muros, pero, teniendo en cuenta que confío en una respuesta afirmativa por su parte y tengo en cuenta el valor de su palabra de Alto Teócrata, aquí tiene, Los Anteojos del Arcano, mi reliquia familiar. Espero enriquezcan su colección. Me cobraré el pago cuando pueda regresar a la ciudad.
Dicho esto, entregó los extraños anteojos al Alto Teócrata.
Rijja asintió muy complacido ante la predisposición del anciano mientras los guardaba, atesorándolos en un compartimento de su mochila. Después de emitir una sonrisa de aprobación, giró hasta Muhaajir, que le esperaba para emprender el camino a la Torre.
–Vamos Muhaajir, muéstrame eso que comentas.
–Será un placer, mi señor. Procedamos raudos la marcha.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342027Capítulo XIII
El tendero parecía nervioso y con un fuerte desagrado ante la situación. Exponía claramente que no quería deshacerse de su tesoro familiar, pero contrariar a un miembro del Alto Consejo no era aconsejable y menos en sus propios dominios. Entre varias negociaciones infructuosas y después de varios gestos de negación titubeante, accedió diciendo:
–De acuerdo gran Teócrata, usted gana. Pero al igual que vos ha hecho sobre mí, yo también tengo una petición que quizás se le antoje peculiar.
–De que se trata? – contestó Rijja impaciente ante la situación de un trato inminente.
–El pago por esta reliquia será otra misma, para mi colección. Un pequeño vial con vuestra sangre, unas pocas gotas bastarán.
Rijja quedó atónito ante tal petición. Sin duda allí pasaba algo extraño.
–Mi sangre? al margen de lo extravagante, y poco común, de esta petición vuestra, la sangre es un artículo peligroso a la hora de ofertarla. Hay magia y, claro está, maldiciones que pueden ser ligadas a ella. Debo rehusar tal petición ya que desconozco lo intrínseco de esta.
–No quería sobresaltaros, mi señor, simplemente… soy un coleccionista como vos.
Dicho esto, aquel extraño anciano removió su oscura túnica dejando al descubierto un pequeño y lustroso zurrón que llevaba asido en su cintura. Una exquisita pieza peletera que, de finos bordados dorados y plateados, desentonaba brutalmente en extravagancia con el resto de sobria y austera vestimenta.
Acto seguido, desató una pequeña hebilla de color bermellón y, tras varios giros del hilo que llevaba sujeto a esta, dejó al descubierto su contenido. Una numerosa cantidad de viales que contenían, predictiblemente, diferentes y heterogéneas porciones de sangre.
–Veis? es solo por satisfacer mi pasión por la colección. Aquí porto numerosos, y fructuosos, intercambios hechos durante mi larga vida con diferentes razas y, por qué no decirlo, criaturas de diversa índole.
–Sin duda una recopilación sanguínea extraña y llamativa, pero, por mucho interés que puedan producirme esos anteojos, debo rechazar el intercambio. Como ya he dicho, no me convence en absoluto el hecho de proporcionar mi sangre, ya sea para una colección o los intereses ocultos que puedas tener ¿no puedo conseguir esos anteojos intercambiando otro tipo de bienes?
El tendero, con una mueca clara de disgusto, quedó en silencio pensativo. Durante el proceso elucubrador del comerciante, Rijja no dejó el puesto, mirando distante el resto del mercado en un ademán de desinterés.
–Está bien Rijja Al’jhtar– dijo finalmente, contrariado, el misterioso comerciante- Tal vez haya otra cosa que pueda interesarme…
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #342025Capítulo XII
Un gesto atónito recorrió la cara de Rijja, no esperaba ser recibido por aquel misterioso tendero directamente por su nombre. Tan solo duró un instante aquella sensación ya que, pensando en su cargo en la ciudad, era normal que cualquiera de aquel mercado conociera su cara y posición.
Aclaró su garganta y preguntó:
–Esperándome? ¿acaso tienes algo reservado para mí?
–Siempre tengo algo reservado para los mandatarios de la ciudad que visito. Aunque claro está, desconozco sus gustos personales al margen de su conocida colección de gemas y piedras preciosas.
Rijja no pudo evitar emitir una ligera carcajada.
–Entonces pues, ¿Qué crees que puede interesarme entre tus artículos más preciados? debo decir que solo he venido por curiosidad, para llenar un poco el tiempo antes de retomar mis deberes burocráticos.
Sin más dilación, entre una rara mirada expectante, el tendero saco una acolchada manta que escondía entre los pliegues de su túnica y la desplegó ante la mirada atenta de Rijja.
–Mirad, mi señor– dijo- artículos especiales para notorias personalidades.
Rijja no pudo evitar la mueca de curiosidad. Ante sí se habían expuesto verdaderas maravillas o, al menos, eso parecía.
Varias gemas, llamando la atención un par de piezas de amatista tan grandes como un puño. Estatuillas de Jade de gran belleza, acompañadas de otras finas obras de orfebrería en nácar y plata. Un par de frascos que contenían el brebaje que se conoce como «Elixir de Salud». Variadas escamas cromáticas procedentes de diversos dragones, ojos de basilisco, aguijones de viuda negra…
Toda una amalgama de artículos exquisitos o, al menos, de difícil recopilación.
De todos ellos, lo que más le llamo la atención al Alto Teócrata fue unos anteojos. Estaban formados por un cristal translucido, presumiblemente cuarzo, el cual iba enmarcado en diferentes metales dependiendo la lente que envolviera.
La lente derecha, estaba rodeada por un marco de oro macizo el cual era envuelto en mithril, mediante hilos, que simulaban una especie de alambre de espino. La lente izquierda se componía por plata sin mácula alguna, rodeada por la misma forma que la anterior pero esta vez fabricada en obsidiana de un color negro profundo.
Sin duda la composición de las lentes era llamativa, y más aún cuando estaban formadas por el mismo material que la pirámide que se describe en el diario de Kajjo. Intentando disimular el entusiasmo, Rijja espetó al tendero:
–Amigo mío, sin lugar a dudas esta pequeña colección de enseres es impresionante. Me produce curiosidad el precio de esos anteojos tuyos.
–Mi querido Teócrata, estos anteojos han estado en mi familia durante generaciones. Al margen del valor que poseen por los materiales que los componen, no están en venta debido a su valor sentimental.
Un ligero gesto de desaprobación recorrió la cara de Rijja.
–Es comprensible lo que decís, pero, siendo un comerciante nato como vos, seguro que podremos llegar a un acuerdo.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341975Capítulo XI
La imponente sombra de la Torre de Cuarzo y Obsidiana cobijaba mis primeros pasos hasta salir de la cúpula mágica que la envuelve hasta llegar a verme en las puertas de una destartalada casa, que sirve de entrada y camuflaje para esta. Al salir del callejón donde se encuentra me vi de nuevo paseando por la parte inferior de la ciudad, El Borde Exterior. Esta vez, aun habiendo pasado poco tiempo desde que anduve por aquí, se me antojaba diferente. No podía dejar de escudriñar la árida arena de los desiertos que nos rodeaban, en pos de alguna visión remota de la pirámide, en especial sobre la extensión de Ast’Morgadith.
Avanzando entre conciudadanos y mercaderes que allí se encontraban me abrí paso hasta llegar, esta vez sin interrupciones no deseadas, hasta la parte superior de la ciudad. Debía cruzar el mercado de la urbe antes de poder alcanzar el Templo Piramidal para dar cierre a mis tareas burócratas y diplomáticas.
Mientras atravesaba los innumerables puestos de heterogéneas mercancías no pude evitar escuchar, entre el tumulto del gentío, lo siguiente:
-¡Vengan, compren! Preciosos telares, orfebrería exquisita, raras antigüedades mágicas comparables a grandes reliquias como Viento de Arena…
La alusión de aquel mercader a la fábula folclórica llamó mi atención sobremanera y no pude salvo buscar su tienda para, aunque de manera vaga y superficial, observar lo que tenía en venta. No tardé en localizar su tenderete entre el resto que se apostaban en el Bazar. Mi curiosidad se hizo aún más intensa cuando al acercarme a dicho puesto observe enarbolando en él una bandera, en ella se mostraba una gran pirámide sobre un campo bermellón.
-Curiosa coincidencia- pensé.
El maltrecho tablón de aquel comercio sostenía sobre él numerosos enseres y artilugios como los que predicaba a viva voz el mercader. Varios telares bordados con finos hilos de oro y plata, joyería de cristal ahumado, cuberterías fabricadas en varios metales preciosos, varitas mágicas de diversa índole, gemas… un gran y surtido número de artículos que desentonaban enormemente con la miserable construcción del puesto.
El mercader que regentaba el puesto era un anciano de muy avanzada edad, suposición mediante su voz y arqueamiento corporal, que cubría todo su cuerpo con una vieja túnica azabache. En la pequeña parte de la capucha que dejaba entrever su rostro podía observar su pálida piel y unos ojos blancos, apenas sin vida, propios de la ceguera. Sin embargo, el viejo varón que se escondía tras esos oscuros harapos se movía con presteza tras el mostrador mientras vociferaba multitud de eslóganes para llamar la atención de la clientela.
-Propicios días tendero– espeté nada más llegar a la altura adecuada para ser escuchado- ¿Qué puedes ofrecer, que motive mi curiosidad, en este pequeño despacho?
-Saludos Rijja Al’jhtar -contestó con un leve tono burlesco- Te estaba esperando.
en respuesta a: «Grimorio Al’jhtar, Compendio de Razas» por Rijja Al’jhtar #341974Buenas,
Actualizo el «Compendio de Razas» del Grimorio Al’jhtar.
Añadiendo las últimas ‘creaciones’:
Arpía, Gnoblin y Demonio.
La versión ilustrada en el siguiente Link:
https://rijjaaljhtar.wixsite.com/grimorium/razas
Espero que pueda servir de inmersión en el juego o, simplemente, os gusten.
Un saludo.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341972Capítulo X
Un extraño halo blanquecino, similar a una niebla leve en densidad, inundaba el pasillo de regreso a la biblioteca. Estaba completamente ensimismado en los numerosos pensamientos que me atormentaban sobre el diario. Repasando cada mentalmente epígrafe, intentando descubrir cualquier cosa oculta en aquellas letras que pudiera darme una pista fehaciente sobre su veracidad. A la vez, me inundaban los quehaceres típicos de alguien de mi estatus y posición y, aun teniendo sirvientes que me alejaran de mis preocupaciones mundanas, no podía dejar de lado mis deberes como Alto Teócrata de la gloriosa ciudad de Ar’Kaindia.
Cayendo en la cuenta de la responsabilidad apremiante que esto conlleva, volteé mi camino justo antes de llegar al pórtico que da paso a la librería, el cual había dejado cerrado a cal y canto mediante conjuros de protección minutos antes y me dirigí al Templo Piramidal a terminar de rubricar los documentos pertinentes en mi cargo ya que, sin duda, podría repasar simultáneamente toda la lectura que había efectuado sobre el Diario de Kajjo mientras me dedicaba a otros menesteres.
Fue curioso el modo en el que, como por arte de magia, el místico halo que recorría el pasillo desapareció por completo dejando en su lugar un ligero olor a vainilla y canela. Tras recorrer de nuevo el pasillo en cuestión, esperando fielmente en la abertura de salida, hallé a uno de mis criados sosteniendo una bandeja de fina plata en la mano diestra en la cual se exponían un par de pastelillos, los cuales había olfateado metros antes, recién hechos junto a un pequeño vaso rebosante de orujo de dátiles. Los ofreció con una sutil reverencia respetuosa.
-Mi señor, apenas habéis comido en varios días, permitidme deleitaros con estos dulces recién horneados y un pequeño licor que he preparado yo mismo.
-Siempre tan atento, agradezco este gesto. Es cierto que ando ensimismado en estudios y preocupaciones estas últimas jornadas. De nuevo gracias.
Mi sirviente no pudo evitar emitir una sonrisa de satisfacción mientras bajaba la vista en un gesto de respeto.
-Es un verdadero orgullo, mi señor. Espero que tenga usted una jera productiva.
Después de degustar el primero de los pasteles allí mismo y, tras devolverle una sonrisa condescendiente, continué mi camino hacia la salida de la Torre de Cuarzo y Obsidiana. Justo antes de atravesar el umbral, engullí el otro pastel de un bocado y usando el contenido del vaso, desahogué mi garganta y estómago.
Sin duda, estaban deliciosos.
en respuesta a: Descubrimiento del Diario de Kajjo, el Heterocromo. #341971Capítulo IX
La puerta sonó con un ligero quejido cuando Rijja salió de la Biblioteca Al’jhtar, cerrando el umbral tras de sí, no sin antes formular los pertinentes hechizos de clausura y protección. Nadie debía entrar, ni salir, de la aquella estancia sin su permiso directo.
Las lentas y parsimoniosas pisadas del Alto Teócrata retumbaban, en forma de finos y delicados ecos, por el pasillo que lo conducía al recibidor central de la Torre de Cuarzo y Obsidiana, donde su invitado le esperaba sin atisbo de impaciencia.
Aproximándose al acceso de dicha sala, emitió un ligero quejido en forma de tos para aclararse la voz antes de interactuar con su invitado.
–Saludos Muhaajir, siento la espera. Gracias por acudir presto a mi reclamo.
–Un placer, y bien avenido, Alto Teócrata. Siempre es interesante el hecho de que preguntes por mí, señor.
–Merece la pena contar con tu opinión y servicios hechicero. Debo pedirte un favor.
–¿De qué se trata?
–Conocida es tu habilidad para manipular el Éter Arcano, necesito que elabores gran cantidad de esa cristalina sustancia. Dado que es un tema personal, no escatimaré en abonar el precio que estipules.
–Curiosa petición, sin duda. La sustancia que mencionas es altamente inestable, y acumular gran cantidad en un solo lugar podría conllevar… ciertos percances.
–He pensado en eso, por ello estoy dispuesto a cederte un espacio en mi torre para dicha fabricación. Debido a los encantamientos y protecciones que posee mi laboratorio no es necesario que pienses en las minucias de la seguridad ni la integridad de dicha estancia. Además, tendrás acceso a todos los componentes necesarios, lugar de almacenaje y algunos de mis sirvientes a tu entera disposición. ¿Conforme?
Un sutil silencio se adueñó de la sala a continuación de las palabras de Rijja. Muhaajir estaba ligeramente absorto ante tal proposición y las oportunidades que en ella residían.
–Más que conforme, mi señor. Estaré encantado de realizar la tarea encomendada. Añadir que no hace falta pago alguno, tener la oportunidad de trabajar en su laboratorio personal es suficiente pago por mis servicios. ¿Cuándo ha estipulado usted que debo empezar?
–Cuanto antes mi querido amigo, cuanto antes.
Sin más dilación, el Alto Teócrata ordena a sus sirvientes que acomoden al invitado en uno de los aposentos de la torre y le enseñen las instalaciones donde va a elaborar la peligrosa e inestable sustancia. Una vez termina de dar todas las directrices, se despide afablemente de Muhaajir y voltea sobre sus pasos en dirección a la Biblioteca, no sin antes esbozar una sonrisa ampliamente complaciente.
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