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en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344411Fascículo 14 Mientras sucedía el incidente con aquel muerto viviente momificado, y disecado, y centrando la atención en el recolector que se había escabullido de la muerte, a manos de seres fantasmales, enterrándose parcialmente en la arena salina que gobernaba aquel desolado lugar… El Orgo, con uno de sus ojos libre para escudriñar lo que le rodeaba, observó que el torrente de criaturas fantasmales se había alejado lo suficiente de su posición para que no pudieran detectarle al salir de su improvisado, pero eficaz, refugio. Desenterrando completamente su cuerpo, emergió de su escondite para recoger el pesado saco, repleto de materiales, joyas y aquella extraña moneda blanca, que había dejado al lado de aquel extraño arcón que encontró. Sin pensarlo dos veces, agarró aquel saco y se dispuso a portarlo con rapidez las decenas de metros que lo separaban del pequeño fortín kaindiano que rodeaba el portal dimensional y, según creía, volver con el resto de sus compañeros a Ar’Kaindia. Realmente, después de lo vivido, lo deseaba con fuerza. Una vez anduvo varios metros, lo más sigilosamente que la carga que portaba le permitía, para detenerse súbitamente. En el cielo, emergiendo desde la localización del fortín al que se dirigía, se hacían visibles tres luminosas bolas incandescentes que ascendían con gran rapidez. Era la señal de retirada. Se detuvo un minuto, oteando el horizonte, esperando visualizar el resto de señales de sus compañeros. No vislumbró respuesta en ninguna dirección. “¿Solo han sobrevivido tres de mis compañeros?” pensó. “Es una catástrofe” añadió para sí mientras concentraba su magia innata, dando lugar a una réplica luminiscente a modo de contestación dirigida a sus compañeros de armas. Una vez se cercioró que había lanzado aquella suerte de bengala mágica de manera correcta, emprendió de nuevo el camino hacia sus compañeros. Esta vez con un paso mucho más rápido y agónico, como un perro abandonado que corre tras el carruaje de su antiguo amo. Después de varios metros, cerciorando a cada segundo que nada lo perseguía o acechaba, llegó a las proximidades de la brecha dimensional. Debido a una posición en altura cuando arribó al lugar, pudo obtener una visión privilegiada del terreno. La vista era dantesca. Al este del campamento pudo observar a los múltiples, y desmembrados, cuerpos de los no-muertos que habían atacado el fortín. Retorciéndose todavía, y cubiertos por una nube ponzoñosa de asfixia, los no-muertos continuaban lanzando furiosas dentelladas al aire sin cesar ni un ápice su comportamiento excesivamente agresivo y voraz. Luego de escudriñar el terreno al completo, dejando de lado la parte este donde se encontraban aquellos despojos inhumanos, se percató de lo que parecían los cuerpos inertes de sus compañeros, con las armaduras aplastadas y rotas. Evitando ser visto por cualquier criatura que aún permanecía allí, descendió desde su posición raudamente, dirección a los cuerpos de sus compañeros caídos. Mientras se acercaba paulatinamente, observó que en el interior de las armaduras que yacían en el suelo solo permanecían trozos de piel disecados, hechos girones y cubiertos de una fina arena. Cuando constató que otro compañero yacía muerto, en las inmediaciones del portal dimensional, agarró el saco y se acercó para comprobar si había corrido la misma suerte. Para su desgracia, sí. En las mismas condiciones, encontró la armadura devastada por un fuerte impacto rellena del mismo material organico, completamente disecado, en su interior. Sin poder deducir siquiera que les había pasado a sus compañeros, decidió volver el solo por su cuenta, a la ciudad de Ar’Kaindia, atravesando el portal. Con un gesto cabizbajo, ejecutando pesados y tristes pasos, se encaminó a la brecha dimensional. Mientras se acercaba a esta, la brecha comenzó a titilar emitiendo ligeros destellos y distorsionando levemente la forma de esta. Dalim estaba perdiendo el control, si es que alguna vez lo tuvo… Deduciendo que el portal había perdido estabilidad, aceleró sus pasos hacia el para así poder traspasarlo antes de que desapareciera y lo dejara atrapado aquel terrorífico lugar. Justo antes de llegar, mientras afianzaba sus pertrechos y se encaramaba aquel saco a la espalda, un fino hilo de arena emergió del suelo para después agarrar con fuerza el tobillo de aquel desdichado Orgo. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344395Fascículo 13 Después de recomponerse ligeramente, los 3 soldados que habían sobrevivido a la marea mortal formada por el extenso grupo de no-muertos, maquinaron rápidamente el nuevo plan a seguir. La primera medida a tomar seria avisar al resto de sus compañeros de escuadrón de que se avecinaba la hora de irse. Sabían que perder a sus compañeros, sobre todo a los recolectores, harían de la misión un fiasco y sería vano el sacrificio que habían realizado. Para ejecutar dicho aviso, los soldados concentraron su magia innata, típica de la raza orga, y extendieron sus brazos al unísono para proyectar 3 potentes bolas lumínicas que ascendieron rápidamente sobre el firmamento. Era la señal acordada. El resto de compañeros debían responder de la misma forma para así, indicar exactamente su posición. Después de esperar cierto tiempo, cayeron en la cuenta de lo que les había sucedido a sus compañeros. No recibieron ninguna respuesta. Apenados ante este hecho, se dispusieron a recoger el resto de sus bártulos y algunas minúsculas muestras del terreno en un gesto desesperado por que aquella misión no resultara completamente inútil. Fueron apilando, de manera ligeramente desordenada debido a la prisa y la angustia, todos esos pertrechos cerca del portal que los llevaría de vuelta a casa. Súbitamente, sin poder siquiera reaccionar, dos de ellos fueron alzados en el aire por unos serpenteantes lágitos compuestos de una fina arena. Después de ascender varios metros, bajo la mirada horrorizada del compañero que mantenía los pies en el suelo, fueron lanzados por aquellos peculiares tentáculos y estampados contra el suelo con la fuerza de un kraken. Sus yelmos se quebraron por el impacto, al igual que la mayoría de piezas de sus armaduras como si fuera hojalata, esparciendo parte de sus sesos y vísceras por la zona. Pero, en lugar de soltar los cuerpos, el tacto de los tentáculos parecía absorberlos. Deshidratando los cadáveres de los orgos a tal extremo que quedaron reducidos a, prácticamente, arena reseca y jirones de piel muerta completamente agrietada. No era una muerte merecida. No así, no sin sus Yhjlemas en mano. Ante la atenta visión del soldado que permanecía con vida, de la arena salina que cubría aquel mortal y extenso yermo, un muerto viviente de silueta humanoide emergía rápidamente. El cuerpo de este estaba completamente resecado, como si hubiera sido completamente exprimido y deshidratado. Su resquebrajada piel estaba colmada de surcos profundos que estaban repletos de una especie de arenisca. Numerosos hilos de arena parecían derramarse constantemente por las grietas que poblaban todo su cuerpo los cuales parecía manejar a su antojo. La criatura carecía de ojos y no poseía facción alguna, pero, debido a su pose apabulladoramente agresiva, parecía mirar directamente al soldado que seguía con vida. En una mezcla entre horror, cobardía y afán sobre el deber de regresar con vida a su ciudad para informar de lo sucedido, el cuerpo del soldado emprendió una frenética huida hacia el portal que lo conduciría de nuevo a casa. Avanzó con gran rapidez hacia su destino, dejando a su temible adversario varios metros atrás. Con cierta ventaja en el terreno, el orgo pensó que lo conseguiría. Realmente volvería a casa a informar de la horrible crueldad de aquel vasto territorio de muerte. Esos fueron los últimos pensamientos alegres que tuvo ya que, a escasos metros del portal, a la vez que emitía un terrible grito de horror fue alcanzado y levantado por los tobillos por un fino tentáculo de arena. En ese preciso momento, el orgo pudo atisbar una luminiscente bola que ascendía rápidamente surcando el cielo. Uno de sus compañeros todavía estaba vivo. Tuvo el tiempo de esbozar una sonrisa justo antes de reunirse con sus camaradas. Experimentó la muerte de la misma forma que sus compañeros de armas. En cierto modo, es poético. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344392Fascículo 12 Aquellos experimentados soldados se disponían a efectuar la misma estrategia, dando así tiempo a que su compañero se dispusiera en una posición ventajosa a la altura adecuada, y comenzaron a correr de nuevo hacia el grupo de no-muertos. Afianzando sus Yhjlemas, producían cortes y rajas devastadores para todos aquellos que las recibían. Sin embargo, aunque cercenadas y desmembradas, aquellas criaturas no morían. La acumulación de cuerpos, que se movían agresivamente, en el terreno fueron un obstáculo difícil de salvar cuando los soldados intentaban imprimir velocidad en su ataque. En una de las siguientes acometidas que se sucedieron, uno de ellos, fue atrapado en la carrera, debido a su deficiente velocidad, por un no-muerto que se encontraba en el suelo. La fuerza con la que agarró su tobillo era tal que le fue imposible librarse a tiempo, obligando su tropiezo y caída precipitada al suelo. Inhaló involuntariamente el aura de asfixia que gobernaba aquella zona debido al traspiés y, mientras era incapaz de recuperar el aliento y reincorporarse, se vio rodeado por las numerosas criaturas que instantes antes combatía. La escena fue, sin dudarlo, cruda. Mientras, el pobre infeliz, no tuvo tiempo salvo de poner una mueca de horror antes de que se le echaran encima. Infinidad de poderosas manos, o directamente fauces, se clavaron en su piel con virulencia. Debido a los tirones y desgarros que le producían, la piel se desprendió de su cuerpo en numerosos jirones que, en todas direcciones, iban a parar a las rechinantes y pútridas bocas de aquellos no-muertos, para continuar desmembrando completamente y en irregulares trozos el resto del cuerpo. En apenas unos segundos, aquellas criaturas despedazaron y devoraron por completo al valiente soldado orgo que había caído en sus manos. Su compañero solo pudo observar a decenas de metros, una vez se alejó ligeramente para evitar caer presa de la asfixia, como los restos de su antiguo camarada desaparecían tras los gaznates de aquellas malditas criaturas. El espectro, que había permanecido completamente impasible durante todo el tiempo, parecía adoptar una mueca jocosa y de satisfacción mientras observaba aquella escena. Fue en ese momento, después de que el soldado de la retaguardia volviera a desatar una tormenta de proyectiles mágicos entre maldiciones devastando al resto de no-muertos humanoides, cuando el guerrero que se había situado en una posición ventajosa en la altura acometió contra la imponente criatura espectral. Efectuando un enorme salto desde la roca en la que se encontraba, enarboló su Yhjlema Kaindiana mientras dirigía su caída hacia la posición del Espectro. Aquel soldado concentró entonces todo el poder mágico de su fuero interior y lo canalizó a través de su arma con gran rabia. Descargando un terrible golpe a la vez que desencadenaba todo el poder mágico que había acumulado en la Yhjlema. El arma impacto de lleno en la figura del espectro, deteniéndose levemente contra el cuerpo etéreo, para luego terminar su trayectoria hasta el suelo, partiendo trasversalmente la figura espectral de este. Tras emitir un terrible grito ahogado, digno de las pesadillas más terroríficas, el espectro se deshizo en una nube de fino polvo. Con gran presteza, el soldado escapó del radio de acción de la nube de asfixia para poder reunirse con sus compañeros. Buen combate. Buena victoria. Todo es inútil. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344391Fascículo 11 Dada la flemática velocidad del numeroso grupo que formaban aquellas malolientes criaturas, los guerreros orgos tuvieron cierto tiempo para preparar una acometida. La pareja presente de soldados kaindianos se repartió los deberes a realizar. Mientras el más debilitado, debido a la ligera asfixia que aún padecía, se encomendó en clavar varias lanzas, recogidas previamente de una de las barricadas empalizadas con estas, en un trayecto rumbo al portal que se hallaba en el centro del improvisado fortín donde se encontraban. Mientras el otro guerrero, siguiendo a pasos lentos marcha atrás, iba recogiendo dichas lanzas para, después de agarrarlas con fuerza, lanzarlas sobre el grupo de no-muertos. Estas lanzas, bien dirigidas, daban siempre en el blanco, alcanzando y reventando diversas partes corporales de aquellas criaturas, abatiendo a la mayoría de ellas con el impacto. Incluso acontecieron algunos lanzamientos espectaculares, atravesando a varias criaturas con una sola lanza. Después de eliminar, o inmovilizar, a un considerable número de no-muertos, los compañeros de aquellos guerreros, los cuales habían avistado la señal de su camarada, acudieron a la llamada. Luego de ayudar a su compañero, ejecutando varios lanzamientos de afiladas lanzas, a ir avanzando por el camino trazado hacia el centro del campamento, aminoraron la marcha y comenzaron a trazar un plan. Antes de plantearse siquiera el poder retroceder al portal y volver a Ar’Kaindia debían conocer la suerte del equipo de recolección. No podía volver con las manos vacias, así que trazaron un meticuloso plan de acción y se dispusieron a llevarlo a cabo. Aun habiendo eliminado a gran cantidad de los no-muertos, quedaba todavía un gran número de ellos y, claro, debían tener en cuenta al Espectro que los comandaba, el cual se mantenía impasible mientras avanzaba con la multitud que parecía comandar. Los Orgos comenzaron a ejecutar su ofensiva. Sabiendo que no podían efectuar un ataque frontal contra aquellas tóxicas criaturas, se decantaron por avances rápidos, eliminar al mayor número de ellos con presteza y volver a la posición inicial. Dos de ellos emprendieron la carrera, inhalando gran cantidad de aire justo antes de adentrarse en la pútrida atmósfera que envolvía aquellos seres. En un par de acometidas varias acabaron con varios de ellos, distribuyendo a gran velocidad varios tajos en alturas heterogéneas. Atacaban en una trayectoria que simulaba un semicírculo casi perfecto, cambiando de elevación las hojas de sus Yhjlemas, cercenando tanto piernas como cabezas, eviscerando a muchos de ellos a tal extremo que sus cuerpos quedaban casi partidos por la mitad en el suelo. Mientras esto sucedía, otro de sus compañeros flanqueaba a gran velocidad al grupo de no-muertos por la derecha, elevándose cada vez más en su posición, mediante las formaciones rocosas de aquella zona, para poder atacar de manera ventajosa. El Orgo que quedó en la retaguardia de aquel grupo, nada más lejos de quedarse al margen, comenzó a hacer numerosos sellos mágicos con sus manos para, después de canalizar todo el poder innato que poseía, desatar una gran cantidad de proyectiles mágicos, envueltos en fuego, que se precipitaron furiosamente sobre aquellas corruptas criaturas devastándolas con sus impactos. Debido a lo frenético en la ofensiva, hasta el momento, acabaron con más de la mitad de sus enemigos y, si las fuerzas no languidecían, podrían acabar con el resto en la siguiente acometida conjunta. Buena técnica coordinada en batalla, admirable sin duda, pero… el Y502 no sería clemente con los invasores. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344377Fascículo 10 Sin atisbar ningún conocimiento sobre lo que les había pasado a sus compañeros, y mucho menos pensar en que eran cuatro de los únicos cinco Orgos en el Plano del Y502 que continuaban con vida, los Soldados mantenían su guardia custodia sobre el pequeño fortín que habían montado entorno al portal dimensional. Con lanzas en sus manos y con sus Yhjlemas Kaindianas en el talabarte de su espalda, aquellos soldados oteaban sin censar sus alrededores esperando cualquier señal de sus compañeros o, por el contrario, la aparición de cualquier enemigo que pretendiera darles caza. Los soldados mantenían continuos chequeos sobre sus compañeros a la vez que vigilaban las inmediaciones para así, en caso de un ataque sorpresa, poder dilucidar el flanco que había sido asaltado y operar con rapidez. Eran guerreros hábilmente entrenados en las artes bélicas y con gran experiencia adquirida en numerosas batallas. Uno de ellos, situado en el flanco sur, observó en una de sus verificaciones a su compañero, el encargado de la posición situada al este, desfallecer en el suelo entre algunos espasmos agónicos. Antes de avanzar ni un solo paso hacia la posición de su camarada en pro de ayudarle, el Orgo alzó su mano al frente y concentró su magia innata, canalizándola en la palma de su mano. Después de la electrizante reacción mágica, una esfera brillante se proyectó desde su mano verticalmente con gran energía. La resplandeciente bola de luz surcó el cielo con velocidad, iluminando la zona, alertando al resto de sus compañeros. Estaban sufriendo un ataque de alguna criatura hostil. Acto seguido, emprendió la carrera hacia su compañero en apuros. Llegando a la altura de este, que yacía en el suelo completamente agarrotado intentando respirar, el orgo se percató del emponzoñamiento del aire en esa zona y aspiró una gran cantidad de introducirse de lleno en ella, llegando hasta su compañero y levantándolo en un gesto de fuerza y compañerismo. Justo después y, dando un gran salto acompañado de un ligero rodar, sacó a su compañero de la zona más afectada por aquellas toxinas. En las cercanías al punto este, y rumbo a este, se encontraban gran cantidad de no-muertos, completamente empapados que exudaban toxinas y emponzoñaban el aire que les rodeaba. Estos parecían capitaneados por un enorme espectro. Los Orgos no sabían que aquellos seres habían sido los verdugos de algunos de sus compañeros. Mientras su compañero recobraba la respiración, todavía intoxicado por la nociva aura de asfixia que rodeaba a aquellos no-muertos, el soldado Orgo que había acudido al rescate arrojó con gran potencia y puntería, mediante un estiloso giro, su lanza contra una de aquellas criaturas, alcanzándola de lleno y derribándola. Asimilando la idea de que las armas eran efectivas contra aquellas criaturas, desenvaino su Yhjlema Kaindiana y, en un alarde de valentía y confianza, encaró a las criaturas con mirada desafiante. Pobre, aunque valiente, infeliz. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344375Fascículo 9 Ajeno a la visión del torrente de criaturas fantasmagóricas que estaba contemplando su compañero, el otro guerrero orgo encargado de la recopilación de materiales, para su posterior estudio en Ar’Kaindia, se encontraba a un centenar de metros en la posición opuesta a su homólogo en tareas. Palpando cada trozo de terreno en busca de nuevos objetos de dignos de estudio, si acaso todo en ese lugar no lo fuera de por sí, se atareaba en mirando la composición del suelo que pisaba. Ligeramente encorvado, y con la vista fija en el terreno, atisbó lo que parecía un enorme sarcófago funerario enterrado, casi totalmente, en el terreno salino. Acercándose pausadamente, observando cuanto le rodeaba, llego a la altura del aquel misterioso ataúd. Aun desvencijado por el tiempo y sus inclemencias, el sarcófago poseía relieves en plata y oro, con numerosos engarces de gemas preciosas que habían sobrevivido al devenir inclemente del tiempo. Este tipo de cajas funerarias, por su belleza, ostentosidad y calidad, suelen pertenecer a reyes, emperadores, grandes terratenientes o cualquier otra figura autócrata con autoridad infinita. El Orgo se acercó con gran curiosidad al sarcófago, ávido de abrirlo y descubrir los secretos que este pudiera contener. Gran estupidez acercarse a un sarcófago, y menos en un plano como el Y502. Un poderoso brazo surgió del interior del sarcófago súbitamente, atravesando parte de este, y golpeando al Orgo de lleno en el pecho, lanzándolo varios metros atrás y partiendo alguna de sus costillas. Mientras aún el soldado se debatía en recuperar el aliento y poder recomponerse de aquel brutal, e inesperado ataque, del sarcófago emergió un enorme y pesado muerto-viviente. La criatura tenía el rostro, y gran parte del cuerpo, envuelta en pútridas vendas que, presumiblemente, formaban parte de su embalsamado mortuorio. Estas dejaban entrever unos enfermizos ojos amarillentos que se clavaron sobre el malherido soldado. El Orgo se recompuso ligeramente y, a la vez que desenvainaba torpemente su Yhjlema Kaindiana, se puso en pie adoptando una posición vagamente defensiva. Sin duda, aquel ataque no solo había mermado sus fuerzas por las heridas causadas, sino que, como cuentan muchos estudios acerca de este poderoso tipo de no-muerto, había sido maldecido por la criatura, mermando drásticamente sus capacidades bélicas. La criatura avanzó pesada, pero constante, hasta el malogrado soldado para, una vez estuvo a su altura, dirigir otro ataque hacia su torso nuevamente. El golpe atravesó al Soldado, incluyendo la dura coraza que portaba, esparciendo parte de sus vísceras por el terreno cercano. Entre gritos de dolor, completamente eviscerado, con un último ademán de coraje, el soldado enarboló su Yhjlema por encima de su cabeza, para luego descender con fuerza su pico contra el pecho de la criatura. La Yhjlema atravesó a aquella criatura momificada de extremo a extremo. Esta ni se inmutó. Ni un solo gesto de dolor ante la mirada, que se apagaba gradualmente perdiéndose en la oscuridad, del Soldado Ar’Kaindiano. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344369Fascículo 8 Mientras observaba maravillado el contenido de aquel cofre, obtuvo de nuevo su momento de lucidez y empezó a escudriñar todo. Una vez se percató de que se encontraba solo, sin ningún tipo de criatura al acecho, de dispuso a enumerar y guardar el contenido del cofre. Diamantes, muchos diamantes, se entremezclaban con diversas gemas, como rubíes, granates, zafiros… sin duda, un botín considerable en piedras preciosas. Junto a estas, diversos tomos encuadernados en pieles extrañas a modo de compendios. Una vez hizo un pequeño recuento, se dirigió a guardar todo en su gran saco, junto al resto de materiales salinos que había recopilado. Casi ya llegando al fin en el saqueo de aquel contenedor, el Orgo fijó su mirada en una pequeña moneda que se encontraba enterrada entre las gemas preciosas. Se trataba de una pequeña moneda fabricada en un albo metal y áspera al tacto. De forma octogonal, su superficie se encontraba grabada dando forma a una luminosa esfera, como simulando un astro celeste. La moneda poseía un pequeño y modesto agujero en el centro, típica técnica en la fabricación de monedas para reducir la cantidad de mineral a la hora de su producción. Cada una de las cuñas o muescas que se presentaban en la moneda estaban cubiertas por una gran cantidad de salitre incrustado dificultando la visión de las mismas. Claramente, un gran hallazgo numismático. Por suerte, para el Orgo, su obnubilación mirando aquella moneda le provocó la desatención suficiente sobre lo que le rodeaba para no producir ningún movimiento brusco. Aquel guerrero, al levantar la vista de la moneda, se percató que estaba en el centro de una gran cantidad de formas fantasmales, que vagaba por aquella zona, cual roca anclada en el caudal de un río. Sin darse cuenta estaba inmerso en una marea de espíritus intranquilos que, al no haber podido trascender al limbo, deambulan sin destino o motivación aparente. Estas criaturas incorpóreas se presentan generalmente como figuras humanoides traslúcidas, emulando la forma de la criatura que antaño fueron. El Orgo quedó paralizado de horror y, gracias a las fuerzas que otorga la cobardía, pudo enterrarse parcialmente en el terreno salino para pasar desapercibido ante aquellos fantasmas. Un cobarde, sí. Movimiento inteligente al fin y al cabo en esas circunstancias. Aquel torrente fantasmal de criaturas, por suerte, avanzaba en un rumbo completamente trasversal a la dirección donde se encontraba el campamento, y el resto del contingente Kaindiano. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344366Fascículo 7 Del pequeño contingente Ar’Kaindiano, encargado de la primera exploración del Plano Y502, solo quedaba un pequeño reducto que, ajeno a lo que le había sucedido al resto de sus camaradas, custodiaba férreamente las inmediaciones del portal. -Era lo más sensato, sin duda. Estos habían apuntalado varias defensas entorno a la brecha dimensional a modo de fortín. Numerosas estacas de madera sobresalían ligeramente del suelo, indicando sutilmente un surtido de trampas que se asentaban en la zona. Varias barricadas entremezclaban escudos y lanzas, las cuales servían de parapeto a la hora de guarecer a los Orgos de una emboscada por sorpresa. Cuatro de los seis guerreros que custodiaban aquel fuerte mantenían una vigilia total, escudriñando los alrededores con avidez y constancia. El otro par se encargaba de recopilar información de la zona, tanto escrita mediante descripciones como de recopilación, guardando varias muestras de la zona en tubos de ensayo y pequeñas bolsitas de materiales. Su estancia en aquella dimensión se les antojaba, cuanto menos, costosa. La impertérrita mirada perteneciente al astro que gobernaba aquellos páramos hacía difícil una estancia agradable. Incluso ellos, acostumbrados al sol abrasador de los vastos desiertos del Reino de Al-Qualanda, sentían la mella constante que les producía aquella tórrida lluvia de luz. Uno de los soldados que recolectaba, tras alejarse decenas metros del fortín entorno al portal, observó una gran veta de sal en la zona. No era una sal cualquiera. De un color oscuro y una cristalización para nada corriente, llamó la atención y curiosidad del Orgo el cual se dispuso a picar y extraer parte de la misma, colocando varios pedazos en el gran saco que portaba. Después de unos minutos picando la superficie de la veta, observó un arcón ligeramente resquebrajado que, por caprichos del destino, había quedado sepultado y atrapado en la veta de aquel extraño mineral salino. Tras picar enérgicamente varios minutos más y habiendo dejado el arcón accesible, se dispuso a abrir aquel extraño cofre. Una vez levantó aquella resquebrajada tapa, y sin poder contener una mueca de asombro, quedó maravillado. Un gran tesoro, eso seguro. Al menos alguien con suerte. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344352Fascículo 6 Retomando de nuevo la impetuosa carrera de la huida en dirección al portal dimensional, una nueva criatura le salió al encuentro, para su desgracia. Ante los Orgos se erguía uno de los no-muertos más aterradores, y posiblemente protagonista de la mayoría de cuentos de terror que se han escrito, que existen: un espectro. Ataviado con un conjunto de capucha y túnica oscura, completamente raídos, ocultando por completo su rostro. La criatura se alzaba unos tres palmos del suelo apoyado en una nube negra proveniente de su oscura magia. Unas enormes manos esqueléticas sobresalían de la túnica empuñando, y balanceando levemente, una mortal guadaña. Esta criatura, sin duda, era un rival temible, ya que los Orgos sabían que los espectros son seres muy inteligentes, dotados de consciencia propia y muy hábiles en el uso de la magia negra. Y, para acentuar la sensación de miedo, se sabe que este tipo de muertos vivientes solo ansía arrebatarles el alma mortal a sus víctimas y consumirlas para ganar poder. El espectro pareció esbozar una mueca de satisfacción y, con un pequeño giro ascendente de su mano, simulando una especie de llamada, se vio rodeado de un gran número de seres humanoides, que ascendieron de entre la sal del suelo como siendo arrastrados por una cuerda. Eran varios cadáveres animados que se encontraban completamente empapados, como si hubieran sido sacados de un río. Debido a las exudaciones de estos, el aire se volvió denso y asfixiante en unos instantes. Al margen de la sorpresa del encuentro, teniendo en cuenta el desgaste producido por su enfrentamiento anterior, los Orgos intentaron flanquear al grupo de no-muertos para llegar rápido a su destino, para evitar así el combate directo debido a su velocidad superior. Pobres infelices. Debido a la saturación de toxinas que se habían detonado en el aire, los Orgos apenas recorrieron unos pasos antes de caer al suelo entre vómitos y esputos de sangre. El último en morir, acostado boca arriba mientras se ahogaba agónicamente con su propia sangre, solo pudo atisbar a ver una huesuda mano que se cernía lentamente sobre su cabeza. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344351Fascículo 5 Mientras la sangre de sus compañeros, vaporizada por los finos desmembramientos, inundaba el aire a centenares de metros al norte, el pequeño contingente de Orgos que había tomado la ruta al este se encontraba con el mismo paisaje desolador. Aquel yermo mermaba las fuerzas de los Orgos mientras avanzaban pesadamente por las escarpadas formaciones salinas. En ese momento se encontraban en una pequeña depresión en el terreno la cual no permitía una visión correcta de la zona y facilitaba las emboscadas en su contra. Detuvieron su paso al escuchar, en la cercana lejanía, un incipiente burbujeo. Justo después de que adoptaran una posición defensiva, formando un círculo y protegiéndose las espaldas, aparecieron varias criaturas flanqueándolos casi totalmente. Eran unas criaturas humanoides completamente deformadas e hinchadas. Repletas de pústulas burbujeantes y la piel completamente túmida. Estos seres avanzaban de forma lenta pero muy hostil hacia su posición. A los guerreros, avezados combatientes kaindianos, entrenados en las artes de combate no les supusieron gran amenaza, abatiendo a las criaturas en varios tajos de sus Yhjlemas, haciendo que estos cayeran al suelo con estrépito. Cuando tan solo quedaban apenas un par de estos seres, creyéndose los Orgos victoriosos en el encuentro, los cuerpos amontonados de aquellas criaturas abotargadas comenzaron a emitir un fuerte burbujeo a la vez que se hinchaban desmesuradamente. De forma súbita, de aquellos cuerpos comenzó a brotar un borboteo de sangre y, segundos más tarde, explotaron de forma violenta en un torrente de sangre y vísceras. Dicho torrente, usando a modo de metralla astillas de hueso, sangre enfermiza y las propias vísceras de la criatura, impactó de lleno sobre cuatro de los Orgos. Dos de ellos desaparecieron completamente, carcomidos al instante por la enfermiza explosión. El tercero, perdiendo la parte derecha de su cuerpo, apenas pudo emitir un sonido de horror antes de caer fulminado y, el cuarto, teniendo los ojos y parte del pecho, completamente reventados debido a la incrustación de varias costillas, pertenecientes a la particular metralla de la explosión, no pudo defenderse de una criatura que lo evisceró mientras gritaba de dolor. Muriendo destripado segundos más tarde. Los tres Orgos que escaparon de la virulenta explosión, viendo lo que acababa de ocurrirle a sus compañeros, comenzaron a correr, rumbo al oeste, esperando alcanzar de nuevo el portal que los llevaría de nuevo a casa. Después de una vertiginosa carrera, en la cual los cristales salinos del suelo se antojaban como cuchillas en sus plantas, llegaron a una elevación en el terreno que les permitía ver y distinguir el refulgir del portal en la lejanía. Sin duda, podrían llegar. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344311Fascículo 4 Súbitamente, de una de las dunas salinas que se encontraba a la derecha del pequeño contingente, emergió una amalgama orgánica abominable. Esta estaba compuesta por numerosos insectos, roedores, extraños peces y otras diminutas alimañas que se movían vertiginosamente en el aire envueltas en un aura malévola, claramente de naturaleza espectral. Todas acompasadamente erráticas en un veloz movimiento, tomaban la forma de un borroso remolino en el cual solo podían atisbarse numerosos aguijones, mandíbulas, tenazas y uñas de aquellas criaturas. Con un sutil silbido, aquella extraña abominación se echó encima del contingente Orgo. Debido a lo diminuto de las criaturas que componían aquella malvada amalgama, los filos de las Yhjlemas eran ineficaces para el combate. El primer Orgo en ser envuelto completamente por la criatura fue rajado y desgarrado completamente, esparciendo vísceras y trozos de sus miembros por todo el lugar. La sangre de este empapó a todo su grupo en un siniestro salpique. Dos Guerreros, ante la terrorífica visión de lo que le había pasado a su compañero, se lanzaron contra aquel conglomerado de bestias informe para, después de un embiste completamente ineficaz, correr la misma suerte. Ambos se alzaron en el aire, envueltos por la criatura, mientras esta los destripaba y desollaba en apenas un instante mientras emitía horribles gritos de dolor y angustia. La criatura, de forma enajenada y furiosa, se dirigió entonces hacia los Guerreros restantes. Estos, al observar lo acontecido, dedujeron que no iban a poder enfrentarse a la criatura con sus armas y adoptaron otra técnica de ataque. En un movimiento calmado y casi al unísono, los cuatro Orgos que quedaban en pie, comenzaron a formular un hechizo despertando así su magia innata. Casi al instante, un cúmulo de proyectiles mágicos, envueltos en fuego, emergieron de los dedos de los Orgos precipitándose rápidamente sobre la malograda criatura. Dieron en el blanco. La criatura, retorciéndose en furibundos espasmos debido a las llamas, se calcinó de manera inmediata, cayendo a los pies de los guerreros orgos. Cruzando una mirada incrédula, a la vez que de aliviada, los orgos sonrieron por la muerte de la criatura y, mirando a sus compañeros caídos, giraron sus pasos rápidamente para dirigirse al portal que les había traído hasta aquel horrible plano repleto de muerte, creyéndose a salvo. <Pobres infelices> Antes de que pudieran recorrer apenas un par de metros por aquellas dunas salinas, fueron emboscados por varias criaturas como a la que acababan de dar muerte. Nunca más volverían a empuñar sus Yhjlemas Kaindianas y jamás volverían a su amada ciudad. Ahora formarán parte del Y502 para siempre. en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344310Fascículo 3 Después de unos segundos de desconcierto, observando y escudriñando el nuevo emplazamiento en el que se encontraban con cierto temor y nerviosismo, los Orgos establecieron un pequeño e improvisado campamento en torno al portal que habían atravesado y que, esperaban con ansia, pudiera devolverlos “a casa”. Después de establecer un minúsculo centro de operaciones, dejaron los suministros destinados al abastecimiento alimentario, se armaron adecuadamente y, desenvainando sus Yhjlemas Kaindianas, se dispusieron a explorar la zona más cercana a donde se encontraban. Enormes y espesas dunas de sal los acompañaban durante cada uno de los pasos que efectuaban. Estas aglomeraciones salinas, y sus ondulaciones, no dejaban a los Orgos ver más allá de unos veinte metros desde su distancia cercana y, claramente, esto los mantenía en constante guardia. El pequeño grupo, formado por 20 Soldados Kaindianos, decidió dividirse una vez avanzaron unos ciento cincuenta metros desde su origen. Formaron tres grupos. Uno, formado por siete soldados, emprendió un viaje al norte. El segundo, formado por sendos Orgos, se dirigió hacia el este. El menos numeroso, formado por seis de ellos, emprendió de nuevo el camino hacia el portal para asegurar la zona y la llegada del resto de sus compañeros. Centrándonos por un momento en el grupo que se dirigió al norte. La extensión salina parecía no acabarse. El salitre detonado en el aire alcanzaba una concentración brutal en esta zona. Varios de los guerreros emitían ligeros vómitos debido a ello pero, debido a su determinación, no aminoraban el paso. Concentrados en todo lo que les rodeaba, no llegaban a avistar a ningún enemigo que pudiera interponerse en su camino, observaban incrédulos el ambiente hostil que les rodeaba. Los pasos se hacían pesados y toscos debido al hundimiento de sus pies en las capas de sal que recubrían la zona inclementes. Habiendo avanzado lo que se les antojaba un largo recorrido, se detuvieron un momento para decidir la estrategia y camino a seguir. Fue en ese momento cuando sucedió una tragedia. Un desagradable zumbido, acompañado de extraños chasquidos y rechinares, se hizo potentemente audible en la zona. Los Orgos adoptaron una pose defensiva preparados para lo que pudiera venir en cualquier dirección. <Pobres desdichados> en respuesta a: Estudios Recientes : Plano Y502 #344297Fascículo 2 La recién presenciada evisceración del tejido de la realidad, frente al grupo de Orgos, se retorcía ante los ojos de estos, dando forma a una gran fisura interdimensional que, presumiblemente, era un enlace hacia la dimensión Y502. Teniendo en cuenta las manifestaciones presentes en las recientes conjunciones entre planos, grandes horrores esperarían más allá del portal. El pequeño contingente de Orgos que esperaban tal acontecimiento, entre los que se encontraba Rijja Al’jhtar, se prepararon en posición de combate los primeros instantes de aquel acontecimiento, esperando que los terrores que habitan dicho plano pudieran atravesar el portal para devastar Ar’Kaindia. Eso no sucedió. Habían tenido la suerte de no tener que defender su ciudad de aquellas temidas criaturas. Aquel portal emitía una penosa invitación a ser atravesado, emitiendo un pestilente hedor a hiel, salitre y podredumbre. Pasado un par de minutos, apareció en la zona un pequeño escuadrón perteneciente a la Guardia Kaindiana. Feroces guerreros Orgos dispuestos a seguir los designios del Alto Consejo Teócrata. Según habían acuñado anteriormente, la misión consistiría en contención y, de no ser necesaria esta medida, exploración. Los hechiceros que allí se encontraban, comenzaron a pronunciar numerosos hechizos de protección sobre los soldados pertenecientes a la Guardia Kaindiana, estos a su vez estaban sumamente pertrechados para acometer la misión que se les había encomendado: explorar la dimensión del Y502 y volver con el reporte informativo. Las feroces miradas de los soldados se entrecruzaron después de la orden de avance de su Alto Teócrata para después atravesar sin dilación aquel extraño portal, dispuestos a enfrentar la muerte y en pro de conseguir la información necesaria para el estudio de la dimensión del Y502. Con la perspectiva propia de un narrador puedo decir: pobres infelices Los guerreros Orgos se introdujeron con decisión en el Portal mágico rumbo a Y502. A la vez que traspasaban la brecha dimensional, sus cuerpos se iluminaban y, tras una explosión lumínica, se encontraron en un extenso yermo. Una enorme salina abrasada donde, de manera fácilmente deducible, hace tiempo se encontrarían los océanos de Y502. Un reseco erial castigado impertérritamente por una incansable e inclemente estrella blanca. La constante presencia y amparo de este astro terminó por beberse toda el agua que había en el lugar, dejando colosales montañas de sal la cual se concentra incluso en el aire, haciendo de este hábitat un lugar completamente inhabitable para la vida tal y como se conoce en otros planos de existencia. Aunque esta, la vida, no debería estar presente nunca en este páramo. Aquellos Orgos, realmente, estaban a punto de conocer muy de cerca los estragos que las criaturas “bendecidas” por Astaroth pueden desarrollar. Rijja escribía esbozando una sonrisa en el rostro, pues la mirada atenta de aquel córvido le resultaba simpática. Una vez hubo terminado su esmerada y rápida escritura, enrolló el pergamino con mimo y lo dispuso de forma que el lacre se posara con cuidado y efectuara sin fallo su sellado. Asiendo el pergamino, y con la mirada posada en la misteriosa ave, se levantó de su silla dirección al ventanuco. El córvido emitió un graznido de aprobación y, dejando que el Teócrata atara el pergamino con cuidado a su pata derecha, emprendió el vuelo súbitamente y sobrevolando con rapidez la inmensidad dorada de las Dunas del desierto, se perdió más allá de la vista de Rijja. El Orgo se giró de nuevo a su escritorio y, centrando la mente de nuevo en su ardua tarea de transcripción, comenzó a escribir. *Contenido de la carta: Ar’Kaindia – Reino de Alqualanda 16 de Slinde del 152 Era 4ª. Correspondencia Diplomática Kaindiana. Destinatario: Lhurshak Lok’Narash.Guía del Círculo del Simbionte. Estimado Archidruida Lhurshak, Reciba usted un cordial saludo. Después de terminar los asuntos y preparativos diplomáticos pertinentes puedo contestar sobre su sorprendente, tanto en contenido como por el mensajero, misiva. Resaltar mi ánimo por este encuentro y por los acuerdos comerciales en los que pueda desembocar este. La Ciudad de Ar’Kaindia, como ya sabrá, tiene potentes tratados e intereses comerciales con numerosos reinos e individuos dispares, por lo tanto, su proposición nos es grata. Todo esto propiciado por la ausencia de historial delictivo por su parte hacia nuestra querida ciudad y por apremiantes sucesos de carácter estratégico, debo responder afirmativamente a su solicitud de paz y concordia. Solo quedaría resolver ciertos asuntos burocráticos, típico en estas tiranteces diplomáticas, ya sean las tasas a pagar por los visados a expedir y pregones que emitir a la ciudadanía. En estos casos, entendemos, corren a cargo del interesado. En este caso usted, Archidruida Lhurshak. Al margen de esto, debido a su anterior pasado como hostil hacia nuestro Reino, el Alto Consejo ha dilucidado una especie de diezmo de cortesía. En este caso, se ha decidido por entregar junto al pago de las tasas una muestra de haber derrotado a algunas de las bestias desérticas que tantos quebraderos de cabeza traen en nuestras rutas comerciales básicas. A resumir el coste: -102 Platinos (Tasas) + 74 (Visados) + 41 (Pregón) -1 cabeza (Ya sea Antoleón, Lagarto Ígneo o Lagarto Minosaurio) Adelantarle que, el pago, será abonado en su llegada próxima a la Meseta Ferrian. Cuando crea conveniente empezar con los trámites hágamelo saber. Sin más dilación me despido, con el beneplácito hacia su nueva orientación diplomática para con la Ciudad de Ar’Kaindia. Atentamente, Rijja Al’jhtar, Alto Teócrata Arcano. ID Kaindiano: AJ – 4452322 – Templo Piramidal Consejo Supremo de Magos – Asuntos Diplomáticos. Registro: 378743 en respuesta a: Deliberación bélica Kaindiana #344092Los pasos de Rijja se encaminaban a lo alto del Templo Piramidal. En tono parsimonioso, como si disfrutara de las vistas que ofrecía las paredes de del Templo durante su ascenso por aquellos esculpidos y cuidados escalones, ascendía por la escalera esbozando una leve pero orgullosa sonrisa. Sabía que, en aquellos momentos, siguiendo los designios del Alto Consejo Ar’Kaindiano, Karsig se encaminaba al desempeño de su misión. Al margen de los peligros que esta desentrañaba, Rijja estaba convencido de que el guerrero saldría victorioso y, teniendo en cuenta los lazos familiares que los unían, hinchaba el pecho con orgullo debido a la brillante trayectoria bélico-estratégica que Karsig estaba acumulando. Cuando hubo llegado al final de las escaleras, ubicado ya en la planta reservada solo a los miembros del Alto Consejo, dirigió sus pasos hacia una esbelta puerta de madera que daba paso a uno de los despachos. Abriendo la puerta de manera solemne dijo: -Saludos Sumo Sacerdote, siento molestarle en tu exhaustiva meditación, pero tenemos ciertos asuntos burocráticos que atender. Nuestra Joven promesa merece cierto reconocimiento por parte del Consejo. Dawud giró su mirada a Rijja con una mueca burlona de hastío diciendo: -Lo suponía, Alto Teócrata, que vendrías a importunarme. Según he oído, aquel futuro prometedor que auguraste para Karsig se está haciendo realidad. Dirígete hacia la sala del consejo, voy enseguida. Rijja viró su gesto hacia la sala del Alto Consejo Ar’Kaindiano mientras entornaba despacio la puerta de la sala. No sin antes añadir con senda mueca burlona: “No tardes mucho, Sumo Sacerdote, debemos ser prestos en esta deliberación. Especialmente si quieres seguir tranquilo con tus oraciones…” Mientras esto sucedía, Karsig acometía su misión con valentía en pro de la Gloria Kaindiana. 
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